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Santa Teresa de Jesús: 111 años después

by Marko Florentino
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El pasado 26 de mayo se cerraba de nuevo el sepulcro de Santa Teresa de Jesús, en Alba de Tormes (Salamanca), tras quince días en los que su cuerpo incorrupto pudo ser venerado por primera vez en 111 años. De nuevo reposa en la misma urna de plata en la que lo ha hecho desde 1760 (desde entonces, solo había sido abierto una vez en 1914). Y lo hace bajo diez llaves, las diez que debieron reunirse, gracias a la iniciativa y empeño del prior de los Carmelitas de la villa ducal, Miguel Ángel González. «Fue necesario aunar voluntades –explica–. Esa ha sido mi labor. Los trámites para abrir el sepulcro, tras más de cien años, se iniciaron hace tres. Es todo un proceso y, ya con el beneplácito de Roma y aceptada la iniciativa íntegramente, tal y como se presentó, el siguiente paso era reunir las diez llaves que permiten abrir el sepulcro».

Tres llaves estaban en Roma, custodiadas por el padre general de los Carmelitas Descalzos; tres en poder de la Casa de Alba; tres en manos de las Carmelitas de Alba de Tormes y, la última, custodiada por la Casa Real. Tres de esas llaves abren la reja de hierro, otras tres abren el sepulcro de mármol y cuatro la urna de plata. Y, al abrir ésta, encontraron el cuerpo en idéntico estado en que estaba a principios del siglo pasado.

«Se conserva exactamente igual que entonces», apunta el prior. «Lo sabemos porque existen documentos gráficos, actas y crónicas de la época. Aun así, al abrirlo nos llevamos una gran sorpresa al ver que, sobre el pecho de la Santa, había un collar de plata con veintiún corazones, obsequio de las Carmelitas Descalzas de Madrid, que no figuraba en la relación de objetos que se encontraron al abrir el sepulcro en 1914. Creemos, de todos modos, que podría estar allí desde el año 1760».

15 de octubre

Esa es la fecha en la que el sepulcro se abrió por primera vez tras la muerte de Santa Teresa, a los 67 años, el 4 de octubre de 1582. Ese mismo día entraba en vigor la reforma gregoriana del calendario (hasta entonces juliano), por lo que el día siguiente, el de su entierro, fue 15 de octubre y no 5. Y de ahí el motivo por el cual es ese día en el que se celebra su efeméride.

Nueve meses después, al abrir su tumba, se observó que su cuerpo aparecía incorrupto y, más tarde, en 1585, se trasladaron los restos mortales a Ávila, ciudad natal de la Santa, donde permanecería únicamente nueve meses, ya que en agosto de 1586 sería devuelto a Alba de Tormes, por mediación de los Duques de Alba, donde permanecía su brazo izquierdo como reliquia en compensación por el traslado, para reposar definitivamente en su sepulcro.

«Durante el renacimiento –cuenta el prior– era muy habitual venerar reliquias. Al cuerpo de Santa Teresa, por ese motivo, le faltan el brazo y el corazón, que están expuestos también, incorruptos, en Alba de Tormes, así como la mano derecha, que está en Ronda, el pie derecho, que está en Roma, el ojo derecho (del izquierdo, que tiene el párpado casi cerrado, se puede apreciar incluso el iris), la mandíbula y parte de la cara. De la otra mano, faltan los dedos».

Las ropas, las mismas con las que fue enterrada, permanecen también intactas. Junto a su pierna izquierda aparecieron, en un rollo de cartón, las actas notariales de la última apertura y, entre el sepulcro y la urna, múltiples fotografías y documentos.

La expectación ha sido máxima: casi cien mil fieles llegados de todos los rincones se han acercado durante esos días para venerar a la mujer que fundó la Orden de los Carmelitas Descalzos.

Beatificada en 1614 por Pablo V y canonizada en 1622 por Gregorio XV, en 1970 se convirtió en la primera mujer en ser proclamada doctora de la Iglesia católica, bajo el papado de Pablo VI. Llegó a fundar 17 conventos y, de entre sus obras escritas, ‘El castillo interior’ y ‘El camino de la perfección’ destacan en el misticismo católico.

No es de extrañar pues que, en Alba de Tormes, la figura de Santa Teresa sea considerada alma de la villa. Respetada, honrada y reverenciada, para los albenses la Santa es intocable. Bien lo llegó a comprobar en sus propias carnes el conocido como Papa Clemente, excomulgado por la iglesia y fundador de la iglesia palmariana, que fue golpeado junto a sus obispos, y sus coches fueron arrojados al río Tormes, cuando se corrió la voz en el pueblo, durante una visita en 1982, de que había había llamado ‘rameras’ a la Santa y a las monjas en la Iglesia de la Anunciación y que pretendían llevarse las reliquias.

80
especialistas han visto su oportunidad para examinar de cerca los restos con los nuevos avances científicos que están a nuestro alcance hoy en día

Cientos de vecinos se echaron a las calles para evitarlo. Esta vez lo han hecho miles para venerar a la Santa y contemplar, de nuevo, su cuerpo incorrupto. En una urna de cristal, con la de plata a sus pies, durante quince días y de nueve de la mañana a diez de la noche, fieles, curiosos y autoridades han desfilado frente a los restos de una mujer única.

¿El motivo? Para el prior son muchos: la oportunidad de estudiar los restos con los nuevos avances científicos a nuestro alcance hoy en día, impensables en 1914. Para ello se han desplazado hasta Alba de Tormes especialistas de múltiples disciplinas (científicos, historiadores, restauradores, grafólogos…). Más de 80 personas que estudian desde las actas hasta los hábitos, pasando por propio cuerpo de la Santa, el desconocido collar descubierto o el propio sepulcro.

Una belleza armónica

Incluso se ha reconstruido, con sofisticadísimas técnicas, su rostro ya maduro para reproducirlo, fielmente, en un singular y realista busto. «Es la belleza, serena y armónica, de una Santa Teresa en plena madurez cuando ya había fundado una Orden, 17 conventos y plasmado muchos de sus pensamientos en escritos que aún hoy se leen con devoción. Todavía se aprecia en su rostro la belleza armónica que debió tener en su juventud», señala el prior. También esa devoción que se le profesa fue determinante para tomar la decisión y arrancar el proyecto. «Sus fieles, que son muchos, merecían tener la posibilidad de contemplarla. Era importante, después de tanto tiempo», dice, al tiempo que se pregunta: «¿Y por qué no? Quizá la pregunta a realizarnos sería al revés, cuál sería el motivo para no hacerlo».

Casi 100.000 peregrinos

La expectación ha sido máxima y casi 100.000 fieles han venerado a la Santa

Y la respuesta ha sido la esperada. «Se han vivido momentos de gran emoción –explica–, situaciones que me han conmovido realmente. Una familia, por ejemplo, con un hijo con graves problemas que, con todas sus complicaciones, se han desplazado hasta aquí para poder ver a Santa Teresa y encomendarse a ella. Algunos incluso dicen sentir un intenso olor a rosas y lilas en su presencia». Eso que llaman ‘olor de santidad’ y que el prior confiesa no haber sentido. «Me gustaría», añade a este diario.

Una mujer, en fin, cuya influencia y legado no se diluye, sino más bien al contrario. Hasta el punto de que, incluso en el barrio madrileño de Carabanchel, en la barra de un bar, puede uno escuchar estos días cuál es el mayor milagro ocurrido en Alba de Tormes y que tiene que ver con la anécdota del Papa Clemente: llegó con ocho obispos y salió con 500 cardenales.



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