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Esto es lo que puede hacer una mala salud cardiovascular a tu salud ocular

by Marko Florentino
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Es común pensar en la salud como una suma de partes aisladas: el corazón por un lado, los ojos por otro, y así sucesivamente. Sin embargo, nuestro organismo funciona como un sistema interdependiente, donde lo que afecta a un órgano puede repercutir en muchos otros. Esta visión fragmentada, aunque cómoda, nos aleja de una comprensión real de lo que significa estar sanos.

Uno de los mejores ejemplos de esta conexión es la relación entre la salud cardiovascular y la salud ocular. A primera vista puede parecer que el corazón y los ojos tienen poco que ver entre sí. Pero si nos adentramos en los mecanismos del cuerpo humano, veremos que están unidos por una red compleja de vasos sanguíneos, oxígeno, nutrientes y presión arterial.

En realidad, muchas patologías que comienzan en el aparato circulatorio terminan manifestándose, o dejando secuelas, en nuestra capacidad visual. A menudo no somos conscientes de que un problema aparentemente lejano a la vista puede afectarla de forma decisiva. Por eso, es fundamental entender que mantener un corazón sano no solo es importante para evitar infartos o ictus, sino también para proteger la vista.

La relación entre salud cardiovascular y salud ocular

La hipertensión arterial es una de las enfermedades cardiovasculares más comunes y también una de las más dañinas para la salud ocular. Cuando la presión arterial se mantiene elevada de forma crónica, los vasos sanguíneos de la retina —la parte del ojo que capta las imágenes— pueden dañarse seriamente. Esta situación puede derivar en retinopatía hipertensiva, una patología silenciosa que, si no se trata a tiempo, puede llegar a comprometer gravemente la visión. Algo de lo que, por ejemplo, también advirtió en su día la Sociedad Española de Cardiología.

Otra condición que tiene efectos directos sobre la vista es la arteriosclerosis, el endurecimiento de las arterias. De esta patología ya te hemos hablado en THE OBJECTIVE, pero ahora conviene sacarla a colación. Esta enfermedad reduce el flujo sanguíneo en distintos órganos, incluidos los ojos. Cuando la retina no recibe suficiente oxígeno y nutrientes, las células nerviosas empiezan a deteriorarse, lo que puede provocar visión borrosa, pérdida de campo visual e incluso ceguera parcial.

Aunque menos conocida, la trombosis venosa retiniana, como explica la Sociedad Oftalmológica de la Comunidad Valenciana, también tiene un fuerte componente cardiovascular. Se produce cuando un coágulo obstruye una vena de la retina, provocando inflamación y hemorragia. Esta patología se relaciona con trastornos de la coagulación, hipertensión y enfermedades del corazón. Lo preocupante es que sus síntomas pueden aparecer de forma repentina, como una pérdida brusca de visión en uno de los ojos.

En sentidos más amplios, la interdependencia de la salud ocular con la salud cardiovascular es, evidentemente, mucho mayor a medida que envejecemos. Cuando vamos cumpliendo años, ambas entidades se resienten y los pequeños fallos que cometemos al tratar a nuestro sistema circulatorio pueden acabar replicando en la salud ocular. Un ejemplo bastante habitual sucede en pacientes que padecen el denominado ojo diabético.

Cómo cuidar tu corazón para también cuidar tu vista

La buena noticia es que muchas de las medidas que se toman para proteger el corazón también tienen beneficios directos para la salud ocular. Hacer ejercicio físico moderado de manera regular, por ejemplo, mejora la circulación, ayuda a controlar la presión arterial y favorece el flujo sanguíneo hacia la retina. Basta con caminar 30 minutos al día para notar mejoras en ambos sistemas.

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Hay pequeños gestos cotidianos que ayudan a mejorar en ambos sentidos. ©Freepik.

Adoptar una alimentación equilibrada es otra herramienta fundamental. Las dietas ricas en frutas, verduras, pescados azules y frutos secos, como la dieta mediterránea, ayudan a reducir el colesterol y controlar la presión. Además, aportan antioxidantes y vitaminas como la A y la C, que son esenciales para mantener la salud ocular en buen estado. Comer bien no solo es cuidar el peso, sino también proteger la visión a largo plazo.

Dormir bien y reducir el estrés también son pilares imprescindibles. El sueño permite al cuerpo reparar los tejidos y mantener estable la presión arterial, lo que repercute directamente en la salud del sistema ocular. Por su parte, el estrés crónico está asociado a alteraciones hormonales que afectan tanto al corazón como a la vista, aumentando el riesgo de enfermedades vasculares y oculares. Un cuerpo en equilibrio es un cuerpo con más posibilidades de envejecer de forma saludable.





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