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¿Es Sydney Sweeney una peligrosa nazi republicana?

by Marko Florentino
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«Sydney Sweeney, registrada como republicana, tiene el anuncio más atractivo que hay. Los jeans de American Eagle vuelan de las estanterías. ¡A por ellos, Sydney!». La acalorada reflexión no proviene de un fan de la rubia actriz . Es de Donald Trump, presidente de EEUU. Lo escribió en su red social, Truth, después de enterarse de boca de una periodista, antes de subir a su helicóptero oficial en la ciudad de Allentown (Pensilvania), que la intérprete estaba registrada como votante del Partido Republicano. «Ahora me encanta su anuncio. Te sorprendería saber cuánta gente es republicana», exclamó con indisimulada alegría.

Las declaraciones de Trump hicieron que las acciones de la marca de ropa subieran un 24%. «Es su mejor día en 25 años», destacó en su titular The Wall Street Journal, volcado en seguir cada movimiento de la actriz desde que el lanzamiento de la campaña publicitaria de American Eagle supusieran un crecimiento inmediato de su valor de mercado de entre 200 y 228 millones de dólares en un solo un día. El producto central de la campaña, los vaqueros de Sydney, se agotó al instante, lo que ha supuesto unos ingresos adicionales para la compañía de más de 20 millones de dólares con respecto a lo que tenían previsto para el actual trimestre. Cifras acordes con una celebridad que, en un capítulo de la serie que le lanzó a la fama, Euphoria, protagonizó la mayor parte de las 270 millones de interacciones sociales derivadas del mismo.

«Es el rostro de helados, jeans, mocasines… ¿Hay algo que no pueda vender?», se preguntaba The New York Times en un extenso artículo donde se analiza como la intérprete -nacida como Sydney Bernice Sweeney un 12 de septiembre de 1997 en Spokane, Washington- se ha convertido en una figura omnipresente gracias a una oleada de campañas en las que su imagen despierta debates en torno a la belleza, la mercantilización de la fama o los límites de la publicidad. No han sido los únicos: a la ola Sydney se han subido, con sesudos análisis y amplios reportajes, The Times, New Statesman, Daily Mail o The Washington Post.

«Es innegable que la publicación de ciertos titulares genera reacciones inmediatas en los mercados financieros. Sin embargo, resulta ingenuo suponer que todos estos movimientos son el resultado directo de una lectura objetiva de los hechos por parte de inversores racionales», asegura Sergio Fernández Borja, fundador de KPI Trading y Celon Media Agency y especialista en Trading de Futuros sobre índices como el Nasdaq y el S&P 500.

El polémico anuncio de Sydney Sweeney acusado de fomentar ideas «nazis de eugenesia»

Para Fernández Borja, Sweeney ha sido «la fachada perfecta» en unos mercados donde «la transparencia y la eficiencia muchas veces se ven opacadas por los intereses». «Lo que muchas veces ocurre es una manipulación coordinada en la que las noticias sirven como pretexto para dirigir los precios en una dirección determinada, ya sea para inducir al pánico, fomentar la euforia o, en general, generar un entorno favorable para los intereses de ciertos actores con gran capacidad de influencia».

«Siempre se trató de jeans», se excusa American Eagle. Pero sus anuncios se analizan con lupa. «La composición de mi cuerpo está determinada por mis jeans/genes», dice la actriz en uno de ellos, mientras la cámara se dirige hacía su escote y ella la regaña con un «¡Ey! Mis ojos están aquí arriba». Después, aparece un rótulo con el lema «Sydney Sweeney tiene buenos jeans/genes».

El juego de palabras con las palabras «genes» y «jeans», que en inglés se pronuncian igual, ha hecho que el anuncio -y su protagonista- hayan sido acusados de «propaganda nazi», de «hacer guiños a la eugenesia» o «defender el supremacismo» al reforzar la idea de que algunos rasgos genéticos –ser blanca, rubia de ojos claros y con pechos grandes– son superiores.

«Esta campaña quizá inaugure una época en la que pasemos de una tendencia más inclusiva y woke -muchas veces de forma muy interesada, pero que lanzaba un mensaje de integración y que daba voz a posiciones feministas y socialmente progresistas- a un tiempo con campañas que visibilicen de manera más explícita la ideología neoliberal trumpista. Incluso ideas de ultraderecha por parte de algunas marcas», destaca Rafael Otero, director creativo de Satélite, para quien no se puede separar estos anuncios del «contexto ideológico en el que se mueve la actriz», que se registró como republicana en junio de 2024.

Carteles de la polémica campaña de American Eagle, en una calle de Nueva York.

