Habría que escarbar en los anales de la OEA para encontrar a un secretario general más torpe que Luis Almagro, experto en mal manejo de crisis e ineficaz para resolver conflictos. En cada evento toma partido de antemano, como lo hizo antes en Venezuela, Bolivia y Honduras, y vuelve ahora por sus fueros con los venezolanos al reconocer que todavía Maduro no ha presentado las actas por las que habría ganado, pero sin que tampoco la oposición tenga actas oficiales pide que le reconozcan las suyas y le otorguen el triunfo, con lo que limita las posibilidades de que ese organismo hemisférico tenga una incidencia efectiva. No aprende Almagro, y con su inoportuna propuesta, que raya en la imprudencia, solo reitera su incapacidad y su falta de nobleza y grandeza.