Lo sospechábamos y faltaba la prueba. Hasta ayer barruntábamos una posibilidad remota, a modo de test, para ver si estábamos cegados por pertenecer a la fachosfera. ¿Es posible que estemos tan hartos del tirano corrupto que vemos un delito en todos y cada uno de sus actos? Lo mismo nos estábamos pasando con el figurín del Falcon, ese mismo que lleva desaparecido para la prensa desde hace 40 días con sus 40 noches. De hecho, nos abroncó hace meses diciendo que la acusación era un bulo de la pseudo prensa, con jueces prevaricadores, en una especie de golpe blando, y que, con el tiempo, habría que pedir perdón al bueno de García Ortiz.
¿Y si estábamos haciendo bullying a Sánchez? Sus periodistas sincronizados repetían constantemente que era un lawfare como la copa de una turbina eólica, y que si el Fiscal General del Sanchismo había borrado su móvil presuntamente incriminatorio era siguiendo un protocolo que después se demostró que no existía. Pero dio igual. Quizá éramos malas personas, refractarios al progreso que encarna el Gran Timonel del PSOE, y habíamos caído en la trampa de los «señores con puro» que conspiran en los «cenáculos de Madrid».
Sin embargo, ahora tenemos una línea en el auto del juez instructor considerando que hay indicios suficientes para empurar a García Ortiz y que señala que hubo «indicaciones de Presidencia del Gobierno». La escena pudo ser así: Sánchez supo por el fiscal de la existencia del email privado, y dio la orden para se filtrara por razones políticas. El instructor aventura esta posibilidad en una línea del auto, insisto. Es una línea, solo una, pero recordemos que también solo fue una línea la que sirvió para acusar de corrupto a Mariano Rajoy y a su partido en 2018 y justificar la moción de censura. No sucederá esto ahora, ni dimitirá el fiscal ni habrá elecciones anticipadas. Nos tragaremos su arrogancia hasta el último momento y quedaremos frustrados.
Esta impotencia ante el autoritarismo corrupto nos debería enseñar varias cosas. La primera es que el Poder Judicial ha de ser absolutamente independiente del Ejecutivo. Es intolerable, un suicidio, que salga adelante la reforma que otorga la instrucción de los delitos a una fiscalía entregada a un Gobierno que no es de fiar. Los fiscales deben ser autónomos para que la democracia funcione. Esta es una necesidad básica, como reformar el Tribunal Constitucional. El sanchismo está pensando recurrir el auto del juez instructor ante este tribunal para retrasar el juicio oral de García Ortiz. Esto congelaría el proceso uno o dos años, justo para que se olvide y no afecte a las elecciones. ¿Alguien duda de que Conde-Pumpido haría lo que fuera para favorecer a Sánchez? Pues eso.
«La izquierda en España se distingue por desacreditar al dirigente como estrategia para debilitar la institución que lidera»
Lo peor es que el delito se haya cometido siguiendo «indicaciones» de Presidencia del Gobierno, con la conciencia de la impunidad, del no pasa nada, con la seguridad casi completa de no tener castigo en las instituciones ni en las urnas. De ahí las declaraciones de Félix Bolaños, el ministro para todo haciendo de abogado defensor de García Ortiz, o los post de Óscar Puente diciendo que la oposición real a Sánchez es el Poder Judicial, lo que desautoriza uno de los tres pilares de la democracia.
Esa es otra. La izquierda en España se distingue por desacreditar al dirigente como estrategia para debilitar la institución que lidera. Lo hace con la monarquía y la Iglesia, pero también con cualquier partido o tribunal. Así ha sido históricamente y lo sigue siendo, como lo vemos en los casos de presunta corrupción de Begoña Gómez, el hermanísimo y los servidores más cercanos de Sánchez. El mecanismo lo tiene tan asimilado que sus dirigentes no son capaces de dimitir cuando la institución que gobiernan se ve manchada por su gestión. Su falta de respeto institucional y de dignidad van a la par.