Tres vecinos del número 9 de la calle Canigó de Badalona murieron, el martes, después de que se derrumbara el interior del edificio de cuatro plantas en el que vivían. Dos semanas antes, la Agencia de la Vivienda de la Generalitat entregó a la comunidad de vecinos el distintivo conforme habían aprobado la Inspección Técnica de Edificios (ITE). El técnico que había realizado la inspección consideraba que el edificio era seguro y solo destacaba tres “deficiencias leves”: “En los acabados de la fachada, en otros elementos de la fachada y en la cubierta del edificio”. Con ese informe, nada hacía presagiar el desprendimiento que se llevó por delante los comedores y habitaciones de los pisos de las terceras puertas (ático 3, 3º 3ª, 2º 3ª, 1º 3ª y bajo 3ª). La fachada fue lo único que no sufrió ningún daño.
Juan Recaray llevaba, hasta el martes, 14 años viviendo en el 2º 1ª del número 9. Su piso no se ha visto afectado por el derrumbe, pero no sabe si podrá volver. Este viernes acompañaba en el tanatorio a las familias de los fallecidos. “Estoy viviendo en casa de mis padres. Somos siete y no sé hasta cuándo voy a tener que estar allí. En la comunidad habíamos hecho los deberes (en referencia a la ITE) y nadie nos da una explicación de qué ha pasado”, denuncia.
El alcalde de Badalona, Xavier García Albiol (PP), destacaba el miércoles que la principal hipótesis es que el derrumbe lo provocó la “mala calidad de los materiales” con los que se construyó en 1959 el edificio. La investigación estudia si el techo del comedor del ático se sobrecargó y provocó el hundimiento. “Lo que me preocupa es que las viviendas del entorno son de la misma promoción y puedan sufrir una situación similar”, alegó el alcalde señalando a los edificios que rodean al número 9 de la calle Canigó y que fueron construidos el mismo año para albergar a policías durante el franquismo.
El drama del 9 de la calle Canigó ha desatado varias alarmas. Por un lado, constata que el parque de vivienda está anticuado y, por otro, no parece que pasar la ITE aporte la seguridad esperada. Badalona es, después de Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat, la ciudad más poblada de Cataluña (223.000 habitantes). Según un informe de la Diputación de Barcelona, el 7,8% de esas viviendas (frente al 8,2 del conjunto de la provincia) está en mal estado o en ruina. Muchos inmuebles en Badalona no son de gran calidad: el 45,8% son de más de tres plantas y no disponen de ascensor y más de la mitad tienen más de 45 años (la media es de 48).
Cuando un edificio pasa los 45 años es obligatorio, tal como marca la Generalitat, realizar una ITE. Maite Bartolí es arquitecta experta en estructuras y asesora del Colegio de Arquitectos. “Una ITE es una revisión visual. El técnico visita los pisos y locales del edificio y presta atención a las cubiertas y terrazas que están expuestas a la humedad y pueden degradar la estructura. Comprueba si hay grietas y revisa las instalaciones comunes. Es una revisión con muchas lagunas porque en los edificios nadie hace caso a la estructura”, denuncia. Bartolí asegura que los edificios más peligrosos son los construidos en los años 50 y 60 (como el de Canigó 9). “No había normativa y se utilizaron materiales de muy poca calidad. La gente cuando ve una grieta la repara y pinta sin más. No se hacen calas y no se ve si hay problemas porque la estructura queda escondida en falsos techos”, lamenta. “En Badalona se construyó rápido y sin grandes calidades”, destaca Bartolí. En toda Cataluña han superado la ITE, en los últimos meses, 127.000 edificios y la Agencia de la Vivienda de la Generalitat tiene 3.000 ITE a la espera de distintivo en Badalona. ¿Qué pasa cuando no se supera la ITE? Es entonces cuando se alerta los ayuntamientos y estos tienen que hacer el seguimiento e incluso sancionar a los propietarios.
Dolors Sabater es exalcaldesa de Badalona y actual concejal de Guanyem: “En 2004 se aprobó una ley de barrios que se dedicó a cuidar plazas y calles, pero no edificios. No fue hasta 2022 que se impulsó una nueva ley para actuar en viviendas”. Sabater recuerda que cuando accedió a la alcaldía en 2015 no había ningún plan para la vivienda. “Estuvimos tres años, propusimos un plan que debe estar en algún cajón. El edificio de Canigó no sabemos por qué ha caído. Estoy preocupada porque o las ITEs no sirven o no se hacen las pruebas necesarias”, concluye. El concejal del PSC Fernando Carrera asume que “el parque inmobiliario está muy envejecido” y faltan proyectos. “No sé que más tiene que pasar para arrancar un plan de rehabilitación y el problema es la cantidad de edificios construidos con materiales similares”, advierte. El líder de ERC, Álex Montornés, asume: “Badalona ha estado a la deriva en los últimos 15 años. Ha habido mucho tecnicismo entre los partidos. Hemos gobernado todos pero no se ha abordado íntegramente el problema de la vivienda. Mientras, cada 18 meses ha habido algún incidente con edificios deteriorados”. La líder de Badalona En Comú Podem, Aïda Llauradó, apunta a que en barrios como Llefià, La Salut, La Pau o Sant Crist hay un grave problema por “los materiales empleados, la especulación y la autoconstrucción” que se desarrolló durante el franquismo. “En 2005 ICV hizo un plan para derribar edificios en la Salut y construir nuevos. Nadie se ha atrevido. Badalona sola no puede y el gobierno de Albiol cree que el privado debe gestionar solo este problema”, denuncia.
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EL PAÍS ha consultado al teniente de alcalde de territorio de Badalona, Daniel Gracia, sobre la situación. “No tenemos un problema general sino pequeños problemas localizados”, defiende. Gracia sostiene que la Generalitat es la responsable de las ITEs. “A nosotros nos llegan solo las ITEs graves y abrimos expedientes de legalidad urbanística para instar a los propietarios a reparar con la amenaza de sanción”, argumenta. El gobierno municipal sigue confiando en las ITEs. “No tenemos competencia en algo que deben arreglar los privados”, concluye Gracia.
Alejandro Gares fue desalojado del piso de alquiler que comparte con su pareja en el número 11 de la calle Canigó la mañana del siniestro. Esa noche volvió a su casa. Su edificio está pared con pared con el derruido. “La primera noche casi no dormimos. Han pasado unos días y la mayoría de los que vivían de alquiler en estos bloques han dicho que se van. Nosotros seguimos porque el mercado está carísimo. Pero tenemos miedo”, concluye.
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