No si se verlos con el puño en alto cantando la Internacional causa más vergüenza ajena o más perplejidad. A mí, desde luego, vergüenza. Aunque entendería que a algunas de las víctimas del bando rojo en la Guerra Civil les pueda causar miedo ver a esta gente haciendo el cafre en ‘prime time’, con esa excitación psicopática y enfermiza. No entiendo cómo puede haber en pleno siglo XXI gente aparentemente normal haciendo apología de la barbarie o mostrando símbolos preconstitucionales y antidemocráticos, como es el caso. Supongo que la Fiscalía de Memoria Histórica actuará de oficio contra el PSOE por lo sucedido. Al fin y al cabo, la ley que regula la cosa dice que «se trata de articular una respuesta del Estado para asumir los hechos del pasado en su integridad, rehabilitando la memoria de las víctimas, reparando los daños causados y evitando la repetición de enfrentamientos y cualquier justificación de violencia política o regímenes totalitarios». Si por mí fuera, y siguiendo la estricta literalidad de la ley, podrían empezar por la dirección del PSOE .Y no solo por cantar su particular ‘Cara al sol’, sino, sobre todo, por hacerlo con esa actitud de chichinabo, a medio camino entre ultras de equipo de Tercera y actores secundarios en los Goya. El congreso entero ha resultado una verdadera infamia: culto al César, demonización de los adversarios, ataques al Poder Judicial, apología de la corrupción, señalamiento de periodistas, bunkerización psicótica y una retórica guerracivilista que ya ni siquiera tratan de ocultar. Lo peor no ha sido ver a miles de personas aplaudiendo a Begoña, a la que no se le conoce más hoja de servicios para el socialismo que la posible comisión de cuatro delitos: apropiación indebida, intrusismo profesional, tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Tampoco ha sido lo peor verlos en pie aplaudiendo a Chaves y Griñán, que uno ya solo esperaba que salieran por allí José María el Tempranillo y los Siete Niños de Écija. Ni siquiera ver a Zapatero, defensor de dictadores, dando lecciones de democracia o a Sánchez entrando en escena con una canción que se llama ‘Luz de estrella’, pintalabios en la mejilla y esa actitud como de Morrissey en Glastonbury.Lo peor ha sido descubrir que, sin duda, todo esto solo tenía un fin que era alentar las pasiones más bajas y vulgares del socialismo para lanzar una campaña electoral basada en el frentismo, en la identificación de la oposición con el golpismo e instaurar la idea de que toda alternativa al PSOE es necesariamente una opción de extrema derecha negacionista, acientífica y salvaje. Cada ocasión en la que Sánchez afirma que hay gobierno para rato queda más claro que solo busca blindar una Ejecutiva lacaya para hacer después lo propio en los congresos de las federaciones e ir a la desesperada a las urnas antes de que lo imputen. Así que agrupémonos todos en la lucha final, que está al caer. Y, visto lo visto en la derecha, tengo serias dudas de que no le salga bien.
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Agrupémonos todos en la lucha final
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