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No se pudo… pero se podrá. La lluvia obligó a posponer la Gala de Grandes Intérpretes de Fundación Sinfonía en honor a doña Margarita Copello de Rodríguez.
Nadine Sierra ofrecería un recital junto a Xabier Anduaga, considerado a sus 31 años un tenor lírico a la altura de Camarena o Flórez.
Ella es hoy una de las más valoradas sopranos del circuito operístico. Hubiera sido su primera vez en Santo Domingo, aunque los aficionados dominicanos a la ópera la sienten conocida.
Cuando Nadine Sierra es la anfitriona de las retransmisiones HD del Metropolitan Opera de NY logra una cercanía muy particular. Es un calor que probablemente tenga algo que ver con una ascendencia latina y portuguesa de la que se siente en deuda y agradecida.
¿Por qué las divas de la ópera hoy son bellas y delgadas? ¿No era antes un requisito vocal ser peso pesado? Nadine Sierra se ríe y reconoce haberlo pensado.
Su explicación es que en otras épocas la presión social sobre la vida de esas grandes artistas era muy fuerte. Muy a menudo era una vida solitaria.
¿Cómo es el trabajo de esas producciones del MET?
Son extraordinarias. Toma mucho tiempo, es un trabajo duro que exige mucha concentración. No pensar en las cámaras, llevamos dos micrófonos para grabar las voces… y creo que todo eso influye, condiciona. Además, hablar a una audiencia mundial siempre impresiona.
Pronto actúa en Perú Argentina, Chile, México… ¿Hay un circuito de calidad de ópera en Latinoamérica?
Sí, sí….lo hay. Es de gran calidad y también muy cálido. Al menos desde mi experiencia, la gente que he conocido en México y en América del Sur me hace sentir que estoy en casa.
Mi abuelo era de Puerto Rico y parte de mi ADN viene de América del Sur porque la familia de mis abuelos estaba en todos lados. Y mi mamá es portuguesa.
No sé explicarlo… pero cuando voy me siento relajada. Siento que no tengo esa tensión ni necesidad de juzgarme demasiado. Creo que es la atmósfera y la cultura de la gente. Son muy acogedores y abrazan a la gente. Están listos para disfrutar y amo eso.
Un público más dispuesto a disfrutar que a criticar…
Cierto, cierto. Nunca hay un sentimiento frío en la audiencia. A veces, en ciertas partes de Europa, puedes sentir que la gente es un poco más fría. No está en su cultura expresarse de un modo efusivo.
Creo que incluso algunas veces aplaudimos a destiempo…
¡Y eso está bien! Eso me encanta porque es honesto.
Para cantar… ¿prefiere un público de entendidos?
Creo que quizás mi público preferido es la gente más joven. Porque la forma en que muestra su entusiasmo es muy agradable y muy fresca. Y sí, la gente latina porque ese calor es contagioso. Es como si alguien caminara a una habitación y la encendiera.
A veces me gusta la audiencia de los grandes connoisseurs de la ópera, los que están obsesionados con la ópera porque puedo identificarme con esas personas.
«Trabajar la voz es como… un atleta que entrena para las Olimpíadas»Soprano
¿Porque la ópera también es su obsesión?
Sí, de alguna manera. También estoy obsesionada vocalmente.
¿Tiene profesores, nunca ha dejado de estudiar?
Nunca. Trabajar la voz es como… un atleta que entrena para las Olimpíadas. Tienen un equipo a su alrededor que los ayuda a prepararse: entrenadores, doctores, fisios, psicólogos…
¿También tiene ayuda psicológica?
Sí, por supuesto. Para mi salud mental y mi salud emocional. ¡Es tan importante!
¿Es una vida difícil?
Hay mucha presión. No puedo hablar por los hombres en esta industria pero creo que hay mucha presión para las mujeres en particular en esta industria.
