La psicosis por las fuertes lluvias ha derivado en un sainete de avisos en las dos últimas semanas, fruto del pánico a la hora de tomar decisiones de las administraciones después de lo ocurrido hace un año con la dana de Valencia. La Aemet mantuvo … activo el aviso naranja por el temporal hasta última hora de la tarde de ayer pese a que desde las dos se sabía que el frente se desviaba hacia el norte y, la cola, hacia el sur. Hubo dos truenos y un chaparrón a la hora de comer. Nada más. El resto fue una tromba en la zona de Lebrija que duró 15 minutos y granizo por Sanlúcar. Toda la ciudad estaba alerta por posibles inundaciones, tormentas y hasta tornados.
El miedo a que Sevilla volviera a anegarse como el miércoles pasado nos mantuvo en vilo hasta que nos dimos cuenta de que el pronóstico meteorológico (que es lo que es) falló otra vez. Como la semana pasada. Si no, no se entiende que con la que cayó el miércoles pasado, con el agua al cuello y con registros históricos de precipitación, con las emergencias sin dar abasto, se mantuviese el mismo nivel de aviso que con las cuatro gotas que cayeron ayer.
Por apenas cinco litros en 12 horas no se alcanzó el umbral de la alerta máxima el día 29. Ese ha sido el clavo ardiendo al que se han agarrado para defender la falta de previsión y acción que se produjo con los 115 litros que calculó Emasesa que inundaron la capital. Meteorólogos como José Antonio Maldonado afirmaron rotundamente que, precisamente al ser un pronóstico, se debería haber activado el aviso rojo. Aquello derivó también en un conflicto entre el Ayuntamiento y el Gobierno al considerar el alcalde que la Aemet no ofreció información de la tromba que se avecinaba. Desde Meteorología se aseguraba que cada administración local debe tomar decisiones en función a su propia capacidad e infraestructuras, y que el Ayuntamiento debía conocer a partir de cuándo se producen inundaciones. Es decir, que Sevilla debía haber decretado el nivel 1 de Emergencias municipal con un aviso naranja, no rojo. Literalmente, el mismo que ayer, con un resultado claramente desigual.
Esto viene a confirmar que lo de los avisos, más después de la tragedia de la dana hace un año, hay que tomárselo muy en serio y ser muy precisos. Pero, sobre todo, mantener siempre el mismo criterio, algo que evidentemente no ha ocurrido. No es comprensible que se mantenga durante horas el mismo aviso sin lluvia que hace una semana con el diluvio. Esto, además, genera una indefensión terrible a los responsables que tienen que tomar las decisiones, que tienen todas las de perder.
O si no, visto lo visto, habría que establecer una subescala dentro de cada nivel. Por ejemplo, el miércoles pasado debería haberse activado el nivel naranja y, ayer, el naranjito.
