Un recluso de 39 años murió el jueves en el Centro Penitenciario de Topas (Salamanca) después de quemar presuntamente al colchón de su celda, según ha informado este viernes el sindicato Acaip-UGT y han confirmado a EL PAÍS fuentes de Instituciones Penitenciarias. El intenso humo provocado obligó a desalojar a otros 15 internos que en ese momento estaban en el módulo de aislamiento, donde se recluye a aquellos presos que han protagonizado algún incidente o son considerados peligrosos por los delitos cometidos. El suceso se produce seis días después de que tres reclusos del penal de Alcalá-Meco (Madrid) tuvieran que ser hospitalizados por otro incendio, también causado por la quema de un colchón.
El incidente en la cárcel Salmantina ―que tiene 902 internos― se produjo sobre las ocho y media de la tarde, cuando los presos ya estaban recluidos en sus celdas. La alarma antiincendios saltó en la galería 2 del módulo de aislamiento, lo que movilizó rápidamente a los funcionarios de servicio, que acudieron pertrechados con equipos de extinción a la celda de la que empezaba a salir una humareda. Los colchones de prisiones son ignífugos y no provocan llama por si solo, pero sí humo cuando se les aplica una fuente de calor de manera constante, según explican fuentes sindicales. Fue precisamente la intensidad del humo lo que dificultó la entrada de los trabajadores en el cuarto por falta de visibilidad para sacar al reo, que cuando consiguió ser rescatado ya presentaba graves síntomas de intoxicación.
El preso ―reincidente, acusado de robos y que acumulaba varias sanciones por mal comportamiento, la última de las cuales había provocado su ingreso en el módulo de aislamiento tres días antes― fue rescatado en estado inconsciente y, pese los intentos de reanimación cardiovascular que los servicios sanitarios del centro le practicaron durante 45 minutos, falleció. Fuentes de Instituciones Penitenciarias señalan que el suceso ya ha sido puesto en conocimiento del juzgado de guardia y que el Ministerio del Interior ha abierto una denominada “información previa” (investigación interna) para conocer las causas. Estas mismas fuentes declinaron concretar las causas finales de la muerte del hombre, hasta conocer los resultados de la autopsia.
La humareda provocada por el incendió obligó a desalojar a otros 15 internos y a realojarlos en otras celdas hasta que la galería afectada pudo ser habilitada de nuevo horas después. Según el sindicato Acaip-UGT, durante ese movimiento de internos “se vivieron momentos muy tensos por el perfil de los presos de aislamiento”, aunque al final los trabajadores penitenciarios evitaron que se produjeran incidentes. Este sindicato, el mayoritario entre los funcionarios de prisiones, asegura que con los incendios provocados los presos buscan “varios objetivos, como provocar su traslado, reclamar medicación o agredir a los trabajadores penitenciarios, poniendo en riesgo tanto su propia vida como la de los funcionarios”.
El incendio de la semana pasada en Alcalá-Meco se produjo también a primera hora de la noche. El presunto causante del mismo fue un recluso de 19 años considerado conflictivo y que a lo largo del día había provocado varios incidentes que incluían autolesiones. En este caso, el interno colocó el colchón contra la puerta de la celda y le prendió fuego. Él, su compañero (este con quemaduras) y el interno de una celda contigua tuvieron que ser hospitalizados. El humo obligó aquel día a evacuar a uno de los patios de la cárcel a los 34 internos que había en ese momento en la galería afectada.
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.