En mi experiencia, he visto que muchas de mis colegas femeninas viven solas, no están casadas, no tienen hijos. Son muy independientes y a veces creo que esa independencia afecta su vida. Porque es bueno compartir y sentir que tienes apoyo en casa. Pero es difícil encontrarlo.
Canto, música, escenografía, actuación… ¿La ópera es el arte que contiene todas las artes?
¡Oh, sí! Creo que para ser un gran artista en la escena tienes que tener todo. Tienes que poder caminar de una manera determinada en el escenario.
También tienes que hacer que el público crea que estás en el lugar en el que debes estar. Y entonces actuar y mover el cuerpo y cantar al mismo tiempo, deseablemente bien…
Alguien como María Callas y Renata Scotto, eran mujeres que sabían de eso. Sabían realmente convertirse en un personaje. Por eso estudio a esas mujeres, porque eso es lo que quiero lograr.

Empezó muy joven… ¿cuándo maduró su voz?
Empecé a tener una voz operística cuando tenía 10 años y a estudiar ópera cuando tenía 13 y mi voz ya tenía algo especial. Fue mi mamá la que se dio cuenta.
Mi abuela había querido ser una cantante de ópera, pero en aquellos días no se podía, no se lo permitieron…. Tenía una voz hermosa pero su padre entendía que una mujer tenía estar en casa, ser esposa, tener hijos.
¿Ella pudo verle triunfar?
Murió cuando yo tenía 19 años, pudo ver el comienzo de todo. Así que ella sabía que yo estaba en este camino que ella nunca pudo caminar. Y creo que eso es muy hermoso, estoy feliz de que pudiera verlo.
¿Qué ópera recomendaría para acercarse a la ópera?
Para mí fue La Bohème, quizá por la producción que vi. Era el montaje de Zeffirelli con Teresa Stratas, José Carreras, Renata Scotto como Musetta… Y fue en esa presentación cuando pensé «necesito saber qué es esto». Le dije a mi mamá «creo que quiero ser una cantante de ópera«.
Así que recomendaría La Bohème, pero también La Traviata, es muy especial. Creo que estas óperas pueden hacer sentir qué es la ópera, algo que realmente apunta al corazón y al alma con la voz, con la música, con todo.
¿Cuál de sus actuaciones considera que ha sido la mejor hasta ahora? En el Liceu del Barcelona, por ejemplo, la adoran…
Creo que allá mi mejor presentación fue un concierto que hice en medio de los ensayos de La Sonámbula. Tuve que hacer ese recital yo sola porque mi colega Pretty Yende tuvo que cancelar.
Así que rehice el programa para que fuera un concierto de una sola cantante. Y pensé… ¿cómo voy a hacerlo? ¡Era el Liceo y con la orquesta, todo el mundo está esperando por mí!
Salí decidida a abrazar al público como me abrazan y fue increíble. Y creo que es una de las mejores presentaciones que he hecho.
¿Y la peor?
Tengo que pensar en eso… Creo que una de las peores fue la Lucía de Lammermoor que hice en San Francisco. Fue en 2015, creo.
Estaba muy estresada, fue tal vez la primera vez en mi vida que empecé a sentir presión real por esta industria. Y estaba reemplazando a Diana Damrau. Y mi tenor fue Piotr Beczala, un gran tenor y que además es un gran colega. Yo era muy joven, tenía 25 o 26 años.
Estaba muy nerviosa y con muchos síntomas: tenía reflujo de ácido que no podía explicar y que estaba dañando la parte superior de mi registro. Incluso cancelé la última Lucía porque mi cuerpo no podía lograrlo.
Somatizó el nerviosismo… Y sin embargo usted parece muy centrada.
Odio ese sentimiento de no estar tranquila, de no sentir mis pies en el suelo. Sí, soy muy centrada. Soy Tauro. Para mí, estar firme en el suelo es realmente importante. Y cuando no tengo ese control me siento mal.
¿Cuál es el papel que prefiere?
