Pasaban las 12.30 horas del lunes cuando el convoy AVLO 04121 se detuvo de forma repentina en un páramo de Palencia. La luz en el interior de los vagones se esfumó. Había salido de la estación de Chamartín, en el norte de Madrid, apenas una hora antes. Tenía como destino final Gijón. A bordo, más de 400 viajeros que no intuían que el corte de suministro se debía al mayor apagón sufrido por España. Ni tampoco que les esperaban ocho horas de desconcierto y angustia que terminarían con la intervención del Ejército de Tierra. Tuvieron que ser evacuados a un campamento militar improvisado en los márgenes de la vía de alta velocidad. La mayoría de los pasajeros eran asturianos, como también los militares que les socorrieron: se dirigían a unas maniobras y les cogió de paso.
«Parecía que estábamos en una película». La frase, muy similar a las que se han escuchado a lo largo de toda la geografía española tras constatar lo insólito de lo vivido a nivel nacional este lunes, cobró especial rotundidad en ciertos casos. Uno de ellos, el de estos más de 400 pasajeros atrapados en el AVE en Venta de Baños (Palencia).
Habían salido de Madrid con puntualidad milimétrica, algo que produjo la sorpresa de algunos de los viajeros habituales con los que ha podido contactar THE OBJECTIVE. Nada hacia presagiar que solo una hora más tarde serían uno de los 116 trenes atrapados en toda España por un cero de suministro en la red eléctrica: otro de esos conceptos técnicos con los que los españoles se han familiarizado a base de golpes, como antes hicieron con la incidencia acumulada de un virus o la ciclogénesis explosiva.
Las maniobras del Ejército
De esos 116 trenes, poco más de una docena no llegaron a ser rescatados hasta última hora de la tarde. Uno de ellos fue este AVE Madrid-Asturias. El desconcierto se extendió de vagón a vagón a medida que llegaba, con cuentagotas, información vía WhatsApp. El tren estaba en una zona ya de por sí con escasa cobertura telefónica, agravada por la caída de la red a nivel nacional. Los generadores de emergencia de las pocas antenas de telefonía del área escupían mensajes inconexos y preocupantes a los móviles de los pocos pasajeros que aún eran capaces de recibir algo.
«Ciberataque, toda Europa está sin luz, un ataque contra España, caos en las ciudades». Minutos de angustia que se convirtieron en horas. El desasosiego era contagioso incluso entre quienes habían mantenido la calma. «No nos decían nada, preguntábamos que pasaba y nadie sabía nada. Preguntamos si seguiríamos en el tren en algún momento o si vendrían autobuses a por nosotros para continuar el viaje. Nos dijeron que seguramente viajaríamos en autobuses», explica una pasajera.

La Guardia Civil de Venta de Baños llegó un tiempo después. Los agentes fueron vagón por vagón preguntando si alguien necesitaba ayuda médica. Dos mujeres de avanzada edad y un bebé fueron evacuados. Al resto les llegó una noticia difícil de digerir: no había autobuses para ellos. Estaban atrapados y no había forma de moverles de allí. Oyeron de un revisor las palabras que confundieron con una distopía y acabaron de redondear lo cinematográfico de la situación: «Viene el Ejército a por nosotros».
Pasadas las 19 horas un convoy de camiones, ambulancias y vehículos todoterreno del Ejército de Tierra aparecía en escena. Llegaba a través de una pista hasta el AVE detenido en la nada ante la atónita mirada de los viajeros. A gran velocidad, los militares montaron un campamento con tiendas de campaña, un depósito de agua y hasta un camión-cocina.
Rumores entre el pasaje
A partir de ese momento se sucedieron los rumores entre el pasaje, con la capacidad de sorpresa ya en mínimos. Primero, que deberían dormir allí, a la intemperie, en las tiendas de campaña, Luego, que iban a ser evacuados a una base militar cercana. Mientras, los militares repartían agua, comida y fruta. La Cruz Roja, también desplegada, preguntaba entre el pasaje si alguien requería medicación. «Dicen que es un ciberataque, les trasladó un grupo de militares a unos viajeros que preguntaban por las causas de este inédito apagón.
Curiosamente, la mayoría de los viajeros eran asturianos rumbo a sus hogares desde Madrid. Los militares que les atendieron, también. Efectivos de infantería del cuartel Cabo Noval, en Asturias, se dirigían a unas maniobras cuando recibieron el aviso de que había cientos de personas atrapadas en un AVE. «Hemos tenido que venir los asturianos a rescatar o asturianos», bromearon los militares con los pasajeros cuando el ambiente era ya algo más distendido. «El trato ha sido maravilloso por su parte y por la de los guardias civiles, Protección Civil y Cruz Roja. De diez», señala la asturiana Inmaculada Fernández a este diario.
La logística permitió cambiar el plan inicial de las autoridades. De la rudimentaria solución de dormir en un campamento militar en medio de la nada se pasó a la opción de trasladarse a una base militar, luego a la estación de Valladolid y más tarde a hoteles en la capital castellanoleonesa. Pero entonces se hizo el milagro y el tren recuperó el suministro eléctrico. De vuelta a los vagones rumbo a León, donde ya les esperaban autobuses para hacer el último tramo del que posiblemente sea uno de los viajes más largos de sus vidas. O al menos así lo recordarán cuando se les pregunte dónde estaban cuando España sufrió el gran apagón.