Fue la reunión más larga de la Ejecutiva Federal del PSOE de la etapa de Pedro Sánchez. Pero la extensión del encuentro, de casi cinco horas, no se debió, contra lo que pudiera parecer, a un acalorado debate. Veintitrés personas, además del presidente … del Gobierno (en este caso enfundado en su traje de secretario general) pidieron turno de palabra, y varios dirigentes tuvieron que ir abandonando la sede de Ferraz para no perder el tren o el avión a alguna provincia española o a Bruselas, caso de la líder de los socialistas en el Parlamento Europeo, Iratxe García, de las primeras en salir. Pero Sánchez solo escuchó respaldo, logrando así un cierre de filas absoluto a su estrategia de resistencia contra el escándalo que más contra las cuerdas le ha puesto, el que evidencia que sus dos secretarios de Organización están enfangados hasta límites aún por determinar en una oscura trama de corrupción con escabrosos elementos. Incluido el trato vejatorio a mujeres, que el propio presidente calificó de «repugnante» en su segunda rueda de prensa en cinco días. Esa en la que abandonó su tono compungido para pasar al ataque, volviendo a retomar su discurso contra la oposición y los medios de comunicación.
En el interior de la reunión se vivieron escenas melodramáticas. El presidente les relató a sus compañeros que más de una vez le preguntó a Cerdán por su relación con Ábalos y Koldo García y que su número 3 le dijo que no tenía nada que ver «con esa chusma». Tomó la palabra el hasta la semana pasada número dos de Cerdán, Juan Francisco Serrano, para proclamarse igualmente engañado. Entre lágrimas, el diputado por Jaén aseguró a sus compañeros que, como la presidenta de Navarra María Chivite, él tampoco reconocía en el informe de la UCO, y en sus audios, a la persona con la que había trabajado tan estrechamente durante años, compartiendo viajes (por ejemplo a Ginebra, para negociar con Carles Puigdemont el apoyo al Gobierno) y momentos más relajados. Serrano le pidió a Sánchez echar a Cerdán, la misma mañana que concretaba tanto su renuncia al acta de diputado, que no se produjo hasta las tres de las tarde, obligando a retrasar la comparecencia del presidente, como su baja de militante, al mismo tiempo que la de Ábalos, que llevaba un año durmiendo en un cajón de Ferraz.
Ya en los corrillos previos a la reunión se mostró una gran repugnancia por los audios de Ábalos y Koldo hablando de mujeres en términos perfectamente descriptibles. «La colombiana se enrolla que no veas»; «a ti te gusta más esta», que merecieron el reproche unánime de todos, empezando por el presidente. Nada se dijo, en cambio, del reparto de mordidas por obras públicas en esas mismas conversaciones. «Perdonamos antes a un ladrón que a un putero», sintetizaba después con sarcasmo un miembro de la Ejecutiva.
La única voz mínimamente discrepante fue la del vicepresidente del Congreso de los Diputados, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, quien pidió un congreso extraordinario, como venían haciendo en los últimos días dirigentes con peso en los territorios pero que no pertenecen a la dirección nacional. Francisco Salazar salió enseguida a replicarle, abogando por una conferencia política, y otras dirigentes como la delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Milagros Tolón o la alcaldesa de Coruña, Inés Rey, quienes pidieron mejor reforzar el papel del Comité Federal, que finalmente se celebrará el 5 de julio como estaba previsto, pero no en Sevilla sino en Madrid y del que saldrá la nueva Ejecutiva con otros secretario de Organización. En esa línea, otros miembros de la cúpula socialista pidieron «hacer que verdaderamente sea un órgano de debate, en serio. Que los delegados debatan previamente propuestas en sus territorios y que si tiene que durar once horas dure eso, no que nos marchemos todos a las dos de la tarde como si tuviéramos horario de oficina». El debate interno, que luego elogió Sánchez en la sala de prensa, adquirió así por momentos tintes algo endogámicos, con dirigentes discerniendo, por ejemplo, si la convocatoria de un cónclave extraordinario debería conllevar una renovación territorial completa en autonomías y provincias. El propio De Celis terminó transigiendo después del debate en la fórmula del Comité Federal podía ser la adecuada para la renovación de la cúpula.
Llegar a 2027
Pero nadie discutió la idea de Sánchez de mantener la legislatura hasta 2027, aun sin Presupuestos, ni proyecto de los mismos presentado; aun sin apoyos del todo claros en la Cámara Baja y aun con lo que el escándalo Ábalos-Koldo-Credán pueda deparar en el futuro inmediato. «A ver qué tiene Koldo», sintetizaba después de la reunión un miembro destacado de la cúpula del partido.
En definitiva, Sánchez logró el primer paso del plan para resistir el peor temporal de sus siete años de Presidencia que había meditado durante el fin de semana. Incluso él mismo recurrió a la siempre épica metáfora náutica: «Mi deber como capitán es agarrar el timón para tomar medidas, para recuperar la confianza en mi partido y preservar el Gobierno progresista», señaló justo antes de reunirse en Moncloa con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz.
El plan que presentó a los suyos, y que luego respaldó sentada en la primera fila de su comparecencia una muy sonriente María Jesús Montero, vicepresidenta primera y vicesecretaria general del PSOE, consta de tres puntos. El primero proteger la «proyección de la coalición», el segundo evitar un futuro gobierno en coalición del Partido Popular (PP) y Vox y el tercero y último «proteger al partido».
Aunque ese concepto, el del partido, como en toda organización grande y con gran implantación nacional, no es unívoco. Partido es la Ejecutiva Federal, y después de la reunión de este lunes caben pocas dudas de que allí, al menos de momento, no habrá excesivas disensiones. Pero partido son también las federaciones territoriales, donde la voz de alarma ante un posible nuevo revés electoral en las municipales y autonómicas ha sonado con más fuerza que nunca desde que el jueves el demoledor informe de la Unidad Central Operativa, la UCO, de la Guardia Civil, detonase una crisis que hasta horas antes todos negaban. Y partido también son los dirigentes de peso que callan (la delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra, que siempre estuvo en el punto de mira de Ábalos y luego de Cerdán, como terminan de confirmar los propios audios de la UCO) y los que ya han empezado a hablar. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page , como siempre en lugar destacado, y el expresidente de Aragón, Javier Lambán, aunque ya fuera de la primera línea, también. Pero en este caso acompañados del senador Juan Lobato, quien este mismo lunes pidió en una entrevista en Onda Cero un congreso extraordinario ante «la peor crisis del partido en décadas», describió, y de otros como el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez, quien incluso fue mucho más allá al pedir elecciones anticipadas y que Sánchez no sea candidato, lo que ocurrió con José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2011.
A todos ellos terminó retándoles Sánchez en su rueda de prensa de este lunes, asegurando que lo que se dice en público hay que sostenerlo luego en los órganos del partido.
Y partido, por último y aun en un círculo concéntrico más lejano, son históricos como el presidente Felipe González, que cada vez oculta menos su animadversión a la actual dirección, como cuando la semana pasada pidió «respeto para la UCO», una palabras que ni este lunes ni en ningún otro momento han salido de Sánchez. Sin olvidar, claro, a Eduardo Madina, el rival en las primarias de 2014 que hace unas semanas provocó las invectivas del Gobierno por unas palabras críticas tras saltar a la palestra el escándalo de la ‘fontanera’ Leire Díez. Algo que al lado de las mordidas de Cerdán aparece ahora como peccata minuta.