Bueno, ahora hago un montón de bel canto como Amina, en La Sonámbula. Pero mi repertorio preferido es un poco más lírico. Por ejemplo, ¡me encanta cantar Violeta en La Traviata!
¿Qué tiene Violeta?
Además de que es una partitura bellísima… ahora tengo 37 años y me siento mucho más mujer que 10 años atrás, incluso 5 años atrás. Entiendo algo más que antes, no solo sobre ser la mujer que soy, sino sobre cantar como la mujer que soy. Y se refleja.
¿Su voz sigue evolucionando?
¡Sí, sí! Mi voz hace algo nuevo cada año. No solo se vuelve un poco más grande, sino que adquiere mayor coloratura. Un poco, especialmente en el medio, ¡no sé qué pasa!
El registro más alto sigue ahí y es muy fuerte ahora. Eso es bueno, pero a veces me siento muy sorprendida porque la decisión de ir en otra dirección con mi repertorio es difícil de tomar.
¿Esa decisión la toma usted, los profesores, los que programan las temporadas…?
Lentamente estoy tomando esa decisión, pero estoy escuchando lo que sucede. Y siempre doy una señal a los organizadores de ópera para que observen que estoy en esta transición con mi voz. Creo que algunos cantantes son más rápidos en hacer estos cambios que yo.
Voy muy lenta porque no quiero arruinar mi voz, no quiero cometer un error con mi instrumento. Es muy importante para mí. Así que… me tomo mi tiempo.

Siempre habrá un lugar para nosotros fue su primer disco y había un hilo conductor en los temas: la inmigración.
Sí, así es. Porque en ese momento el presidente Trump fue elegido por primera vez y me sentí muy triste por lo que estaba pasando en ese momento.
No me gustó mucho cómo hablaba sobre muchas cosas. Creo que a veces su personalidad puede ser muy agresiva. No me gustó en ese momento la manera en que hablaba sobre inmigración y los inmigrantes.
Me sentí muy incómoda. Porque mi familia son inmigrantes que vinieron a Estados Unidos y crearon una vida. Si no hubieran hecho eso, yo no existiría. Y esta historia que tengo no hubiera sucedido. Pero diré, por el otro lado, que mi familia emigró legalmente a Estados Unidos.
¿Y ahora?
¿Ahora? Creo que ahora estamos en el mundo luchando contra muchos problemas.
Y creo que es debido al hecho de que en todo el mundo los medios más grandes realmente tratan de centrarse en lo que nos hace diferentes y el lado negativo, en lugar de centrarse en lo que nos une todos alrededor del mundo.
Quizá porque su lenguaje es la música sea más fácil pensar así…
La música es sobre todo eso. Se trata de transmitir una buena sensación. Incluso si hay óperas que son muy tristes, todavía se trata de tocar el corazón y centrarse en el alma humana.
Y creo que hoy estamos luchando contra un problema espiritual que es mucho más grande que Trump o mucho más grande que Putin… mucho más grande que personas individuales.
«Algunos de los talentos más increíbles vienen de lugares donde la gente no tiene nada. Yo no vine de una familia que no tenía nada en sentido estricto, pero mi familia no tenía mucho para ofrecerme. Y si no hubiera sido por algunos patronos de las artes que me ayudaron, que fueron generosos conmigo, y algunos de mis colegas, que cuando era muy joven vieron que tenía un talento prometedor y me dieron su tiempo, consejos, su energía y su atención… no estaría aquí.
Mis padres lucharon por cada centavo que me dieron para mis lecciones y el modo en que lograron eso, es tan honorable y tan inspirador. Si no hubiera sido por esa lucha, no sería la cantante que soy ahora y no sería la persona que soy ahora.Hay mucho talento prometedor en este mundo. Por eso programas como los de Fundación Sinfonía o como el de Dudamel son imprescindibles. Si no somos capaces de dar a la gente una oportunidad, especialmente a los niños y a los más jóvenes, perderemos mucho potencial para hacer el mundo más grande y mejor».
