A estas alturas del vodevil, la pregunta que atormenta a Pedro Sánchez y a su entorno es «¿hasta dónde va a llegar el affaire Leire Díez?» Les atenaza esa mancha de aceite que se extiende día a día y que la dirección socialista no consigue achicar. Más bien al contrario, la militante-pocera tiene vida y guion propios y su sponsor, el empresario Javier Pérez Dolset, convertido en escolta y protector en la comparecencia-charlotada de Leire Díez esta semana, es quien decide ahora los pasos a dar.
La pocera no trabaja ya para Ferraz, porque el secretario de Organización socialista, Santos Cerdán, cuyo trasero huele a pólvora, pretendió despachar su colaboración con una baja temporal de la ya exmilitante; la recepción de un pendrive, en el que supuestamente se vuelcan informes y detalles de las cloacas que Pérez Dolset, autodenominado «víctima del excomisario Villarejo», siempre quiso hacer públicos y no logró. Mira por dónde ahora sí va a lograr su objetivo, gracias al PSOE, que ha decidido trasladarlo a la Fiscalía, mientras un buen número de medios de comunicación han empezado a destripar su contenido.
En el PSOE se escudan en que nunca jamás tuvo nómina Leire Díez en la sede del puño y la rosa, que al parecer frecuentaba. ¡Pues peor me lo ponen! Porque todo apunta que si no estaba en nómina fue una falsa autónoma, esa figura laboral que tanto persigue el Gobierno. Su labor consistió en aportar «mierda», procedente de la factoría de Pérez Dolset, que bebía de las fuentes que emanaba la basura recopilada por el excomisario Villarejo. Una vez desencriptada la información de Villarejo, el «equipo de trabajo» del que se rodeó Pérez Dolset tenía que airearlo, darle difusión o usarlo siempre a favor de obra: la venganza del empresario Pérez Dolset del propio Villarejo, los intereses del PSOE, etc. A Leire no le fue difícil acudir a su partido y hacer méritos a golpe de dosier, que el PSOE podía utilizar bien para defenderse, bien para atacar a sus enemigos, así fuese un agente de la UCO, un fiscal, o un político del partido rival.
Pero quien con poceros se acuesta corre el riesgo de que le estalle la cloaca en las narices. Eso es lo que le ha ocurrido al PSOE y a su secretario de Organización, Santos Cerdán, que no es capaz de reportar a su jefe de filas, Sánchez, el alcance de la «avería» si aparecerán más grabaciones o si habrá nuevo «show de Leire».
La crisis de las cloacas está fuera de control, del control del PSOE. Y el miedo se ha apoderado del entorno de Sánchez. Por eso, el presidente del Gobierno se ha quitado de en medio una temporada y, con la inestimable colaboración de la presidenta de las Cortes Generales, Francina Armengol, Sánchez no tendrá que comparecer para dar explicaciones sobre todo este apestoso asunto hasta después de las vacaciones parlamentarias. Y para entonces… ¡todos calvos!
«El desconcierto ha llevado a Sánchez a intentar cambiar el guion de la cloaca diaria por la Conferencia de Presidentes»
El desconcierto ha llevado a Sánchez a promover un intento «personal» por cambiar el guion de la cloaca diaria por la Conferencia de Presidentes. Se trataba de hablar del difícil acceso a una vivienda, un problema que afecta a buena parte de los ciudadanos Y, aunque nadie esperaba resultados reales, tal como está la crispación política, en Ferraz y en el PSOE ayer suspiraban de alivio, puesto la tormenta Leire parecía amainar a primera hora de la mañana.
La crónica de la cloaca de cada día estaba siendo sustituida por otras noticias de alcance: la cobra que le hizo Isabel Díaz Ayuso a la ministra de Sanidad, Mónica García, o la decisión de Ayuso de abandonar esa Conferencia de Presidentes, en un claro gesto de protesta por la utilización de las lenguas cooficiales y los pinganillos. Fue una protesta no secundada por el resto de barones, claramente coordinados, para pedir a Sánchez convocatoria electoral ante la situación política aparentemente imposible.
Claramente, Sánchez se fuma un puro con todas esas peticiones. Ya les dijo in situ a los barones del PP que tengan paciencia y respeten los tiempos, que habrá elecciones, sí, pero «cuando toque». El entourage de Sánchez celebraba ayer el «respiro» que les había dado la Conferencia de Presidentes, quizás porque alguien en el PP olvidó la máxima atribuida a Napoleón Bonaparte: «Cuando el enemigo se equivoca, no lo distraigas». Y en el caso Leire, tras la pifia original, el PSOE no para de equivocarse, seguramente, porque no saben qué puede salir mañana de la factoría Leire.
