No sé cómo va a dejar Donald Trump a su país y a cuantos giramos en torno a EEUU. Sin embargo, ya hay personas perfectamente cuerdas que se han atrevido a decir lo que piensan. El primero es el actor Robert De Niro: «Trump es un payaso empeñado en destruir la democracia estadounidense». El segundo es el escritor español Javier Marías, quien dejó escrito lo siguiente: «Se trata de un sujeto muy enfermo que debería ser curado de sus adicciones, la mayor de la cuales es sin duda su necesidad de actividad pública, de tener las miradas puestas en él permanentemente, de no pasar una hora sin proporcionar sobresaltos y titulares, provocar agotamientos y enfados, crisis diplomáticas y tambaleos del mundo».
Se diría que Javier Marías describió lo que viene haciendo Trump la última semana, pero Marías lo escribió hace ocho años, al inicio del primer mandato presidencial del tipo que ahora quiere la paz en Ucrania dándole la mano al invasor (Putin) y pidiéndole al agredido (Zelenski) unas cuantas bicocas.
En unas declaraciones desde el Despacho Oval, auténtico púlpito papal y donde firmó una serie de órdenes ejecutivas, Trump ha declarado: «Ya hemos negociado nuestro acuerdo con Ucrania sobre tierras raras». También apuntó que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, podría viajar a Washington este mismo viernes para firmar el pacto. «He oído que va a venir este viernes, por mí está bien si él quiere». Además, anunció un arancel general del 25% para todos los bienes que vayan desde Europa a los EEUU. Un palo sobre los lomos de la industria y la agricultura europeas. Si así se trata a los amigos, cómo se tratará a los enemigos.
Washington reclama el costo de la ayuda militar a Ucrania durante los tres años que ya dura la guerra. Pero asimismo sostiene que tal acuerdo vinculará las dos economías y generará un incentivo para que Estados Unidos proteja a Ucrania, pues protegerá también su inversión.
Trump cargó contra Zelenski porque, según su versión de los hechos, este había tratado mal a su secretario del Tesoro, Scott Bessent, cuando visitó Kiev el 12 de febrero. Bessent se citó con Zelenski con un único punto en la agenda: el de presentar al mandatario ucraniano un acuerdo de cesión de minerales que debía ser firmado ese mismo día. El diario Financial Times aseguró a este propósito que Zelenski reaccionó indignado y a gritos. La prensa ucraniana también ha desvelado que en la Conferencia de Seguridad de Múnich, celebrada este febrero, la delegación estadounidense exigió a Zelenski que firmara la propuesta durante su visita. El presidente ucraniano se volvió a negar, lo que provocó la ira de Trump.
EEUU ha sido hasta el desembarco de Trump un país amigo, si bien para el izquierdismo nacional tanto la OTAN como los EEUU representaban el capitalismo que ese izquierdismo estaba decidido a seguir combatiendo, pese a la caída de la URSS y las muestras perversas de países latinoamericanos bajo la bota de los Castro, de Maduro o de Ortega. En esa visión también sigue influyendo el recuerdo del referéndum de 1986.
Para muchos españoles todo esto ha cambiado con la traición de Trump a Ucrania y con la amenaza de que Trump puede dejar a Europa a los pies de los caballos de Putin.
