Por un día, los trajes de época han vuelto al Palacio del Marqués de Santa Cruz, la joya renacentista levantada por el mayor comandante naval de la Historia de España, Álvaro de Bazán, en Viso del Marqués, Ciudad Real. El «porque pudo y porque quiso» resuena bajo los frescos manieristas de Giovanni Battista Peroli y César de Bellis. Es la frase con la que se dice que Bazán, líder en el Mediterráneo y el Atlántico, justificaba levantar semejante edificio tan lejos del mar. También es el nombre de la asociación teatral contratada por el Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada (IHCN) para anunciar los actos previstos para conmemorar el V centenario del nacimiento «almirante invicto», nombrado I Marqués de Santa Cruz por Felipe II.
«En realidad, Bazán daba otra justificación: decía que al levantar aquí su residencia, se encontraba equidistante a los tres mares donde tenías escuadras: Cádiz, Cartagena y Lisboa», cuenta por lo bajini Andrés Pisa, el guía del palacio. Mientras se suceden los discursos de los mandos de la Armada; de la alcaldesa de Viso del Marqués, Fátima Victoria Ginés, o de los representantes de la Asociación 500 Aniversario Álvaro de Bazán, Pisa atiende serio, en un segundo plano. Pero en cuanto se lo solicitan, acude presto a explicar cada una de las pinturas, ya estén dedicadas a la mitología clásica, a exaltar su linaje o a glorificar sus virtudes militares, las que le llevaron a no perder una batalla en 50 años de lucha contra franceses, ingleses, portugueses, berberiscos y turcos.
Lo demuestra en espacios como la Cámara del Marqués, en la que se recrea un dormitorio del siglo XVI, cama y dosel incluidos. En el techo, aparece representada la familia de Bazán, y Pisa se lanza a describir los retratos de sus dos esposas, Juana de Zúñiga y María Manuel de Benavides, así como de los 10 hijos engendrados por ambas mujeres. «Con su primera esposa tuvo cuatro hijas de las que tres se metieron a monja, por eso aparecen retratadas con hábito. Del segundo matrimonio tuvo tres hijos y tres hijas, entre ellos el hijo varón primogénito que sería el heredero legítimo del título de marqués de Santa Cruz y de estas tierras», relata.
Pisa lleva ligado desde 2005 al palacio, aunque fue hace tres años cuando asumió el cargo de guía del que hace gala con orgullo seis días a la semana. «Descansamos domingos por la tarde y lunes, y con eso es suficiente», dice mientras enumera los detalles de su construcción: prendado por la belleza de los palacios de Nápoles y Génova, donde Bazán pasó buena parte de su vida, el marqués contrató a un equipo de arquitectos, pintores y decoradores italianos que trabajaron en él desde 1564 hasta 1586. Pero lo que más le divierte es señalar cada uno de los múltiples trampantojos repartidos por los 8.000 m2 de frescos que los grandes maestros pintaban disolviendo el pigmento en agua y aplicándolo sobre una capa de argamasa fresca, normalmente cal, que se había extendido previamente sobre la superficie que se quería decorar.
Por Viso del Marqués discurría el Camino Real hacía Andalucía.
«Mira ese turco. Si te colocas a la izquierda parece que te mira, pero si te desplazas a la derecha, te sigue. Se habla mucho de la Gioconda, pero aquí tenemos decenas de imágenes de igual potencia», explica con intensidad. De hecho, hay una que incluso evita. «En la primera planta hay un cuadro de un marino del siglo XIX que tiene una cara tan blanca que da miedo. Me recuerda al Conde Drácula y me impresiona desde hace 20 años. Si lo puedo evitar, lo evito».
El lienzo está junto al Salón del Linaje, donde se muestran algunas de las joyas del Archivo Histórico de la Armada que alberga el palacio. Creado en 1948, constituye una fuente esencial para conocer el desarrollo de la Marina militar y científica española.
«Es un archivo importantísimo porque contiene la historia de España y del mundo desde el último tercio del siglo XVIII al siglo XX. Calculamos que tenemos más de 40 kilómetros de papel. Es uno de los grandes archivos nacionales», explica Pilar del Campo, su directora técnica. Sus depósitos disponen de un total de 1.105 metros de superficie que se reparten por distintas dependencias del sótano, primera y segunda planta del edificio. Más de 80.000 legajos «con los que Europa aprendió a navegar».
