Tanto la devoción como el nombre de la Virgen son cuanto menos curiosos ya que sus orígenes se remontan a la Edad Media, tras la labor colonizadora de la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén en la región que el Santo Rey Fernando donó al priorato castellano-leonés y que denominaron ‘Septefilas’ o ‘Sietefilas’. Por la situación estratégica, el poblado de Setefilla dio nombre a la circunscripción entera, pese a estar a dos leguas de Lora del Río.
En dicho poblado se construyó una iglesia dedicada a Nuestra Señora bajo la advocación del misterio de la Encarnación y se mandó a esculpir una imagen gótica, de 71 centímetros de altura. Siglos más tarde, fue conocida como la Virgen de Setefilla por el lugar en el que se encontraba, y que con el paso de tiempo y la despoblación del mismo, Lora del Río se convirtió en cabeza de comarca y comenzó la Virgen a tener periodos de ‘idas y venidas’ de la Ermita al núcleo de población y viceversa.
«Mater Admirabilis, sentada sobre un castillete, con el Niño Jesús en su regazo en ademán de mostrarlo al pueblo, tenía la Virgen calzado negro y puntiagudo, cabellos dorados, el manto pintado de azul salpicado de estrellas y guardilla de oro, y túnica grana, traje típico de las galileas», señalan desde la hermandad.
Idas y venidas
Ya en el siglo XVI hubo una despoblación de la aldea y la Virgen quedó en manos de Lora del Río. Así había periodos en los que iba al pueblo, ‘las venidas’, a la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, pero todavía seguía manteniendo a muchos devotos que acudían a visitarla a su iglesia en la aldea. Eso sí, siempre había y hay fecha de ida y de venida, del pueblo al Santuario y viceversa. Aparte de las fiestas de la Encarnación empezó a haber celebraciones en torno al 8 de septiembre, en el siglo mencionado.
A finales del siglo XVI cambian los gustos y la imagen de Nuestra Señora comienza a ser vestida, por mandato del Cabildo Municipal, como se La conoce hoy: con un vestido de gran dama, a la moda española de la época. Todo el atavío de la Virgen y el Niño fue evolucionando, pero sin perder su traza primitiva, realzando los valores iconográficos de la Imagen con un rico ajuar acumulado durante siglos. Principalmente, gracias a las donaciones de los fieles ya que le agradecen favores y encomiendas; además, para las idas y venidas, empiezan a darse limosnas.
La imagen primitiva databa del siglo XIV pero fue destruida en los sucesos de 1936 y la actual es obra del escultor Agustín Sánchez Cid (1938). Fue coronada canónicamente el 8 de septiembre de 1987.
En la procesión será llevada por los hermanos a hombros, sin música, y una vez finalice el recorrido oficial entrará en la parroquia de San Andrés.