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El heroico nicho de los libros religiosos: «Lo complicado es rejuvenecer a público y autores»

by Marko Florentino
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«Comparado con otros sectores del mundo editorial, el del libro religioso es bastante estable y lineal, no hay grandes picos de subidas y bajadas. Tenemos un público fiel, acostumbrado a comprar, leer y comentar las novedades, y no dependemos de modas puntuales, lo que favorece la regularidad», resume José María Bargueño, director comercial de Ediciones Palabra y coordinador de la Comisión de Editoriales del Libro Religioso (CELR), compuesta por alrededor de 30 editoriales, una decena propiedad de congregaciones religiosas y el resto laicas que ofrecen contenido espiritual más diverso en cuanto a temáticas y géneros.

¿Pero cuáles son estas cifras estables? Igual que toda la industria editorial -que en 2023 alcanzó un nuevo récord de facturación: 2.850 millones de euros– la literatura religiosa lleva años en ascenso. El pasado ejercicio el sector, incluido como una de las categorías que conforma la no ficción, vendió en España algo más de 4 millones de ejemplares y facturó unos 44 millones de euros, un 1,6 % del total de la industria, como reflejan los informes anuales elaborados por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), recién publicados. Ciertamente parece una parte pequeña del pastel, pero hay que pensar que todos estos datos llevan en ascenso, moderado pero constante, desde hace más de una década.

Sin embargo, a pesar de su resiliencia y de contar por su propia idiosincrasia con un lector fiel, el sector tiene varias amenazas. La primera, el laicismo. «Cada año que pasa, España es un país más laico, eso es una realidad, y, por supuesto, se nota en las ventas, pues nuestro público objetivo en una sociedad secularizada es cada vez menor», afirma Bargueño. Otro problema es la edad media de los lectores. «Es un nicho cada vez más pequeño y cada vez de mayor edad, lo que es un riesgo serio», tercia Manuel Oriol, editor de Ediciones Encuentro, fundada por su padre en 1978, especializada en pensamiento y espiritualidad de manera amplia y con una potente colección de libros religiosos. «Es complicado encontrar nuevos lectores jóvenes y, especialmente, autores jóvenes que traten estos temas de forma que consigan enganchar a nuevos públicos, pero ahí está el reto».

Progresivamente, editoriales como Palabra, Voz de Papel o Cristiandad han ido añadiendo a los tradiciones libros de oraciones, evangelios y tratados de teología otros productos más generalistas, atractivos y orientados a públicos más masivos. «Sin dejar de lado nuestra visión del mundo, el humanismo cristiano, publicamos obras más orientadas al desarrollo personal, testimonios y casos prácticos, biografías, incluso novela juvenil«, apunta Bargueño. En el caso de Encuentro, Oriol explica que esa idea aperturista y transversal es «el alma de lo que somos. Para mí lo ideal sería publicar libro religioso que interesara al público no religioso, obras que indaguen y expliquen cuál es el papel del cristianismo en una sociedad mayoritariamente laica como la actual, pero aún necesitada de espiritualidad».

Superventas más allá de la Biblia

Lejos, como vemos, de las grandes cifras de otros géneros, esta literatura también cuenta con sus súper ventas entre los que destaca, cómo no, la Biblia, «un valor seguro de referencia», de la que la editorial Verbo Divino es la mayor productora global. Pero también se hacen hueco escritores como el jesuita José María Rodríguez Olaizola, autor de Mapa humano, La palabra desencadenada y Bailar con la soledad o María Vallejo-Nágera, «que también ha escrito mucha novela histórica y cuyo ensayo Paseando por el cielo se acerca a los 20.000 ejemplares. Además, muchos de estos autores son bastante reconocidos en América también».

Por su parte, Oriol destaca los libros del obispo y monje cisterciense noruego Erik Varden, especialmente Castidad. La reconciliación de los sentidos, «una sorpresa muy grata. Es un hombre de hoy que a la vez vive y cuenta su fe con gran frescura y muchos ejemplos contemporáneos, ahí reside su espectacular éxito». Incluso hay casos como el del sacerdote Pablo d’Ors, cuyas extraordinarias ventas -sus Biografías de la luz y del silencio y Los contemplativoshan superado a nivel global los 350.000 ejemplares y se han traducido a más de diez idiomas– se han dado en editoriales no especializadas en esta literatura, como Siruela y Galaxia Gutenberg.

A su juicio, «la sociedad secularizada en la que vivimos es, hasta cierto punto, un espejismo, pues la realidad es que en el mundo más del 90% de población sigue creyendo en Dios. Y en el mundo cristiano esto tiene su reflejo en un sector editorial muy potente». No obstante, d’Ors reconoce la necesidad de buscar nuevos públicos. «Es lo que yo estoy modestamente intentando, no desvincular la religión de la espiritualidad, mostrar que la religión es una de las fuentes de la espiritualidad, hasta ahora en Occidente, la más importante«.

Y se queja de la paradoja de que nuestras sociedades rechacen los libros religiosos mientras que la espiritualidad de otras culturas gana peso. «Europa debería perder su prejuicio anticristiano y antirreligioso, que nace de identificar la religión como algo primitivo y mítico, en lugar de volcar su espiritualidad, un rasgo inherente al ser humano, en otras tradiciones ajenas».

Invisibilidad mediática y bajos precios

La percepción que denuncia d’Ors centra otra crítica de Bargueño, el escaso eco mediático que sufren los productos del sector. «Dentro del mundo editorial somos los más invisibles. Por eso, intentamos llegar al lector desde otras perspectivas: por redes sociales, a través de las parroquias, de grupos religiosos. También está el nicho de webs religiosas y blogs, de revistas especializadas. Otras formas, como digo», resume el director del CERL.