«La celebración nos llega por la proa» se repite en referencia a los actos que durante 2026 «pondrán en valor» la figura de Álvaro de Bazán. «Su vigente legado es un ejemplo de liderazgo, visión estratégica y servicio a España», subraya el Vicealmirante Enrique Torres Piñeyro, director del IHCN. A su lado, Álvaro Fernández-Villaverde y Silva, XV marqués de Santa Cruz, asiente. Su presencia lleva a recordar que hace dos años se renovó la cesión del gran palacio renacentista a la Armada hasta 2088. Se mantiene el precio de alquiler firmado en 1949: una peseta, que se paga con el billete de 1953, el que lleva impresa la figura del propio Álvaro de Bazán. Ninguno de los presentes desmintió que para hacer frente al pago, la Armada aún guarda decenas de estos billetes tras ser retirados de la circulación.
El monumento también alberga el Archivos Histórico de la Armada.
El calendario oficial de actividades contempla, entre otros eventos, la publicación del vídeo Jornada Histórica de Álvaro de Bazán, la celebración de las Jornadas de Historia Marítima en el propio palacio o una exposición del pintor Daniel Parra sobre la Batalla de Lepanto. Precisamente, dicho enfrentamiento, en el que la figura de Bazán fue clave, no se encuentra entre los frescos del palacio diseñado por Enrique Egas ‘El Mozo’ en 1562 y cuya dirección recayó en Giovanni Battista Castello ‘El Bergamasco’, quien luego trabajó en El Escorial.
«Se cree que el gran fresco en el que se representaba la Batalla de Lepanto estaba en el techo del Salón de Honor, pero se vino abajo tras el gran terremoto de Lisboa de 1755», aclara Pisa, quien señala un grafiti en una pared donde se señala el día del desastre: 1 de noviembre. Se cree que el gran temblor derribó las cuatro torres de las esquinas del palacio que las crónicas de Felipe II describían como «magníficas».
Cuando el bullicio baja de decibelios y el palacio vuelve a recuperar su silencio habitual, emerge la voz del alférez de navío -un grado militar de la Armada equivalente a teniente en otros ejércitos- Juan Manuel Mestre, conservador del palacio y director del Archivo-Museo. «Bazán tenía en Granada su casa, pero aquí, su señorío. Alrededor de su figura es importante destacar a su padre, que sirvió a Carlos I en la guerra de las Comunidades de Castilla y recibió los señoríos del Viso del Puerto y de Santa Cruz de Mudel», señala Mestre, destinado desde hace cinco años en Viso del Marqués, población de 2.000 habitantes. Su condición de aldea fronteriza ya se destacaba en la Reconquista, donde es citada en las crónicas del siglo XII sobre el rey Alfonso VII‘El Emperador’ como la principal vía de comunicaciones entre La Mancha y Andalucía.
El palacio cuenta con 8.000 metros cuadrados de frescos en sus techos y paredes.
Ligado a la Armada desde que tenía 16 años, Mestre siempre había vivido cerca del mar, donde el viento sopla de Poniente. Ahora, se enfrenta a los fuertes vientos de la Mancha, los mismos que amenazan el color de los frescos del palacio. Todo «un reto» que le ha hecho sumergirse en esa parte de la historia que no siempre trasciende.
«Para mí, Bazán fue uno de los grandes empresarios de la época. Todo un emprendedor que vio que el Camino Real era una gran fuente de dinero: hospedajes, impuestos… Además, con sus matrimonios fue escalando en la escala social hasta convertirse en noble», destaca Mestre, que tiene en la cabeza la vida y milagros de quien Miguel de Cervantes definió como «padre de los soldados» en el capítulo XXXIX de Don Quijote de la Mancha.
Un palacio que fue colegio y granero
«Fue su hijo, Álvaro de Bazán y Benavides, el que se puede decir que se desentendió del Palacio. No le prestó la dedicación de su padre ni llegó a rematar las cosas que le faltaban», añade Mestre. Declarado monumento nacional en 1931, el palacio estuvo a punto de ser destruido por las tropas austracistas de Edward Hamilton durante la Guerra de Sucesión Española. Sufrió numerosos daños por parte de los franceses durante la Guerra de la Independencia y cuando estalló la Guerra Civil había servido de granero, establo, colegio, cárcel y hospital.
Aunque originaria del valle del Baztán, en el Pirineo navarro, la familia Bazán se trasladó a Granada, donde nació Álvaro en diciembre de 1526. Nombrado por el Felipe II Capitán General de la Mar Océana, Álvaro de Bazán fue el primero en usar los galeones en un gran combate naval y el creador de la infantería de marina, los actuales marines. Le llegó la muerte el 9 de febrero de 1588 cuando preparaba, no con pocas desavenencias con el monarca, la Gran Armada. La peste impidió saber si habría mantenido su condición de invicto en la invasión de Inglaterra.



