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Programa muy especial en dos ambulatorios de Vitoria: “Tu centro de salud te receta centro cívico” | España

by Marko Florentino
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En el centro de salud del barrio de Zabalgana, en Vitoria, como en el resto de ambulatorios de España, recetan cada día ibuprofeno, omeprazol o lorazepam, entre otros muchos medicamentos. Pero no solo. En este ambulatorio, los médicos prescriben también una receta algo heterodoxa: es una receta para ir al centro cívico del barrio. Como dicen ahora los jóvenes: literalmente. La receta no es una prescripción oficial al uso, pero se expide en papel, está personalizada para cada paciente y va encabezada con el título “Tu centro de salud te receta centro cívico”. En la receta se especifica el área que se recomienda al paciente: ejercicio físico, talleres sobre alimentación, cursos de bienestar emocional, actividades culturales o socializar con otros vecinos.

En el centro cívico, una trabajadora de la sala de encuentro recibe a los pacientes que llegan con la receta en la mano, se sientan en el llamado “punto de bienestar” y acuerdan cuál es la actividad más indicada para su estado. Por esta iniciativa que se puso en marcha hace dos años —y a la que se ha sumado un segundo centro cívico en la ciudad, el de Salburua— han pasado 150 pacientes y otro centenar han acudido directamente a actividades del centro cívico recomendadas por los sanitarios de su ambulatorio. El programa Receta Centro Cívico ha sido elegido recientemente finalista en los Premios Europeos a la Innovación en Política, que se entregarán en septiembre en Viena.

La idea fue de Estíbaliz Gómez, médica de familia en el ambulatorio de Zabalgana: “Los centros cívicos ayudan a promover la salud en distintos ámbitos. Tienen mucha incidencia en los estilos de vida, hay actividades relacionadas con el ejercicio físico, la nutrición, el bienestar emocional y además constituyen un punto de encuentro social para la población del barrio. Desde el centro de salud esto nos pareció muy interesante y creímos que teníamos que promocionarlo entre nuestros pacientes. No es lo mismo ver un cartel sobre un curso a que tu enfermera, médico o fisioterapeuta te lo recomiende”. Pero no valía un consejo cualquiera. “No queríamos que fuera una recomendación al aire, queríamos que fuera algo más personalizado”. Y ahí surgió la receta. El siguiente paso fue coordinarse con el centro cívico del barrio que gestiona el Ayuntamiento de Vitoria.

Promotores de la receta centro cívico, con representantes de Osakidetza, el Ayuntamiento de Vitoria y el Instituto de Innovación en Política.

La red de centros cívicos de Vitoria cuenta con 14 instalaciones y es una de las señas de identidad de la ciudad. El de Zabalgana —el barrio más poblado de Vitoria con casi 30.000 habitantes y formado sobre todo por familias jóvenes con niños pequeños o adolescentes— está ubicado en un edificio moderno que abrió en 2017. Tiene piscinas, canchas polideportivas, gimnasios y bibliotecas, entre otros servicios, y oferta una amplia lista de cursos y talleres, además de actividades culturales. Y está a poco más de 10 minutos a pie del ambulatorio. “Vienen con la receta y la prescripción que les ha dado el médico y buscamos actividades. Por ejemplo, si tiene que ver con la salud mental miramos algún taller relacionado con las emociones o algún curso de actividad física”, explica Amaia, una de las trabajadoras del centro cívico que atiende en el “punto de bienestar” y que relata que sobre todo pasan personas que sufren ansiedad o estrés. También hay casos de personas con problemas de sobrepeso pero son los menos.

Más de la mitad de los pacientes a los que recetan el centro cívico son mujeres de entre 40 y 60 años. “Hay mucho trasfondo de ansiedad”, explica la doctora Gómez. Maxi Gutiérrez, también médico de familia y responsable del ambulatorio, asiente durante la conversación que mantenemos en la sala de encuentro del centro cívico:

“Cada vez nos llegan más casos de síntomas en los que detrás hay un componente social, económico o de relaciones. Vienen a pedir ayuda al lugar donde creen que pueden encontrar alivio a sus síntomas, y muchas veces hay síntomas que están relacionados con la sobrecarga de cuidados o con el estrés en el trabajo, que son cuestiones que hay que resolver más en el ámbito comunitario. Desde el centro de salud hemos tenido siempre esa visión de coordinarnos con el centro cívico o los colegios y poder ofrecer diferentes cosas”.

En la mesa junto a los médicos está sentada Garbiñe Mendizabal, directora del centro cívico: “Tenemos un contacto muy estrecho con el centro de salud”. De esa relación han surgido, por ejemplo, talleres para mejorar el sueño a través del ejercicio físico o un espacio gratuito de relajación que se puede usar sin inscripción previa. “Desde las asociaciones del barrio también nos dicen que necesitan voluntarios y a aquellas personas que están solas las animamos a formar parte de ese voluntariado”, explica. La soledad es otra de las circunstancias que se quiere combatir con la receta. “Ahí encontramos un apoyo”, relata el responsable del ambulatorio, “en un barrio donde hay muy poca gente mayor y necesitan tener un lugar donde encontrarse con personas de su edad”.

De las demandas del centro de salud nació el curso pasado un círculo de mujeres que se reúne dos veces al mes en el centro cívico. “Es un encuentro en el que yo no voy a ser juzgada, voy a ser escuchada”, describe Susana Teruelo, dinamizadora de este grupo en el que participan mujeres de edades, condiciones y orígenes muy diversos. En este círculo está Ainhoa Arrazola, vecina del barrio de 54 años: “Yo creo que algo que tenemos en común es un cierto sentimiento de soledad”. Ainhoa explica que ella no está sola, tiene familia, pero que una especie de soledad se asoma por no terminar de encajar en la sociedad o por luchar contra una enfermedad. “Hay quien se ha quedado viuda y de repente no sabe qué hacer con su vida y quien viene de fuera y no le resulta fácil hacer amistades”. El círculo es “un espacio para nosotras, un espacio de no juicio, de cuidado de nosotras mismas”, dice. Del círculo han nacido vínculos muy fuertes y proyectos personales. “Hemos conseguido valorar cosas de nosotras que antes no valorábamos, e incluso hemos llegado a hacer cosas que jamás hubiéramos pensado que íbamos a ser capaces de hacer”. Ainhoa, por ejemplo, ha escrito un libro titulado ‘Entre relatos estamos casi todos’.

El servicio vasco de Salud, Osakidetza, y el Ayuntamiento de Vitoria califican de éxito esta iniciativa. “Por eso seguiremos con este programa ‘Receta Centro Cívico’ en estos dos barrios e intentaremos ampliarlo a todos aquellos que deseen sumarse a esta iniciativa que ahora ha sido reconocida a nivel europeo”, ha prometido la concejala de Gobierno abierto y Centros cívicos, Miren Fernández de Landa. Para David Leal, representante en España del Instituto Innovación en Política —que coorganiza los premios en los que ha sido nominado el programa— esta particular receta es “la punta de un iceberg que es todo el modelo de participación y de promoción de la salud comunitaria que está presente en Vitoria”.



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