«Intento darle a esta Celestina el punto vital, humano, del sentido del humor, de ser disfrutona… Una mujer a la que le gusta vivir el momento, orgullosa de su trabajo y que quiere hacerlo bien. Adems creo que ella es una gran actriz, que dependiendo de quien tenga delante se comporta de una manera u otra. Es muchas celestinas en una». Anabel Alonso (Baracaldo, 1964) es la ltima en incorporarse a la larga nmina de intrpretes que se han puesto en la piel de la alcahueta que une los destinos de Calisto y Melibea. Despus de Nria Espert, Charo Lpez, Terele Pvez, Gema Cuervo y hasta Jos Luis Gmez, la protagonista de ‘7 vidas’ da vida al personaje creado por Fernando de Rojas (1465-1541) en una versin que llega este jueves al Teatro Reina Victoria de Madrid, con versin de Eduardo Galn y direccin de Antonio C. Guijosa. Completan el reparto Jos Saiz, Vctor Sainz, Claudia Taboada, Beatriz Grimaldos y David Huertas.
«Me identifico con ella en que no se le pone nada por delante», asegura Alonso. «Tiene 30 oficios para buscarse la vida y no depende de nadie, sino de s misma. Yo la veo como la primera pcara». Adems, «es muy osada y su lema de vida es el ‘carpe diem». As, cita un momento en la funcin en que dice: «Nadie hay tan viejo que no pueda vivir un ao ms, ni tan mozo que no pueda morirse hoy mismo». Algo, subraya, que se nos olvida «cuando nos perdemos en la vorgine: vivir el momento». Este esfuerzo por comprenderla le lleva a matizar sus aspectos ms lgubres: «Entiendo que en un momento dado le perdiera la codicia, ver esa cadena de oro y no querer compartirla. Pero, claro, cuando alguien pasa tanta necesidad…» As y todo, intenta ver algo negativo en su conducta. «Y no creas que lo encuentro, porque todo lo que hace es por supervivencia. Adems, slo va donde la llaman, porque le abren todas las puertas. Entonces pregunta qu necesitan. Y lo consigue».
Se ha tendido a verla, lamenta la actriz, «como la bruja del cuento, la mala, la oscura, la causante de todas las tragedias. Lo mismo ocurre mucho con los personajes femeninos. Hay ah un componente de machismo». Por ello, Alonso plantea el prejuicio que sobrevuela en la moraleja final: «Una mujer a la que le gusta comer, beber, follar… y que encima engaa a la sociedad, pues claro que tiene que tener un castigo. Ah est el prejuicio».
Del mismo modo, hay otra idea preconcebida respecto a Calisto y Melibea, «a los que se sublima y se equipara con Romeo y Julieta, cuando lo nico que quieren es follar», sentencia. «Ni se prometen mi amor eterno, ni nadie les impide estar juntos, ni se quieren casar. Lo que buscan es holgar, disfrutar del cuerpo, de la carne, de la vida. Nada ms. Les mueve nicamente el deseo».
Asuntos escritos en 1499 como una de las grandes obras literarias de todos los tiempos, pero que resuenan todava. «Los clsicos tratan de las pasiones, las virtudes y los vicios humanos», reflexiona Alonso. «Y en eso, por mucho que queramos, no hemos cambiado ni poco, ni mucho, ni nada. Ahora iremos en coche y tendremos telfono mvil, pero ya». Porque aqu se habla de cosas que siguen a la orden del da:»Deseo, sexo, codicia, ambicin, avaricia, traicin, poder, engao, corrupcin…» Y establece otra analoga: «Aqu los criados quieren engaar a Calisto, y hoy en da, quin no hace unas facturas falsas para quedarse con el dinero que no le toca?».
Siguiendo con las conexiones, Alonso comparte con Celestina una reputacin un tanto cuestionable, en el caso de la actriz por sus declaraciones de carcter ideolgico y sus crticas a la derecha poltica. «Una nunca dice todo lo que piensa», suspira. «Yo considero que en este momento no hay que dar nada por sentado y que los derechos que se han conseguido se pueden perder fcilmente. Es verdad, lo estamos viendo y tenemos que luchar por ellos. Tal vez uno a uno da ms miedo hablar, por si te sealan, pero todos juntos como colectivo tenemos ms fuerza», explica. «Soy un ser pensante y puedo tener opiniones. Dicen que para no molestar tienes que callarte, pero prefiero verlo de otra manera: Yo nunca le voy a gustar a todo el mundo. Igual que la paella no le gusta a todo el mundo. O el color azul. Por qu voy a ser yo un concepto universal que s? Al menos soy consecuente con lo que pienso». Luego, incide, est otra actitud: «Como piensas distinto, no te voy a ver». Alonso traza una nueva analoga: «Cuando voy al carnicero o llamo a un fontanero no le pregunto a quin vota. Quiero que me arregle el grifo o que me d un filete. Que haga bien su trabajo y punto. No me gusta esta tendencia a mezclarlo todo y a hacer llamadas al boicot. No te gusta mi trabajo? No te hago gracia? Perfecto. Pero por qu voy a cambiar, como me pides? Y luego acusan a los dems de sectarios. Por qu le dan la vuelta a la tortilla de esa manera? Me parece un error, porque lo primero es el respeto, porque la diversidad es guay y porque hay que huir del pensamiento nico».
Y esta reflexin desemboca en otro tema del momento: la cancelacin de determinados espectculos como una censura encubierta: «El teatro est ah, a pie de calle, y puede ser censurado porque depende de ayuntamientos que dependen de partidos polticos». Una situacin que no comparten el cine y la televisin, «que se rigen por la oferta y la demanda». Pero en los teatros tienen poder decisorio las instituciones. «Y ah con las leyes nos topamos», resopla. «Es algo que me parece de ciencia ficcin a estas alturas, que se censuren obras con eufemismos como la falta de presupuesto», seala. «Estn haciendo un viaje atrs en una mquina del tiempo».