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«Las noticias de los periódicos dan para doce novelas cada día»

by Marko Florentino
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María Dueñas (Puertollano, 1964) estrena su nueva novela Por si un día volvemos, cuatro años después de la publicación de Sira, la segunda parte de su gran éxito El tiempo entre costuras. La escritora vuelve a cruzar al continente africano y viaja a la ciudad de Orán para narrar la historia de la presencia de los españoles en Argelia, desde final de los años 20 hasta la independencia en 1962. A Dueñas le gustaría experimentar en el teatro clásico, un género al que todavía no se ha enfrentado, pero mientras llega ese momento, admite que el mundo de hoy, la trepidante actualidad que sigue en los medios de comunicación, le suministra material para escribir una docena de novelas cada día.

PREGUNTA.- De Tánger y Tetuán, a Orán, en Argelia. Con su nueva novela regresa a África, donde transcurrió parte de su gran éxito literario El tiempo entre costuras ¿Por qué le atrae tanto la presencia de españoles en ese continente?

RESPUESTA.- Vuelvo a África porque me interesaba muchísimo recuperar la historia de la presencia de españoles en la Argelia colonial y, en concreto, en la ciudad de Orán. Es un mundo muy vinculado a la historia de España desde el siglo XVI y después durante la emigración a la Argelia francesa en el exilio. Es una historia muy desconocida porque la mayoría de aquellos españoles acabaron en Francia.

P.- ¿Qué parte de esta historia narra en la novela?

R.- A través de una mujer cuento las tres últimas décadas de la Argelia francesa, desde finales de los años 20 hasta la independencia en 1962. Los españoles eran una masa muy numerosa, en ocasiones más que los propios franceses o que la población árabe nativa. Eran una capa que estaban mucho peor tratados y narro como fue el devenir de esa gente, como de pasar muchas miserias en España, y gracias a su esfuerzo, a su trabajo, a las oportunidades que se les brindan, se van adaptando, se van afrancesando. De ser meros peones, braceros, obreros, en los trabajos más miserables, van progresando. Todo eso lo va viviendo Cecilia, la protagonista. Con la Guerra de la Independencia son empujados al éxodo, en el año 62, y se sienten muy abandonados. Cada cual sale como puede y unos cuantos acaban en España.

P.- ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

R.- Me he documentado por todas partes: prensa de la época, material audiovisual … y he tenido la inmensa suerte de que todavía quedan descendientes de ese mundo, gente que ha vivido allí su niñez, su juventud, sus familias, que salió en aquellos años y todavía tienen la memoria fresca. Ellos han tenido la generosidad de compartir conmigo, no solo los hechos y los datos de lo que pasó en aquel tiempo, sino también sus interpretaciones, sus evocaciones, sus memorias más íntimas, sus emociones. Ha sido muy enriquecedor.

P.- ¿Algún detalle que le haya sorprendido en esta investigación?

R.- Pues me han sorprendido mil pequeños detalles. Por ejemplo, Albert Camus, el Premio Nobel de Literatura, era descendiente de esa emigración, no en Orán, sino en Argel. La familia llegó desde Baleares. Otro detalle es que Luis Miguel Dominguín fue el último torero español, porque era una fiesta muy común. Durante todo el siglo XX fueron toreros desde España y Lola Flores y Carmen Sevilla. También era muy curioso que todos esos niños estudiaban en el sistema educativo francés, que les supuso un magnífico ascensor social, pero sus padres, sus abuelos, la gente de otras generaciones, seguían con el apego a España. Los niños ya se llamaban Michel, Catherine, pero los apellidos ya eran García, Hernández, Sánchez.

P.- ¿Cuánto tiempo le ha llevado documentarse y escribir la novela?

R.- Yo suelo tardar el mismo tiempo en casi todas las novelas. Primero estoy en una etapa de documentación, dos o tres meses, después voy pensando qué tipo de personajes, de episodios voy a tratar. Después ya arranco a escribir y estoy como un año.

Foto: Víctor Ubiña

P.- ¿Es importante que, en el mundo de hoy, la literatura ponga el foco en este perfil de mujeres valientes, aventureras, que luchan por salir de la miseria, como Cecilia Belmonte?

R.- Bueno, como me decía uno de mis de mis cómplices, entre comillas, durante el periodo de documentación, aquella Argelia estaba lleno de Cecilias y me interesa también que conozcamos la historia a través de las mujeres. La historia de la literatura, por desgracia, casi siempre ha sido a través de los ojos de los hombres. Pero esas mujeres estaban ahí al lado y casi nunca eran las protagonistas. Por eso a mí me apetece darles voz.

P.- ¿La mujer ha conseguido tener un papel importante en la sociedad a través de estas luchadoras?

R.- Las mujeres de ahora mismo no tenemos nada que ver con las de entonces. Por suerte hemos recorrido un larguísimo camino, pero aunque aún nos quede, no hemos llegado. No se nos tiene que olvidar de dónde venimos, cómo vivían esas mujeres, el coraje qué tenían que sacar, la cantidad de atropellos que vivían, la fortaleza que a veces tenían que poner por delante para todo lo que la vida les ponía por el camino. Creo que no conviene que se nos olvide. Está bien que las tengamos presentes.

