José Luis Ábalos Meco (Torrente, Valencia, 1959) no despuntó pronto en política, aunque la política ha sido su vida. Cumplidos los cincuenta años, a finales de la primera década del siglo XXI, viajaba de Valencia a Madrid, ida y vuelta, todas las semanas, como diputado raso que era del Grupo Socialista por su provincia natal. Presidía el Gobierno por entonces José Luis Rodríguez Zapatero, cuya candidatura en el célebre 35 Congreso Federal del año 2000 -en el que fue derrotado José Bono- él mismo había apoyado, cuando no eran muchos los ‘zapateristas’ en su federación de siempre, la valenciana. En ese momento el líder nacional de los socialistas agotaba su segunda y a la postre última legislatura y Ábalos , que se alojaba en un pequeño estudio próximo al Congreso de los Diputados, lamentaba su suerte, aun con media sonrisa socarrona, cualidad que nunca le ha dejado de asistir y que siempre practica en la distancia corta. «Yo apoyé a Zapatero , y ya ves de lo que me ha servido», solía decir en privado allá por 2009, cuando quizás pensó que su carrera política ya había tocado techo. Una carrera labrada desde sus tiempos en la Juventud Comunista, a la que se afilió en 1976, cuando era todavía una organización clandestina.Noticia Relacionada estandar No «El que la hace la paga»: Sánchez añade presión a Ábalos por el caso Koldo Mariano Alonso El presidente del Gobierno lanza este mensaje en plena tormenta política por la presunta corrupción del asesor del exministro, al que no ha mencionado explícitamentePorque sí, José Luis Ábalos fue comunista y tuvo carnet del mítico Partido Comunista de España (PCE), antes que del PSOE. Un tránsito militante nada extraño, y que tiene una amplia tradición en nuestro país. De orígenes humildes, su familia era originaria de Cuenca. Su padre, Heliodoro Ábalos, fue torero, con el nombre artístico de ‘Carbonerito’ , un apodo que apelaba a su conquense pueblo natal, Carboneras de Guadazaón. Como relató el escritor Daniel Ramírez en ‘El Español’, la Guerra Civil frustró la carrera en los ruedos de quien, como certifica El Cossío: «En 1934, toreó doce tardes; en 1935 no llegó a diez y en el siguiente no se dejó oír su nombre». Aunque Ábalos padre dejó de vestirse de luces un cuarto de siglo antes de que naciera su último hijo, el político socialista lleva a gala su afición taurina (algo cada vez más extemporáneo en su partido, donde comparte trinchera con su sucesor como Secretario de Organización, Santos Cerdán , y con la exvicepresidenta y hoy presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo ) y conserva en casa viejos carteles de su progenitor. Su madre se casó con él en segundas nupcias, por lo que Ábalos tiene varias hermanas, pero todas de padre. Hoy, el exministro tiene cinco hijos de tres mujeres distintas y es abuelo, con la circunstancia de que alguno de sus nietos es mayor que los últimos de sus hijos, como suele recordar divertido en privado. ‘Carbonerito’ terminó cambiando las plazas por una tienda de muñecas artesanales, en la que un joven Ábalos ayudaba en sus tiempos de estudiante. Luego se diplomó en Magisterio por la Universidad de Valencia y llegó a ejercer de profesor apenas unos meses en Quart de Poblet. Pero su destino estaba en la política. Y a ella se dedicó de pleno desde muy joven.Hijo de un torero al que la Guerra frustró la carrera, se inició en política en el PCE antes de recalar en el PSOEEn 1981 y con 22 años, se produjo el paso del PCE al PSOE. El partido de Santiago Carrillo empezaba a declinar en apoyos y los socialistas eran un cohete en plena propulsión. Dos años antes habían logrado un éxito de envergadura en las primeras elecciones municipales democráticas de 1979, cuando alcanzaron con la ayuda de los comunistas las principales alcaldías de España, incluidas las tres más importantes: Madrid, Barcelona y Valencia. Fue el preludio de la histórica mayoría absoluta de Felipe González en octubre de 1982, que incorporó a toda una generación, entonces muy joven, a las tareas de responsabilidad institucional. Con veintitrés años Ábalos ya ejercía como jefe de gabinete del Delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana y más tarde ocupó el mismo alto cargo con el conseller valenciano de Trabajo, mientras no descuidaba la vida orgánica. Pronto escaló hasta convertirse en secretario general de Valencia Nord y en 1995 ya era el líder de la federación de esa provincia. Y fue entonces cuando comenzó su carrera como concejal en Valencia capital, cargo en el que permaneció una década, de 1999 a 2009, antes de dar el salto al Congreso. Diez años en los que el bastón de mando lo tenía la popular Rita Barberá, que ocupó el cargo durante veinticuatro años ininterrumpidos. Es en ese contexto municipal, en la Valencia exhuberante de los años previos a la crisis económica de 2008, en el que el hijo de ‘Carbonerito’ tomó la alternativa política. Aun en la oposición, su papel como concejal no pasaba desapercibido , ni su innegable cualidad de máquina social, de hombre propenso a la charla, a la broma, tanto con compañeros como con rivales políticos, y mejor si es con una buena mesa por medio. Al calor de muchas sobremesas en un restaurante contiguo al Ayuntamiento, en el que cuenta la leyenda que a los miembros del consistorio se les hacía un precio especial, se fue fraguando su leyenda. También la de hombre cercano a los medios . De aquella época datan buenas amistades con destacados periodistas que luego, al igual que él en la política, han recalado en medios de la capital de España.En 2009 se sentía despreciado pese a haber sido uno de los pocos valencianos que apoyó a ZapateroCon los informadores siempre ha sido franco y cercano, con todo lo que