La llegada de Trump a la presidencia se anunció como un milagro económico y social. Así que nada más aterrizar en la Casa Blanca cogió la pluma y comenzó a legislar como un demente, sin tener en cuenta que la economía estadounidense iba viento en popa antes de su triunfo electoral. Pero la errática pluma del presidente ha puesto la economía cabeza abajo, trayendo incertidumbre y desconfianza y, como consecuencia, un frenazo al crecimiento económico con una contracción del 0,1 del PIB en el primer trimestre de su mandato.
Pero no solo ha caído el PIB. En marzo el déficit comercial había caído un 2,8% y en abril el 3,7%. Según las previsiones del FMI, Estados Unidos verá caer su PIB en 2025 un 0,9%. Los analistas Llaneras, Galán e Hidalgo recogían en El País el 27 de abril que la Reserva Federal de Atlanta, que mantiene un modelo que ofrece estimaciones en tiempo real del crecimiento económico, recoge ya las pésimas noticias que supone una guerra comercial. Calcula que el PIB estadounidense se contrajo a una tasa trimestral anualizada del 2,8% en el primer trimestre. A principios de abril la estimación llegó a hundirse hasta el 3,7% el peor dato desde la pandemia.
No es extraño, pues, que los primeros meses de Trump en el cargo hayan dejado poco margen para el optimismo económico. El 52% de los estadounidenses considera que la economía está empeorando. Esta cifra ha crecido de forma casi ininterrumpida desde la investidura, cuando no llegaba al 40%.
La popularidad de Trump también se ha desplomado: ha caído 18 puntos desde el 20 de enero de 2025.
Todo ello tiene muchos matices. En primer lugar, la economía estadounidense se ha visto afectada por el exagerado nivel de importaciones de las empresas, han tratado de adelantarse a los aranceles haciendo acopio de bienes. Por otro lado, la economía norteamericana se sustenta sobre todo en el consumo privado, que supone un 68% del PIB y la caída en los indicadores permite prever que las familias limitarán compras. La penalización en las bolsas también está pasando factura. Los norteamericanos son más sensibles a las bolsas que los europeos, pues tienen en ellas al tener gran parte de su ahorro.
«En menos de 100 días ha dilapidado la herencia recibida»
Las mentiras han sido y son elementos que Trump usa contra todo aquel que se le oponga, mas parece que esos cañones se están quedando sin dinamita. Conviene recordar que el primer mandato de Trump fue el peor para el empleo en la historia moderna de Estados Unidos, con la pandemia como principal causa, pero la crisis esta vez es auto infligida. En menos de 100 días ha dilapidado la herencia recibida, no solo con la guerra comercial sino también con la paralización que desembolsos aprobados por el Congreso, con el despido de empleados federales sin garantías, la persecución de la inmigración, etcétera, etcétera.
Muchas empresas advierten de que no cumplirán sus previsiones de ventas como consecuencia de la guerra comercial y de la incertidumbre macroeconómica. Las aerolíneas notan que los ciudadanos reservan menos viajes de ocio. Las empresas de consumo también perciben vientos de recesión.
Como se ve, el milagro de Trump a lo que más se parece es a una amenaza.
