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«Estar allí fue una maldita coincidencia»

by Marko Florentino
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David Maroto

La periodista Maribel Vilaplana, en el foco mediático desde el pasado 29 de octubre -día de la dana- por su comida con el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, en el restaurante ‘El Ventorro’, ha roto su silencio diez meses después con una carta en la que detalla su agenda de aquella jornada y reconoce estar desde entonces en tratamiento psicológico con un diagnóstico de estrés postraumático.

En la misiva que ha dirigido a los medios de comunicación, la consejera portavoz del Levante Unión Deportiva se define como «la primera interesada» en que se «clarifiquen absolutamente los hechos que acontecimiento aquel día», porque es «imprescindible» que «no se desvíe el foco hacia historias paralelas» que «lo único que han hecho es generar más dolor a los afectados».

Vilaplana admite que las consecuencias de esta situación en ella, su familia y su trabajo están siendo «brutales», por lo que se ha animado a salir a la palestra en primera persona para detallar lo que ocurrió el 29 de octubre. «Ese día mantuve mi agenda laboral tal y como estaba prevista, como cualquier otro día, porque no era consciente de la magnitud de la tragedia que se avecinaba», comienza.

La jornada de la periodista arrancó a las nueve y media de la mañana en la factoría Ford Almussafes, donde impartió un curso de formación para sus trabajadores hasta las dos de la tarde. Se quedó media hora más en el aula para elaborar un informe de la sesión y después se desplazó hasta el centro de Valencia donde había sido citada para una comida profesional con el presidente Mazón.

«Estacioné el coche en un aparcamiento cercano y llegué al restaurante -El Ventorro- pasadas las 15:00h. Acudí a esa cita a petición del presidente, con el objetivo de explorar posibles vías de colaboración profesional. Durante la conversación se me plantearon varias opciones, entre ellas presentar una candidatura a un cargo en la televisión autonómica, que rechacé de forma clara por convicción personal y profesional», relata.

A partir de este momento, expone, Mazón le pidió su opinión sobre la situación de la televisión autonómica À Punt y qué aspectos podía mejorar. Aquello derivó en un «intercambio de pareceres» y terminó el encuentro con el barón ‘popular con una sesión de «consultoría de comunicación» en la que «abordó cuestiones propias» de su especialidad.

Mazón «comenzó a recibir llamadas»

En un momento determinado de la comida, recuerda, el presidente comenzó a recibir llamadas que interrumpieron la conversación de manera «continuada». «Yo seguí en el restaurante, completamente ajena a esas comunicaciones: no pregunté, no participé, ni conocí en ningún momento su contenido, y el presidente tampoco me trasladó ninguna inquietud al respecto», apunta en la carta.

«Actué, como siempre he hecho, desde la discreción y el respeto que me caracterizan. Esas interrupciones, sumadas a la espera y a la despedida, demoraron también mi salida del restaurante, que se produjo finalmente entre las 18:30 y las 18:45», confiesa, dato que hasta el momento se desconocía.

Después de relatar lo vivido el 29 de octubre, Vilaplana continúa su exposición con una retrospectiva de los días posteriores a la tragedia de la dana: «En su momento, en medio de la vorágine con que se desencadenaron los hechos, el desconcierto y la presión vivida, sinceramente no dimensioné la importancia de ese desfase horario inicial que se hizo público». «Sin embargo, con la distancia del tiempo y tras hablarlo con las personas más cercanas, he considerado necesario aclarar también ese punto», matiza.

Por todo ello, aprovecha la nueva comunicación para «dejar claro» que en el momento que se marchó de la reunión con Mazón «no era consciente de la gravedad de lo que estaba sucediendo en otras localidades valencianas, porque en la ciudad no llovía y eso me hizo sentir todavía más ajena a la situación». «Al regresar a casa, empecé a tomar verdadera dimensión de lo ocurrido. Nada más entender la magnitud de lo que había pasado, me puse en contacto con el presidente cuando le fue posible», añade.

Mazón y Vilaplana hablaron después

En esa conversación, Vilaplana le trasladó su «angustia» y le pidió, «de forma muy clara», que su nombre «no saliera» a la luz. «Le expliqué que me parecía profundamente injusto quedar vinculada a un capítulo tan doloroso cuando no había tenido absolutamente nada que ver. Ese fue mi error, porque ese silencio, aunque bienintencionado, alimentó la especulación y, cuando finalmente se supo, desembocó en un acoso brutal», critica.

