El estreno de Sílvia Orriols en un debate de política general en el Parlament de Cataluña ha estado marcado por su discurso vejatorio contra las personas migrantes, “han logrado que los catalanes nos sintamos forasteros en casa”, y por una batería de reproches lanzados al viento para aparecer como una víctima: “solo se me interrumpe a mi”, se le escuchó protestar. “El mundo no comienza con usted”, le respondió Salvador Illa, a la que tuvo ocasión. La réplica del president, articulada con una sucesión de argumentos a ritmo de mambo (Uno; dos; tres; cuatro…) conlleva un endurecimiento del trato que se dispensa en el Parlament a la extrema derecha. La confrontación sin tapujos con Aliança Catalana, hace un mes ya le dijo a Orriols que no es nadie “para dar lecciones de quién es catalán y quién no”, se anuncia como el toque agrio del Govern en sus relaciones con la oposición, toda vez que hay buena sintonía con ERC y los Comunes, y Junts está bajo de fuerzas sin la presencia física, de momento, de Carles Puigdemont en el hemiciclo.
A iniciativa del PSC, y con el apoyo de ERC, los comunes y la CUP, el Parlament aprobó una propuesta de resolución que insta al Govern a impulsar un “Pacto Nacional contra los discursos de odio” para prevenir los conflictos y la violencia y un plan integral contra los extremismos. También se consensúa un compromiso para crear la comisión de estudio contra los discursos de odio, el racismo y la xenofobia.
“No hace falta que disimule, usted sigue en la Edad Media”, le espetó Illa a Orriols, que ha presumido en el pleno de organizar en su pueblo una jornada “pionera” en contra del velo islámico en las mujeres. “La verdad es que Sílvia Orriols tiene un nivel parlamentario poco común. Lo valiente es debatir con ella. Lo cobarde es esconderse tras el cordón sanitario y ponerle un bozal para evitar que se exprese”, ha manifestado Alejandro Fernández, líder del PP catalán.
La legislatura pasada trajo la irrupción de Vox en la cámara catalana y la mayoría de partidos optaron por hacerle el vacío a los discípulos catalanes de Santiago Abascal. La estrategia de no darles bola dio un resultado abierto a interpretaciones, el 12 de mayo se quedaron con los mismo once diputados que ya lograron en 2021, pero la cuota ultra creció por el flanco independentista, con dos escaños para Aliança Catalana. El Parlament comunicó el mes pasado que los servicios jurídicos de la cámara exploran qué posibilidades tendría un protocolo para vetar los discursos que incitan a la discriminación o la violencia, y que no choque con la libertad de expresión.
El miércoles, durante más de veinte minutos de discurso, Sílvia Orriols disparó una ráfaga de quejidos. Criticó a Josep Rull, presidente del Parlament, porque considera que cuando la amonesta por el contenido injurioso de sus manifestaciones está “silenciando a la representante legítima de 120.000 catalanes”. Orriols ha tratado de erigirse en un adalid de la libertad de expresión, justo cuando ha trascendido que su formación reclamó abrir actuaciones contra el podcast “La Sotana” por hacer un juego de palabras ofensivo sobre el nombre de uno de los cinco hijos que tiene la líder de Aliança Catalana. El Govern ha pedido la intervención del Consejo del Audiovisual (CAC).
Orriols, alcaldesa de Ripoll, cuenta con un batallón de fans incondicionales en las redes sociales, que se han encargado de difundir que la audiencia del debate televisado cuando la líder ultra apareció en pantalla. Sin embargo, sostienen que su discurso islamófobo se ningunea en los medios de comunicación y que se la margina en el debate parlamentario, donde Vox incluso se reivindica como la “única formación política de la cámara que reconoce el grave problema de la invasión de inmigración ilegal que padece Cataluña”.
El nuevo modelo de financiación para Cataluña que han pactado el PSC y ERC ha sido un hilo conductor del primer debate del Illa presidente. Aliança Catalana ha tratado de entrar en materia a su manera: “la única financiación justa para Cataluña es el Estado Catalán, el resto son migajas”.