Recuerda Sandra Vega que hace unos días participó en el Congreso de FICA-UGT Asturias y cuando el presidente de la mesa estaba presentando habló de «secretario» de la organización en Castilla y León. «Y se quedó cortado» al ver que tras … el cargo que pronunció en masculino venía su nombre, de mujer. Lo rememora a modo «de anécdota», pero reflejo de «una sociedad en la que sigue existiendo un machismo y micromachismo que tenemos que ir cambiando y corrigiendo actitudes».
«Nunca me pude imaginar», confesó, que en un cónclave de un sector donde domina la presencia hombres como la Federación de Industria, Comercio y Agro hubiera hasta dos féminas -también la valenciana-. «¡Ya era hora de que hubiera una mujer!», defiende esta vallisoletana, la primera al frente de esta federación de la Unión General de Trabajadores. Uno de los nombres propios que van ganando peso y subiendo en el escalafón sindical fruto de unos congresos en las dos principales centrales (CCOO y UGT) en las que ya no son todo hombres en el primer puesto.
Ni tres meses hace que llegó Vega al cargo tras un proceso congresual del que salió elegida con el 91,33 por ciento de los votos, «pero no fue fácil». «Todavía hay gente que tiene esa sensación de que una persona joven -tiene 46 años- y mujer estuviera capacitada para liderar esa federación», afirma sin tapujos. Cierto es que dentro de esa «variedad» de gente que conforma el sindicato recibió un «gran apoyo», pero «también una parte minoritaria no consideraba» que una mujer y de su edad pudiera liderar FICA. «Me exigieron y me siguen exigiendo mucho más que a los secretarios anteriores», asevera. «Hija de fasero» y con el «gen del sindicalismo dentro desde niña», presume con «orgullo de haber llegado», de ver que se van «rompiendo techos de cristal porque hemos demostrado la valía». Aunque a la vez con el ‘pero’ de que resta camino por recorrer.
Más igualdad en la base
Y con una idea clara: «No me parece ético» que se opte por una mujer «porque la foto quede más bonita». La clave, incide Vega, es «demostrar la valía», independientemente de ser hombre o mujer. Así que se marca como objetivo «aportar aunque sea un granito de arena para que se reconozca el mérito y que el esfuerzo que se pide a las mujeres sea el mismo que a un hombre». Porque, sostiene, «lamentablemente» a día de hoy «no» es igual. «¡Ojalá!», desea, que al acabar mandato las cosas hayan cambiado y que también su labor sirva de «efecto llamada» para que otras mujeres den el paso y opten a ponerse al frente de un sindicato.
Entre quienes ocupan un cargo o lo hicieron en el pasado, coinciden en que si bien la base la afiliación está más equiparada, los varones dominan a la hora acceder a una responsabilidad. Lo sabe bien Inmaculada de Pablos, toda una veterana y pionera en esto de poner cara a la reivindicación sindical. Primero como delegada en su trabajo allá por 1996 y desde 2000 a 2017 como secretaria general de la sección de Seguridad, Limpieza, Comercio y Hostelería de CCOO en Castilla y León -área que en 2014 sumó construcción- y ahora se denomina Hábitat.
«Fue ilusionante ser la primera y ver que pasado el tiempo la representación de mujeres es mayor, también en cargos de responsabilidad», no sólo los más vinculados a las féminas. Caso de la ya fallecida Belén Sanz, que antes de estrenar la década de los 90 se puso al frente del área de Mujer en Comisiones Obreras.
Así que De Pablos está «encantada y con muchísima ilusión» al saber que al frente de la organización sindical en la Comunidad se situará en unos días una mujer: Ana Fernández de los Muros tomará el relevo de Vicente Andrés. «Llegará un momento en que no sea novedad» que el nombre del líder se escriba en femenino, confía: «Ya tocaba. Ni mucho menos será la última». Pero pone deberes: «Las organizaciones sindicales también tienen que impulsar para vencer esas dificultades».
Cierto que «nunca tuve problemas con mis compañeros por mandarles», recuerda De Pablos, quien asegura que jamás sintió que «por ser mujer no me tuvieran en cuenta». «Lo que no quita que en algunas cosas recibiera alguna crítica», puntualiza, o que a ellas se les cuestionen «determinadas cosas que no se critican a los hombres, como, por ejemplo, si vas bien o mal vestida». «El problema mayor era en lo personal», recuerda, por la «carga emocional» fruto de esa «educación de estar en casa tirando» del hogar y la familia. Ponerse al frente de una sección sindical, señala, supone pasar tiempo fuera «y me sentía un poco culpable». «¡Hay que desterrarlo!», clama.
Una sensación similar a la de Victoria Zumalacárregui, secretaria de la Federación de Servicios, Movilidad y Consumo (Fesmc) de UGT en Castilla y León de 2013 a 2016. Se estrenó cuando «todo eran hombres». «A veces, también nosotras mismas, por esa responsabilidad mal entendida» de hacerse cargo de la familia frena el dar el paso, señala. Al tiempo apunta a la «falta» de jóvenes en los sindicatos como motivos de esa todavía masculinización de los cargos de responsabilidad en las centrales sindicales. Aún así, «se van rompiendo techos», valora. Lo que no evita que reconozca que «sorprende» que en un sindicato que también se define como «feminista» siga «costando» ver más mujeres en cargos en lo ‘alto’. «Queda» todavía por avanzar, asevera, aunque «poco a poco» la mujer va subiendo cotas, si bien «nos gustaría que fuera más rápido».
Ya en varias provincias
En esta organización sindical, dos mujeres están al frente del sindicato en sus provincias tras el último y reciente proceso congresual: Sara Gil, en Burgos, y Luara Saiz, en Palencia. Una responsabilidad que inauguró Nieves García en Zamora, donde estuvo como secretaria general de UGT de 2005 a 2013.
En CCOO Soria se acaba de estrenar también María Enciso, que suma el ‘puesto’ en femenino a sus colegas reelegidas en León (Elena Blasco) y Palencia (Elena Villamediana), mientras en Zamora la saliente también era mujer (Trinidad Acebes). En labores de delegada sindical desde 2010, Enciso se fue involucrando cada vez más en la vida de la CCOO, hasta que ahora ha dado el paso para ponerse al frente en un territorio como Soria.
«Ayuda», reconoce, el hecho de que sea una provincia más pequeña, donde el «trato es más familiar y cercano» y hace que «no sólo nos conozcamos de la labor sindical». De hecho, Enciso asegura que entre los compañeros «no» ha encontrado traba alguna, pues «se mira la valía». Aunque, añade, «de cara al exterior, en las mesas de negociación, sí cuesta».
Lo dice convencida de que ése es el aval, la capacidad, tras años de trayectoria que tiene Fernández de los Muros para asumir el liderazgo de la organización en Castilla y León. La primera mujer al frente de uno de los grandes sindicatos en la Comunidad. «¡Por fin!». «Es un paso importante», sostiene esta soriana. Uno de los nombres que extiende el femenino en la cúspide de unas organizaciones sindicales en las que si bien hace años que la mujer entró, a las direcciones tardaron más en llegar.