Los días posteriores los recuerda como «una auténtica pesadilla» en los que se sintió «absolutamente perdida». Y cuando finalmente se dio a conocer su nombre, su cabeza «estalló»: «Entré en un shock que me llevó a un ingreso hospitalario. Cuando salí del hospital, mi situación seguía siendo extremadamente delicada. No me sentí con fuerzas para tomar yo las riendas y exponerme directamente. Por eso pedí a una persona de mi total confianza que explicara de mi parte lo sucedido. Así se hizo público entonces el relato de los hechos».

Después de diez meses, alude haber comprobado que «no fue suficiente» y que era necesario «hablar en primera persona», algo que no había hecho porque «confiaba en que el tiempo y el sentido común bastarían para que se entendiera lo evidente», que no tiene «nada que ver en esta historia». «Pensé que quedaría claro por sí solo, pero no ha sido así. La realidad es que me he convertido en una diana. Una diana utilizada políticamente y alimentada con insinuaciones machistas que han condicionado esta historia desde el principio», llora.

«Presión insoportable»

«Ya no puedo seguir soportando que este relato eclipse lo verdaderamente importante, que es esclarecer qué pasó aquel día y asumir las responsabilidades que correspondan. Durante estos diez meses he vivido sometida a una presión insoportable. He sido objeto de un acoso constante, de insultos, de burlas y de un escrutinio injusto», señala tras confesar que se encuentra bajo tratamiento psicológico con un diagnóstico de estrés postraumático. «Es una terapia dura y compleja, que afronto con esperanza, pero la realidad es que mi salud mental se ha visto gravemente dañada. Cada nuevo golpe reabre heridas que aún no han cicatrizado. Este proceso no solo me ha afectado a mí. Ha golpeado también a mi familia, que sufre al verme sufrir. Ellos han tenido que soportar conmigo este acoso, y ese es, sin duda, el dolor más grande de todos», explica.

Por otro lado, se pregunta si que lo que ha ocurrido con ella, en vez de una mujer, hubiera sido un hombre el que se reuniera con el presidente, si se habrían dicho «las mismas cosas, con el mismo tono y juicio» y si «habría despertado tanto morbo, tanto machismo rancio y tanto prejuicio». «Ese enfoque profundamente sexista ha servido como cortina de humo para desviar la atención de lo verdaderamente importante: esclarecer las responsabilidades que se derivaron de aquella jornada», carga con dureza.

«No se puede construir un relato cargado de insinuaciones y morbo para distraer el foco de lo que realmente importa. Es realmente triste y decepcionante, porque no solo me ha hecho daño a mí, sino que ha distorsionado una historia que merece ser abordada con rigor y respeto», afirma en la carta. «Estar allí aquel día fue una maldita coincidencia y un horrible golpe de mala suerte. Pudo haber sido cualquier otro, pero fue ese día. El día más difícil y duro para miles y miles de valencianos. Ese es y será siempre mi tormento, y tendré que aprender a sobrellevar esa carga durante toda mi vida», asevera.

Por todo ello, pide respeto hacia ella, su familia y su vida privada para «poder seguir adelante» sin que su nombre sea utilizado como «un arma política» ni «entretenimiento morboso», al tiempo que solicita sensatez para las víctimas para que su dolor «no se use ni se banalice». Y sobre los responsables, les instan a dar las explicaciones que ella «no puede ofrecer» porque «nunca ha ostentado un cargo público» ni «tuvo capacidad decisión aquel día». «Ojalá hubiera estado en mis manos hacer algo, pero no fue así», insiste al tiempo que ha dado las gracias a las personas de su entorno más cercano, compañeros de medios de comunicación y ciudadanos anónimos que le han echo llegar su solidaridad y apoyo.

Réplica de la Generalitat

Al respecto la carta, fuentes oficiales de la Generalitat, consultadas por ABC, aclaran que la versión de Vilaplana «ratifica» que Mazón «estuvo pendiente e informado en todo momento» el día de la dana.

Asimismo, desde el Ejecutivo autonómico «condenan los inaceptables y repugnantes ataques machistas que ha sufrido una periodista de reconocido prestigio». Añaden que «el encuentro de trabajo no interfirió en la gestión de la emergencia».




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