En esa frase residen la mayor parte de las dudas que ha despertado el movimiento del presidente. Efectivamente, los ataques a Sánchez y su familia comenzaron hace casi una década, cuando, en 2014, apenas un mes después de que fuera elegido líder del PSOE, miembros del Gobierno de Mariano Rajoy conversaban con el comisario José Manuel Villarejo, quien ofrecía información comprometedora – nunca demostrada- contra el entorno familiar de Sánchez. “Esto lo mata”, prometía Villarejo, refiriéndose al fin de la carrera política del líder socialista. Desde que asumió la presidencia del Gobierno tras la moción de censura contra Rajoy en junio de 2018, el PP ha cuestionado constantemente la legitimidad de Sánchez y ha logrado implantar el concepto “antisanchismo”, centrando en la figura del presidente su estrategia de oposición. Pero la declaración de Sánchez este lunes se contradice con su propia carta a la ciudadanía del pasado miércoles, porque asegura que esa campaña de descrédito “no es lo más relevante”, cuando hace cinco días lo era, hasta el punto de provocar que se plantease si “merecía la pena” seguir. Más allá de la campaña catalana y de la oposición férrea de PP y Vox, también Aitor Esteban, portavoz del PNV (que apoyó la investidura de Sánchez y que gobierna con el PSOE en Euskadi), ha cuestionado la actitud del presidente del Gobierno: «Hemos asistido a un hecho insólito que tampoco era necesario para los objetivos que públicamente se decía perseguir. Lo mejor que se puede decir es que ya ha acabado»