—¿Y qué me dices del cumpleaños de Lamine Yamal?
—Pues que él hace con su dinero lo que le da la gana, que para eso se lo gana bien.
—Ya, ¿y la gente a la que ha contratado? Menudo ejemplo para los chavales.
—¿Lo dices por los enanos?
—Se dice “personas con acondroplasia y otras displasias esqueléticas”.
—Joder… yo la verdad preferiría que me llamaran “enano”…
—Y por las prostitutas en función del tamaño de sus pechos. ¿No te parece indigno?
—Pues como se eligen tantas cosas… Pero qué pasa, ¿no puede tener amigos enanos?
—Hombre no son “amigos”. Estaban allí para divertir a los invitados.
—¿Y qué hay de malo en eso? ¿Qué pasa que los enanos no pueden ser cómicos?
—Pero vamos a ver, Lucas, son bufones. Pablillos de Valladolid, que aparece en Las Meninas, no entretenía a la Corte por su ingenio, o sus ocurrencias, sino porque físicamente era deforme. No se reían con él, sino de él o por él.
—Bueno, como nos reímos de los ojos saltones de Marty Feldman en El jovencito Frankenstein o nos admiramos de la actuación de Tyrion Lannister en Juego de Tronos. ¿Y qué me dices de Campeones, la película de Fesser? ¿La prohibimos?
—Pero esas son personas concretas que pueden actuar individualmente y sacar rédito a sus peculiaridades. Aquí hablamos de un uso que contribuye a reforzar un estigma sobre las personas con acondroplasia, a su dignidad como seres humanos que son.
—Y la dignidad de ese enano, bueno, persona con anacondosis, acomplejandria o como cojones se diga, que se gana su buen dinero haciendo paridas infantiles, inocuas, yo que sé, que se viste de socorrista de piscina y hace como que va a rescatar a un tío de 2 metros, o de policía, y cuenta dos chistes, ¿no queda laminada precisamente cuando no le permitimos tener esos ingresos? ¿Cuánta gente contrata enanos en empleos “normales”, “dignos”? Pues oye… Como las drag queens esos…
—Ya, pero todo tiene un límite…
—Ya, y lo pones tú, Matías, ¿no? A los enanos ni les preguntamos, como si fueran no solo disminuidos en estatura sino también disminuidos mentales.
—Mira, precisamente me das un buen ejemplo, Lucas. Acuérdate de Las Meninas, la que tiene el perro a sus pies, Mari Bárbola, que se dice sufría de síndrome de Down. ¿Qué te parecería que para el próximo cumpleaños Lamine Yamal contratara personas con síndrome de Down como entretenimiento?
—Pues que le costaría un huevo porque la inmensa mayoría se abortan…