«Sira Quiroga entró en mi vida, la trastocó y me dio muchas alegrías, pero ahora tengo que hacerle caso a Cecilia Belmonte»

P.- En todos sus libros hay una mujer importante: Sira Quiroga, Soledad Montalvo, las hijas del capitán, Cecilia Belmonte ¿tiene algo en común con alguna de ellas?

R.- No, nada. Intento que estemos muy separadas, a veces se me puede escapar algo, pero es inconsciente. Además, no me inspiro en nadie para crearlo. Les doy la mayor carga posible de humanidad y quiero que sean como somos todos los humanos, con nuestras glorias y nuestras miserias, nuestras flaquezas, debilidades e incertidumbres.

P.- Pero seguro que hay alguna a la que le tiene un cariño especial.

R.- Me preguntan constantemente por ella, por Sira Quiroga, por la protagonista de El tiempo entre costuras. Es verdad que ella entró en mi vida, la trastocó por completo, y a través del libro inicié una carrera. Ha quedado en la memoria de muchísimos lectores y ella me dio muchas alegrías, pero ahora mismo la tengo un poquito más olvidada, porque tengo que hacerle más caso a Cecilia.

P.- ¿No ha salido de su vida todavía?

R.- Pero casi, casi, las tengo a todas en el corazón, pero ahora mismo es Cecilia la que me reclama más atención.

P.- En su ya larga carrera ha experimentado con otros géneros: cuentos, serie de televisión, musical ¿qué le queda por hacer en el mundo de la literatura?

R.- Sí, muchas cosas, pero yo creo que ya he tocado suficientes palos. Sigo colaborando con el mundo audiovisual, y con ideas creativas propias, no vinculadas a los libros. Yo creo que por ahí me voy a quedar. De momento, me gustaría alguna vez hacer algo de teatro. Algo clásico, en su concepción, como guionista.

P.- ¿Qué tema tiene pendiente de escribir?

R.- No tengo en la recámara ningún gran tema. Con Orán sí que me había pasado y lo rescaté del baúl de los recuerdos. Pero ahora no tengo nada, nada pendiente. Algo se me tiene que ocurrir en algún momento.

«El mundo de hoy tiene para veintisiete novelas. Va todo tan rápido, que cuando quieres profundizar un poco, ya se ha pasado»

P. – Casi siempre escribe sobre novela histórica, ¿no se ha planteado algo más contemporáneo?

R.- Todos los días leo el periódico, veo las noticias en televisión, escucho la radio, y se me ocurren siete novelas.

P.- El mundo de hoy tiene una novela ¿no?

R.- Que si tiene …. tiene veintisiete novelas, pero va todo tan rápido, que cuando quieres profundizar un poco en eso, ya se ha pasado. Ya hay otras novelas más. Pero vamos, ganas, sí. Si yo las pudiera escribir de forma automática, cada día me salían una docena.

Foto: Víctor Ubiña

P.- Tiene una ventaja, que triunfó a la primera ¿ya no tiene la ansiedad del éxito que persigue a los escritores?

R.- Tuve la inmensa suerte que, viniendo del mundo de la universidad, y sin haber dejado mi profesión, escribí El tiempo entre costuras y tuvo una aceptación magnífica por parte del de los lectores, de los medios y de la crítica. Es un éxito del que yo estoy agradecidísima, pero no me he dormido en los laureles. He seguido trabajando mucho porque hay que seguir peleando. Cada libro es un reto nuevo. No puedes pensar que, porque El tiempo entre costuras gustó mucho, la gente va a correr a las librerías a lo que tú le quieras vender. Hay que ir pico y pala.

P.- ¿Tiene miedo al fracaso o ya se toma las cosas con una cierta distancia?

R.- En cada novela yo me vuelco. Tardo bastante en publicar, entre la última novela y la de ahora han pasado cuatro años. No tengo presión de ningún tipo, ni exigencias editoriales, ni nada por el estilo. Yo escribo sobre lo que quiero, cuando quiero y mis editoras están encantadas. Yo pongo todo lo que puedo, más no puedo dar de mi. Me dejo la piel, me ilusiono, doy todo lo mejor y ya llega un momento en el que son los lectores los que tienen que responder.

P.- El tiempo entre costuras se publicó en 2009 ¿Qué queda de aquella María Dueñas a la que el éxito le sorprendió inesperadamente?

R.- Queda todo, pero con dieciséis años encima, que ya está bien. No, no me ha alterado en absoluto, soy básicamente la misma persona, dedicada a otras cosas distintas. El éxito de los escritores es muy cómodo, muy gratificante. Cuando alguien se te acerca siempre es con una palabra amable. Y yo estoy encantada. Larga vida al éxito (risas).

P.- ¿Hasta cuándo le gustaría seguir escribiendo?

R.- No me he marcado un momento, pero espero tener la lucidez suficiente para saber cuándo las neuronas se me van apagando un poquito, y hay que parar. No me gustaría seguir escribiendo hasta el final, eso de agarrarte y morir con las botas puestas, no, no. Si no me entero yo, que alguien me lo diga, que ya ha llegado el momento de retirarme.





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