Además, denuncia el insuficiente apoyo de un pilar del mundillo, las librerías. Están las estrictamente religiosas, como la centenaria Balmes de Barcelona o las Paulinas de Madrid, que hacen un gran trabajo, además de las diocesanas de cada ciudad, pero en las generalistas, y ya no digamos en las grandes superficies o cadenas como la Casa del Libro, lo tenemos imposible«. Algo que a Bargueño le parece «muy triste y le da mucha rabia, sobre todo viendo que sí apuestan por una espiritualidad de otro tipo, desde libros de la trasnochada filosofía new age hasta religiones de otras culturas, que copan las secciones de estos lugares en una mezcla muy rara y casi ajena al cristianismo».

A todo lo comentado, hay que sumar una debilidad intrínseca de los libros religiosos, su bajo precio. De media, los ejemplares de esta temática se venden por 9,13 euros, el más bajo de toda la no ficción, que se sitúa en 16,12 euros. La explicación reside en que, según explica Bargueño, «hay mucho libro que vende bien, como los libros de oraciones diarias o los comentarios de los Evangelios, volúmenes pequeños y de uso cotidiano, que no superan los 3 euros«.

Otro caso son las encíclicas papales, otro gran best seller. «Aunque es verdad que Francisco tiene menos tirón que otros papas, estos documentos venden miles de ejemplares, pero su precio ronda los 5 euros. Todos estos formatos suman grandes ventas pero a bajo precio, lo que baja mucho esta estadística en la que entran otros productos cuyo valor sí compite con los libros generalistas».

América al rescate

Si la situación es esta en España, con sus luces y sombras, una de las grandes claves para comprender este sector reside en América, el actual gran salvavidas del libro religioso, como se ve cada año en LIBER, el escaparate profesional del sector, donde cada año se cierra el grueso de las exportaciones al continente, que suponen para las editoriales del ramo un 60% de su facturación anual. En 2023 España facturó con sus exportaciones unos 350 millones de euros, de los cuales 200 correspondieron a los países americanos, según datos de la FGEE. «Allí somos más potentes que en España, que es la sede del libro religioso internacional. Uno de cada cuatro ejemplares vendidos en América es un libro religioso«, sostiene Bargueño. Eso reporta al sector 25 millones de euros anuales, más de la mitad del total, repartidos en casi casi 10 millones de ejemplares.

Esta realidad arroja lecturas sorprendentes. Estados Unidos es el segundo país americano que más libros españoles importa, superando a Argentina y sólo por detrás de México -que en los últimos años ha superado a su vez a Francia como principal país importador- y de Francia y Reino Unido. Es destacable que en EEUU los libros religiosos son el género más vendido tras las novelas, único caso en el mundo. En cuanto a la exportación, Manuel Oriol matiza que «muchos de esos libros religiosos, un buen porcentaje, son únicamente Biblias».

Sin embargo, reconoce que «no hay que olvidar que, en la actualidad, más de la mitad de los católicos del mundo reside en Iberoamérica, un territorio emergente donde el nivel cultural es en muchas regiones similar al europeo y que cuenta con países con una gran población y eso se nota». Hasta hace no mucho las exportaciones se hacían a la antigua usanza, pero el editor explica que gracias al desarrollo de la impresión bajo demanda están imprimiendo cada vez más allí. «Si hay demanda en Paraguay u Honduras, en México o Argentina, se puede imprimir directamente allí, algo que cambia las reglas tradicionales de la exportación».

Y permite, además de ganar velocidad, eliminar uno de los problemas clásicos, la multiplicación del precio. «Si un libro valía en España 20 euros antes lo encontrabas en Argentina por 40, un precio prohibitivo para un latinoamericano común. La impresión local permite abaratar costes y poner precios, al menos, equivalentes a los europeos y eso es una gran ventaja que lo convierte en un mercado que puede ganar mucho peso en el futuro», sostiene.

Esperanza de futuro

Pero más allá de poner su fe en el otro lado del charco, los editores de libros religiosos españoles mantienen la esperanza en la sostenibilidad dentro del mercado nacional. «Hemos hablado de las dificultades, que existen, pero justamente pueden ser oportunidades. En cierto modo, que nuestra sociedad haya dejado de ser mayoritariamente cristiana implica que haya un mayor interés en lo religioso que hace 20 o 30 años, cuando donde todo el mundo ya pensaba que sabía lo que era cristianismo», apunta Oriol.

«Un joven de hoy no sabe prácticamente nada del cristianismo, de la espiritualidad, y nosotros notamos una vuelta de lo religioso, una necesidad de algo más de lo que ofrece la vida moderna. Y ciertamente las religiones son un cauce para esas inquietudes», reflexiona. Bargueño, por su parte, señala algo similar. «Está habiendo en los últimos tiempos movimientos muy multitudinarios e interesantes. Por ejemplo, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) del año pasado en Portugal o movimientos como el de Hakuna, que pretende llegar a la fe desde la música, se están notando».

A su juicio, desde el confinamiento la espiritualidad ha ganado enteros. «La gente está buscando el sentido a la vida más que hace unos años, reflexiona, indaga, se preocupa más del mundo espiritual. Y dentro de la espiritualidad, ¿por qué no el catolicismo?», se pregunta. «La propia lectura también ha crecido mucho después de la pandemia, entonces hay que ser optimistas. Nunca hemos esperado crecimientos espectaculares, pero por lo menos esperamos seguir dando a la sociedad nuestro servicio. Al fin y al cabo, es lo que busca toda literatura».





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