Desde el 10 de marzo, los casi 7.500 vecinos de Villa del Prado, un pueblo conocido por el sobrenombre de la huerta de Madrid y del que salen a diario 40 camiones cargados de verduras, no tienen agua potable debido al desbordamiento del río Alberche por las lluvias extraordinarias y al continuo desembalse de la presa de Picadas, que sigue soltando aunque hace casi una semana que no llueve. No es que esté contaminada, asegura el Ayuntamiento, sino que su índice de turbidez ―uno de los parámetros que miden la calidad del agua y que se refiere a su claridad, es decir, a la cantidad de partículas en suspensión que contiene― rebasa el límite, lo que hace que “no sea apta para el consumo”. Aunque el Ayuntamiento esperaba que se solucionara en un par de días, ahora no se atreven a apuntar una fecha porque va a volver a llover.
Un “sufridor de las aguas turbias” es Agustín Gañán García, un sargento de bombero jubilado que graba y comparte vídeos a diario en los que se puede ver el agua parduzca que sale de su grifo. Gañán se queja de falta de información, ya que desde “el 10 de marzo, cuando pidieron que no se bebiera el agua, no ha habido ninguna noticia más” del Ayuntamiento. “No dicen ni pío y esto dura ya 24 días”, lamenta por teléfono. En su cruzada por un agua limpia, Gañán ha escrito al director del Canal de Isabel II, a la consejera de Sanidad, a la Oficina de Atención al Ciudadano de la Comunidad, al Ayuntamiento por Facebook y por WhatsApp… “Y no me dicen nada, ni pesao, salvo repetirme como un mantra el acuso de recibo y que tramitarán mi petición”, resume sobre lo infructuoso de sus pesquisas.

Este bombero jubilado denuncia que no es la primera vez que ocurre en los últimos años: “Antes, nunca habíamos tenido problemas, pero ahora viene sucediendo reiteradamente desde la dana del 3 de septiembre de 2023, la que se llevó por delante tres puentes de Aldea del Fresno con Villa del Prado, Chapinería y Villamanta. El Alberche arrastró tantísima arena que el lecho ha subido casi un metro”.
El municipio se autoabastece a través de tres pozos y es de los pocos de región que no depende del Canal, que sí se encarga de las aguas residuales. “El problema es que los pozos están a menos de 10 metros del río, que desde la dana, cada vez que llueve un poco, los inunda”, indica. Según sus cuentas, “es la sexta vez que el agua viene turbia” y la que más está durando porque la riada ha sido inédita, “el cauce ha llegado a tener 300 metros cuando lo normal es de 80 a 100″.
Gañán apunta que las dos cisternas del Canal, una para el pueblo y otra para la residencia de ancianos, son “un parche” que solo soluciona el agua de boca, pero qué pasa con la lavadora y el lavavajillas, de los que salen platos y ropa más guarros de lo que entraron, con los calentadores reventados, con los bares, que no pueden poner ni un café ni servir una bebida con hielo, con las duchas… y con los estómagos. “Tengo un nietecito de nueve meses que lleva una temporada con cagalera y vomitando, no puedo afirmar que sea como del agua, pero lo bañamos en ella y puede haber bebido”, señala el bombero, que fue 16 años concejal del PSOE en la oposición.
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Debido a la crecida del río y a su desbordamiento a su paso por Villa del Prado, el agua puede…
Publicada por Ayuntamiento Villa del Prado en Lunes, 10 de marzo de 2025
A este vecino le puede la indignación y la impotencia “de que sea la sexta vez que pasa y no digan qué medidas están tomando”, al tiempo que lo desalienta que la mayoría de los vecinos asuma “esta situación de peligro” sin rechistar: “Aquí no protesta ni Dios”. Alguna queja hay en la página del Ayuntamiento en Facebook, como la de Llerena Kerly, que pregunta qué está haciendo “para dar soluciones a un problema de salud (diarrea o vómitos) por culpa del agua”. “Y no me sirve que digan es que tenéis una cisterna. Ya estamos hartos de pagar un servicio que no sé puede utilizar, daño en los termos, lavadoras, etc.”, critica. Otro vecino, Sergio Rubio, apunta que el sistema de pozos no es viable: “Tenemos tuberías de fibrocemento que son cancerígenas y agua que no es agua, es barro y con una cal extrema que tapona los grifos”.
Entrevistada por teléfono, la alcaldesa, Belén Rodríguez Palomino, del PP, aclara que ”el agua no está embarrada” en esta ocasión, como sí lo estuvo durante más de un mes tras la dana, “sino que su turbidez está por encima de la normativa”. La alcaldesa también culpa “de todo” a la dana, que “trastornó el sistema de abastecimiento que había funcionado perfectamente hasta ahora”. Admite que en el año que duraron las obras para reconstruir los puentes, de septiembre a julio de 2023, se reprodujeron los problemas con el agua “cuando llovía”, pero lo reduce a “dos o tres episodios de agua embarrada”. “Desde julio no había habido ningún problema”, asegura.
💧Los embalses de la cuenca del Tajo están al 82,36% de su capacidad.
⬆️Esta semana almacenan 9101,47 hm³ y superan el máximo histórico registrado la semana pasada.
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— Confederación Hidrográfica del Tajo (@chtajo) April 1, 2025
Ahora, el agua está amarilla porque el pueblo ha sufrido “unas lluvias que no se recuerdan” y, aunque hace casi una semana que no cae agua del cielo, los ríos siguen desbocados y los embalses, soltando agua. “Picadas ha llegado a desembalsar 350 metros cúbicos por segundo y ahora 105″, cifra Rodríguez, lo que mantiene al río “desbordado en más de 800 metros”. La buena noticia es esta agua “viene limpia del embalse”, por lo que “se ha rebajado más de la mitad de la turbidez”, pero aún no se puede beber. “Esperábamos que estuviera clara en un par de días, pero como las previsiones apuntan a más lluvias el jueves y el viernes, así que no podemos dar una fecha”, lamenta Rodríguez, que pide “paciencia” a los vecinos, a los que agradece su comprensión.
La regidora descarta que esté causando problemas de salud: “Se están registrando cero consecuencias sanitarias, no hay aumento de gastroenteritis, según la Consejería de Sanidad, que ha realizado los análisis pertinentes, a los que se suman los que hace la empresa que tenemos contratada, que de la dana aquí ha triplicado sus servicios”.
¿Y qué medidas se han tomado? El Ayuntamiento, consciente de que “la cosa pinta mal y el clima ha cambiado tanto que no sabemos qué va a pasar”, tiene abiertas dos vías paralelas, ambas con plazos largos y plagadas de trámites en una zona medioambientalmente protegida. Una, trabajar con la Comunidad y la Confederación del Tajo para abrir un nuevo pozo más lejos del río, lo que “es bastante difícil porque no hay espacio hasta las huertas con los invernaderos” y dos, estudiar desde hace seis meses con el Canal la viabilidad de su enganche a la red, aunque suponga aumentar la factura ―ahora pagan tres veces menos―. “La dana nos ha hecho polvo”, concluye, entre papeles e informes, una apesadumbrada alcaldesa, que cuenta que han tardado un año en obtener el permiso para una nueva extracción. “Estamos corriendo todo lo que podemos y en cuanto tengamos una solución, informaremos”, promete.