Carteles de la polémica campaña de American Eagle, en una calle de Nueva York.AP

Sweeney no ha hecho comentarios públicos sobre cuestiones políticas pero el presidente de EEUU ya se ha convertido en uno de sus máximos defensores: «La marea ha cambiado radicalmente. Ser woke es para perdedores, lo que hay que ser es republicano». Otras voces de su partido no han tardado en sumarse a la plémica. «Vaya. Ahora la izquierda loca se ha pronunciado en contra de las mujeres hermosas. Estoy seguro de que esto tendrá buenos resultados en las encuestas», ironizó en X el senador texano Ted Cruz.

En Hollywood, cuando surge una estrella, sus representantes le avisan de que es de mal gusto aparecer en demasiados lugares a la vez. Que hacer muchas cosas quema la marca. Pero Sweeney tiene su propia estrategia, como da fe su presencia en campañas para Armani, Baskin Robbins, Ford, Kérastase, Miu Miu, Guess, Parade, Laneige o Dr. Squatch, para quien sacó una pastilla de jabón hecha con agua usada de su bañera. Fue una edición limitada de 5.000 unidades llamada Bathwater Bliss. Con un precio de ocho dólares, se agotó en segundos. Ahora se subastan por 1.600 dólares. Por eso Forbes la cataloga como la mujer que «ha logrado un imposible, que la gente vuelva a hablar de la publicidad» y Jeff Bezos va a invertir 1.000 millones de dólares en la nueva marca de lencería de la actriz.

«A Sweeney la fama le ha llegado en un momento del gran relato de la moda en que el foco de atención se encuentra muy desplazado hacia las alfombras rojas, más interesantes para las redes sociales que las pasarelas. Esto la ha convertido en una percha muy deseada para determinadas marcas», afirma Silvia Nieto, redactora jefe de Yo Dona. «Poseedora de un físico poco normativo debido a su gran pechera, que ella potencia con grandes escotes y piezas ajustadas que combina con un rostro aún aniñado que le proporciona un inequívoco aspecto de Lolita, su percepción pública ha estado además muy marcada por la inevitable comparación de su físico con el muy estilizado de Zendaya, su compañera de reparto en Euphoria y una de las celebrities más influyentes en materia de estilo hoy en día».

En las alfombras rojas y ocasiones especiales, asesorada por su estilista Molly Dickson y puntualmente por Glen Oropeza, Sweeney ha aparecido vestida de firmas como Vera Wang, Vivienne Westwood, Oscar de la Renta, Jean-Paul Gaultier, Dolce & Gabbana. «Por regla general, aparte de los mencionados escotes, y en la misma dirección, elige colores intensos como el rojo, que subrayan su presencia en cualquier evento al que acude en un permanente ejercicio de auto afirmación estética. «Aquí estoy yo y este es mi poderío» parece transmitir en cada aparición. Esta forma de estar quedaba ya más que clara en 2021, cuando emulaba a Anna Nicole Smith en una campaña de Guess», recuerda Nieto.

«Es una fuerza imparable»

Ocurre igual en portadas, como la que protagonizó para Time en su número dedicado a las personas más influyentes de 2022. «Nunca he conocido a nadie que se esfuerce más ni que sea más ingeniosa. En un momento te hace llorar de risa y al siguiente te rompe el corazón. Es una fuerza imparable», plasma en el interior su amiga Maude Apatow.

¿Y qué pasa con su desempeño principal, la actuación? «En su papel como actriz y productora, Sweeney ha mezclado desde ejercicios nostálgicos impostados de regresión a valores pretéritos en forma de comedia romántica, como Cualquiera menos tú, a películas independientes de ciertos valores progresistas y, desde luego, no muy afines al Partido Republicano: desde romances birraciales a monjas embarazadas y proclives a abortos satánicos. Y también transformaciones físicas que la alejan de su imagen de sex symbol», dice Roberto Morato, periodista cinematográfico y cocreador de A Quemarropa Podcast.

En contraposición con la protagonista de Euphoria, Zendaya, Sweeney explotó su carnalidad a través de redes y alfombras rojas, en «una suerte de regreso a épocas del pasado». «La contraposición entre acudir a una Gala Met y aparecer en el calendario de un taller mecánico que vendría ser una perfecta metáfora del discurso cultural en nuestros días», destaca el crítico cinematográfico, que ve todo el debate que hay ahora mismo montado alrededor de su figura como «una consecuencia de los tiempos absolutamente demenciales que nos ha tocado vivir».

«En un mundo absolutamente derrotado en cuanto a valores significativos, no es de extrañar que todo el mundo intente hacer ganancia de unos ideales ya desaparecidos. Por un lado, la Casa Blanca, personalizada en torno a Donald Trump, eternamente obsesionado con la cultura pop y el cotilleo social, utilizando a la actriz con fines ideológicos e intentando transmitir la imagen de una América ya enterrada. Y por otro, la propia actriz que consciente del momento cultural que vivimos, intenta labrarse una carrera mediante las herramientas que la naturaleza le ha proporcionado», sentencia.





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