El Papa Francisco ha pasado un sábado difícil y su estado clínico «sigue siendo crítico», «con más dolor que ayer», según han detallado los médicos, que insisten en que «no está fuera de peligro». En el noveno parte médico, publicado a última hora, revelan que por la mañana había tenido una crisis respiratoria prolongada. Además, necesitó recibir una transfusión de sangre para afrontar una falta de plaquetas relacionada con la anemia.
La situación ya podía intuirse dada la breve declaración del portavoz del Vaticano Matteo Bruni, a las 8 de la mañana. Decía sencillamente que «el Papa Francisco ha descansado bien». Evitaba precisar si se había levantado, había desayunado y había transcurrido tiempo sentado en el sillón, como sí había hecho hasta ahora.
Por la noche llegó la hora de la verdad. «El estado del Santo Padre sigue siendo crítico, por lo que, como se explicó ayer, el Papa no está fuera de peligro. Esta mañana, el Papa Francisco ha presentado una crisis respiratoria asmática prolongada, que también ha requerido la aplicación de oxígeno a alto flujo», comenzaba el parte médico, más largo de lo habitual. «Los análisis de sangre de hoy también mostraron una plaquetopenia, asociada a anemia, que requirió la administración de hemotransfusiones. El Santo Padre continúa alerta y ha pasado el día en un sillón, aunque con más dolor que ayer. Por el momento, el pronóstico es reservado», concluía.
El comunicado dejaba entender que el noveno día que Francisco pasa en el Hospital Policlínico Gemelli ha sido la jornada más complicada de esta convalecencia. Mientras que hasta ahora los médicos empleaban la palabra «complejo» para describir la situación clínica del Papa Francisco, este sábado la describieron con el término «crítico», que remite a una mayor gravedad. El Papa no ha podido trabajar y quizá tampoco recibir la comunión, pues no se menciona.
La crisis respiratoria, según describió este viernes el director del equipo médico que está tratando al Papa en el Gemelli, Sergio Alfieri, es especialmente dolorosa, por la desagradable sensación de ahogamiento. Para afrontarla, llevaron al Pontífice al sillón, de modo que estuviera derecho. En el caso de Francisco estas crisis son especialmente delicadas porque es un paciente de 88 años con una bronquitis asmática y bronquiectasias crónicas. El comunicado no intenta maquillarlo, el Papa estuvo «con más dolor que ayer».
La jornada más complicada
El Pontífice se está alimentando autónomamente, y recibe asistencia de oxígeno a momentos alternos, aunque este sábado han necesitado aumentar la intensidad para abordar la crisis respiratoria. No está entubado ni utiliza mascarilla. Los análisis de sangre que el viernes y el jueves dieron resultados optimistas, revelaron este sábado una anemia y falta de plaquetas, que en ciertos casos podría ser señal de una infección, y por eso los médicos han optado inmediatamente por una transfusión.
Son horas decisivas, pero el Papa tiene un corazón fuerte y no está dispuesto a rendirse. Los médicos están intentando comprender la causa de esas nuevas dificultades y valorar cómo está respondiendo a la terapia farmacológica y concluyen que el «pronóstico es reservado», esto es, que no pueden predecir cómo evolucionará. El cuadro que presentan es coherente con la evolución de la situación «compleja» que ya describieron los doctores en la rueda de prensa de este viernes en el Hospital Policlínico Gemelli y que mencionaban en los sucesivos partes médicos de esta semana. «El Papa no está fuera de peligro y tiene abierta la puerta a las dos posibilidades», avisaron.
Cuando el portavoz del Vaticano ha presentado esta información en un encuentro informal en la oficina de prensa ha usado un tono serio y sereno, sin intentar desdramatizar la situación. En cualquier caso, anoche no consideró necesario aumentar el horario de apertura de la oficina de prensa, pues no era verosímil que llegaran nuevas informaciones desde el policlínico.
Por segunda semana consecutiva, este domingo el Papa guardará silencio a mediodía durante el ángelus. Es la tercera vez que cancela este encuentro semanal con los peregrinos, que solía tener desde la ventana del Palacio Apostólico que asoma a la plaza de San Pedro. La primera fue en 2023, inmediatamente después de la cirugía en la que le extirparon varios centímetros del intestino. La segunda fue la semana pasada. Los médicos le han aconsejado que no se asome tampoco este domingo a la ventana del hospital ni siquiera para una bendición, y que tampoco gaste fuerzas en enviar un video mensaje desde su capilla privada. Francisco ha obedecido. En su lugar, tiene previsto enviar un mensaje especial, como hizo el domingo pasado.
La noticia del empeoramiento de sus condiciones clínicas atrajo a decenas de católicos y peregrinos a las inmediaciones de la basílica de San Pedro, a cuatro kilómetros del Gemelli, pero espiritualmente cercana al Papa Francisco.