En pie los tendidos. De cartel la larga cambiada que El Juli ha pegado a Ernest Urtasun. Y sin despeinarse, con el dominio de una figura que ha marcado una época y con la naturalidad de un torero que no le teme a bravos ni a mansos pregonados. Julián López, que se despidió de los ruedos hace un año, se ha marcado la faena de más categoría del broche de temporada. «Señor ministro, usted no aplaude, yo le saludo». Y ya en el prólogo arrancó el ole de la afición, que se destocó cuando siguió: «Feo detalle señor ministro en una persona de su situación y responsabilidad». Así lo ha escrito Julián López ‘El Juli’ en su perfil de Instagram tras recoger anoche el premio Nacional de Tauromaquia. Ni aplaudió Ernest Urtasun ni el secretario de Estado, Jordi Martí Grau, cuando los Reyes entregaron el galardón a una máxima figura del toreo ni tampoco cuando lo recogió la Casa de Misericordia de Pamplona, encargada de organizar la Feria de San Fermín y que cumplen «una extraordinaria labor asistencial», según nota ministerial.
«Soy el último torero en recibir este premio tan importante y estoy seguro de que volverá la cordura, la responsabilidad y que en un futuro próximo muchos compañeros lo volverán a recoger de manos de un ministro con educación que no censure nuestra profesión», subraya el diestro madrileño, afincado ahora en Extremadura, que recibió este premio –cuando aún estaba Miquel Iceta de ministro– por una «extraordinaria trayectoria» que lo llevó «desde sus inicios como niño prodigio a consolidarse como una figura de época».
Y continúa con torería deletreando el vedadero sentir y significado de la cultura: «La tauromaquia es inclusiva, la cultura es del pueblo, no pertenece a ideologías políticas y su obligación como ministro es protegerla, defenderla y promoverla por encima de sus gustos personales».
Ya el pasado mayo, cuando se conoció que Urtasun vetaba definitivamente a la tauromaquia y la dejaba sin premio nacional en esta edición, El Juli se expresó así en las páginas de ABC: «Esta es la decisión de un ministro que no ejerce su papel para todos, sino para solo una parte de la población en la que no incluye al mundo artístico que más representa a España a nivel internacional. Un ministro de Cultura tiene la responsabilidad de fomentar y de promocionar nuestras culturas, nuestras tradiciones, y con esta indignante decisión hace todo lo contrario».
Aquel día 3 del mes de San Isidro todo el planeta taurino salió en tromba en defensa de la Fiesta tras la decisión ministerial de dar la puntilla a un galardón creado en 2011 por José Luis Rodríguez Zapatero para reconocer al sector. «Los ministros pasan, pero la tauromaquia queda», dijo entonces el presidente de la Fundación del Toro, Victorino Martín. Una reflexión planteaba otro ganadero, Eduardo Miura: «¿Van a retirar de los museos las obras de Picasso y Goya inspiradas en los toros? Están siempre pegando tiros contra la Fiesta». Precisamente, los hermanos Miura habían recibido en abril la Medalla de Bellas Artes, concedida también durante la etapa de Iceta. En esa ocasión, Urtasun sí tocó las palmas a los criadores de Zahariche mientras les estrechaba la mano con una sonrisa de oreja a oreja. Ni rastro ahora: gesto serio y ni un aplauso a El Juli. Como dicen profesionales y aficionados, la tauromaquia, que es cultura, merece otro ministro: «Más educación y menos censura».
