Es evidente que Donald Trump estaba tan ocupado haciendo sus rascacielos, sus casinos y resorts que se perdió Barrio Sésamo. Por eso, con gran peligro para la humanidad, desconoce conceptos tan básicos y fundamentales como grande, pequeño, cerca, lejos o muchos y pocos. Durante la campaña electoral fueron millones las cabezas que se cubrieron con gorrillas rojas con el eslogan MAGA, «Make America Great Again» —Hacer América grande otra vez—. Todo lo contrario a lo que está haciendo. Fueron muchos los ciudadanos americanos y del resto del mundo que se ilusionaron con el proyecto de Trump. Que Trump fuera presidente era un clamor para detener a los que estaban destrozando el mundo a través de la agenda woke y sus modelos minoritarios alternativos. Lo que nadie podía imaginar es que, al final, la alternativa a la agenda woke vaya a acabar siendo mucho más costosa y destructiva que lo woke.
Nunca se ha visto a ningún presidente, y anda que hay inútiles dirigiendo países por el mundo, que haya conseguido lograr, con tanta celeridad, exactamente todo lo contrario de lo que prometió que iba a hacer. Su discurso ha resultado ser las Trumpetas del apocalipsis.
El imperialista del rotulador hunde más al mundo con cada firma que escribe. Nadie sabía del poder destructor que tiene el rotulador negro de punta gorda. Las amenazas de Trump no eran bravuconadas para negociar, son realidades ejecutadas. No ha llegado a los 90 días de gobierno y ya ha hecho perder a EEUU y al mundo billones de dólares.
El resultado de la acción de Donald Trump es desolador. Ha roto los consensos del mundo y ha destrozado las normas de funcionamiento internacional que habían generado el mayor volumen de riqueza de la historia de la humanidad. Se ha cargado los mecanismos de cooperación y la institucionalidad. No reconoce la soberanía de los estados. Trump, con sus decisiones, ha empobrecido a Estados Unidos y al resto del mundo. Lo que es cierto es que mientras Trump dice que está haciendo a América más grande, en realidad está haciéndola mucho más pobre. Mucho más pequeña. La guerra de Ucrania continúa. Y la tregua en Palestina se terminó. Con Trump al mando, los peligros y riesgos en el mundo aumentan con la misma velocidad que se desploman las bolsas, los mercados y las divisas.
El aislacionismo trumpista es una apuesta por el nacionalismo económico que tanto dolor ha provocado en el mundo. Trump está abocando a los EEUU a la inflación crónica mientras rompe los consensos históricos que le dieron el liderazgo del mundo. China tiene una gran oportunidad.
Que Trump se mueva por el odio y el rencor tiene un precio altísimo para el mundo. Quedará para la historia la lista de «Reciprocal Tariffs» que presentó al mundo para justificar lo injustificable. No es que sea lamentable por las inexactitudes, es que pone en evidencia el peligro del personaje y toda la bazofia de destructores que le rodean y jalean. ¿Quién le hace las cuentas? ¿El vicepresidente J. D. Vance, el amigo prescriptor de todo radical que sea enemigo de Europa? Su persecución contra «lo verde» les ha llevado a imponer tasas a los pingüinos de las islas de Heard y McDonald. A los pingüinos no les ha salvado ni que la isla lleve el nombre del fast food americano más famoso del mundo. Me gustaría saber si la culpa de esa tasa no la tiene una visión deformada y torticera del papel de los pingüinos en la serie de películas de animación Madagascar. Igual es que los ven woke como algunos veían trans a los pobres Teletubbies.
«Donald Trump está resultando ser muy mala gente. Está arruinando a todos los que fueron a manifestarle su apoyo en la toma de posesión»
Las medidas de Trump —que no políticas— están provocando una reacción unívoca mundial. Lo que hace Trump ha unido a izquierdas y derechas civilizadas con los empresarios, productores, sindicatos y cualquier agente que entienda el mercado libre, así como los tratados de comercio internacional tanto bilaterales como multilaterales.
Donald Trump está resultando ser muy mala gente. Está arruinando a todos los que fueron a manifestarle su apoyo en la toma de posesión. La presencia de Elon Musk era una lógica obviedad. Supuso una gran sorpresa que acudieran los líderes woke Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Tim Cook, Satya Nadella o Sam Altman. A pesar de su acercamiento a Trump, las medidas del presidente les han supuesto una pérdida de billones —americanos— de dólares. Todos ellos, los más ricos del mundo, han perdido muchísimos millones. Millones de ciudadanos, pequeños accionistas de esas empresas, lo que han perdido es una importantísima parte de sus ahorros. América Grande no. América pobre.
Allí también estuvo «Santiago Obescal», el líder de los Patriotas y de Vox. Algún día sabremos cuál es la causa final de su síndrome de Washington —que no Estocolmo— respecto a Trump. La defensa a Trump por parte de Vox es una sangría de votos. Todos los argumentos utilizados por los portavoces del partido resultan de un ridículo insuperable. Desde el reproche por «la falta de negociación» a la justificación de que «son positivos para los americanos». Ya, pero somos españoles. Abascal ha dicho que «el mayor arancel que padecemos es el sostenimiento de la casta corrupta». Abascal, no. La «corrupción» no es un arancel. Es otra cosa, es delito. Como la financiación ilegal de los partidos. Trump ha atacado directamente a la agricultura y ganadería españolas y desde Vox, por lo que ha hecho Trump, critican a Pedro Sánchez y al PP a través de Ursula von der Leyen. No «cuesta mucho más el pacto verde que los aranceles de Trump». El pacto verde son todas esas medidas que van alrededor de la PAC. Vox intenta blanquear a Trump y al justificar a Trump lo que está haciendo es abandonar al campo español. Abascal y Vox, alineados con Trump, que es quien ataca a España y sus intereses, no son «patriotas» españoles. Actuar en pro de un agresor extranjero es cosa de mercenarios. De traidores a España y a sus votantes.
Desde que España recibe fondos agrarios hasta 2024, la UE ha enviado alrededor de 218 mil millones de euros en fondos de la Política Agrícola Común. Esta cantidad se distribuye en pagos directos a los agricultores, desarrollo rural y otros programas de apoyo al sector agrícola. La PAC es financiación para la agricultura en España y en toda la Unión Europea. Los aranceles de Trump son todo lo contrario, el freno y un ataque directo en contra del campo español.
La situación no induce al optimismo. Trump, al que apoya Vox, está resultando ser un megalómano narcisista que ya está pensando en cómo perpetuarse en el poder, que somete a bloqueo y control a los jueces y está atacando la libertad de prensa intentando controlarla y neutralizarla llevando así a los EEUU hacia la autarquía. Para nuestra desgracia, lo mismo que Pedro Sánchez.