ello implica. En el off the record Ábalos es claro, incluso, si se tercia, para echarle la bronca a su interlocutor. Fumador empedernido, los cronistas saben por ese vicio que siempre le tienen a mano durante los recesos de los plenos parlamentarios en el patio del Congreso. Y eso tanto en su etapa de ministro y mandamás del PSOE como en la actual de diputado raso. En un entorno donde los políticos jóvenes miden cada vez más sus palabras, e incluso ni las pronuncian si no es con la autorización del jefe de prensa de turno, Ábalos obvia esos protocolos y no elude el cuerpo a cuerpo. Tampoco evita la ironía y el sarcasmo, que tanto evitan sus compañeros de profesión menos veteranos. «Tenemos hasta un ministro astronauta ¡lo que hay que ver!», bromeaba en cierta ocasión nada más ponerse en marcha el primer Gobierno de Sánchez en 2018, con Pedro Duque en la cartera de Ciencia y Universidades. Parece imposible imaginar a un compañero de mesa en el Consejo de Ministros permitiéndose esa licencia. Incluso en la indumentaria se distingue de la nueva hornada. Es raro no verle de estricto traje y corbata, sobre todo los días de pleno. Si su apoyo contracorriente a Zapatero no obtuvo rédito, años después de la salida del expresidente del Gobierno llegaría su oportunidad con otra apuesta contracorriente, la que hizo por Sánchez. De entre la amplia red de contactos tupida por el hoy jefe del Ejecutivo durante su etapa de caída y resurrección como líder socialista destacó enseguida entre uno de los principales. De los que le alojaba en su casa, incluso, cuando se desplazaba a la Comunidad Valenciana. Fue sanchista de primera hora y leal hasta el último momento . Una nómina poco nutrida, más allá de él y de la ex vicesecretaria general, Adriana Lastra o Cerdán. Incluso algunos que hoy trabajan muy estrechamente con el presidente en Moncloa cambiaron de bando llegado el momento entre 2016 y 2017, aunque luego se hayan reconciliado. La imagen de Sánchez llegando en el verano de ese 2017 a su primera reunión de la Ejecutiva Federal, tras haber derrotado en las primarias a Susana Díaz, junto a Ábalos y Lastra, los tres paseando en distendida charla por la calle Ferraz, es una de las que quedaron de aquel momento como reflejo del nuevo PSOE. Fue entonces cuando le nombraron portavoz parlamentario , cargo en el que defendió la abstención en la moción de censura presentada por Pablo Iglesias a Mariano Rajoy, destinada a perder pero que ya supuso en 2017 un importante gesto de acercamiento hacia Podemos. Y un año después defendió desde la tribuna, en nombre del Grupo Socialista, la moción que sí derrocó a Rajoy, con la que Sánchez llegó a Moncloa. A partir de ahí pasó a ser ministro de Fomento , rebautizado luego como Transportes Movilidad y Agenda Urbana, que compatibilizó hasta su defenestración en 2021 con la Secretaría de Organización del PSOE. En definitiva, un gran poder institucional y orgánico, con hilo directo con el presidente. A punto de cumplir sesenta años, más vale tarde que nunca, sus viejas aspiraciones se habían hecho realidad. La caídaEn 2020 llegó la coalición con Podemos, y a Ábalos le tocó lidiar con el líder del socio minoritario, Iglesias, por entonces vicepresidente segundo y responsable de la cartera de Derechos Sociales, en la larga negociación de la ley de vivienda, que finalmente ni uno ni otro vieron aprobada bajo su mandado, sino cuando ambos ya estaban fuera del Gobierno. Justo a principios de ese 2020 estalló el escándalo Delcy . La número dos del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, realizó una visita relámpago a España, en pleno conflicto del régimen chavista con el opositor Juan Guaidó, que llegó a ser reconocido por muchos países, incluida España, como presidente de aquel país. Tras varios cambios de versión, Ábalos terminó reconociendo que hubo un encuentro con Delcy, en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid. Fue poco antes de la pandemia, donde según el escándalo que ha estallado esta semana su mano derecha y principal acompañante, Koldo García , el hombre con el que compartió largas horas en el coche oficial, y según algunas informaciones trabó una relación de amistad, se lucró personalmente de contratos millonarios de mascarillas con varios ministerios y administraciones socialistas. Ábalos dice que Koldo llevaba una vida «normalita» y Sánchez niega que su cese en 2021 tenga relación con el caso. El tiempo situará esas afirmaciones en su sitio. Ayer el presidente le enseñó la puerta de salida , al asegurar en un acto de la Internacional Socialista que su Gobierno es «implacable» contra la corrupción, «venga de donde venga y caiga quien caiga». Aunque en privado Cerdán ha evitado pedirle la renuncia, algo que Ábalos sólo está dispuesto a hacer si es una decisión consensuada y no «para que la derecha cobre una pieza», como declaró en ‘El País’. En su declaración financiera en el Congreso aparecen 16.000 euros en el banco , dos viviendas en Madrid y Valencia y dos locales comerciales en esta última ciudad. 140.000 euros pendientes de varias hipotecas y dos coches de alta gama adquiridos en 2020 y 2021 . Por ellos afronta otro préstamo de 30.000 euros, la misma cantidad de dinero que tiene, aproximadamente, en planes de pensiones. Ábalos abona una pensión de de 1.500 euros como padre divorciado.» Si al final dimite, dejará de ingresar algo más de 4.000 euros mensuales y habrá puesto punto y final a toda una vida en política. Aunque según evolucione el caso Koldo, podría no abandonar tan pronto el candelero mediático.
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Ábalos, el leal sanchista caído en desgracia>
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