El trecho que va del dicho al hecho se encuentra en Mantua, al norte de Italia, cerca de Verona. En una ciudad de menos de 50.000 habitantes, la imaginación de los diseñadores abandona el mundo de las ideas. Las patronistas de Castor se afanan por que el volante garabateado en el boceto, mediante el corte correcto y la proyección exacta, parezca flotar alrededor de la cintura. Las creaciones de los directores creativos de Proenza Schouler, Giambattista Valli, Gabriela Hearst o Thom Browne nacen entre sus manos. Desde los años 70, con su equipo de patronistas y costureras, la familia Picozzi se ocupa de dar cuerpo a la moda.
En 2008, Angela, hija del matrimonio compuesto por Gabriella y Lorenzo Picozzi, sacó a parte de su equipo de las bambalinas. La técnica acumulada para otros se puso entonces a su propio servicio. Mantù se convirtió en la primera firma propia de la empresa de confección. Su aspiración se destila de su experiencia de forma inevitable. La mujer a la que aspira vestir «sabe quién es y no le hace falta demostrarlo».
- Ahora que el lujo silencioso se desvanece, ¿cuál es el sentido de la moda discreta?
- La moda te tiene que ayudar a expresarte, no a cubrirte. Eso significa que no puedes calcar el look de una pasarela. Para Mantù, la mujer carismática es la que es capaz de entender su estilo. Nosotras queríamos mostrar a nuestra clienta final cuál es nuestro trabajo real, quién es la gente que de verdad está detrás de la industria de la moda. El trabajo de un diseñador es importante, pero el colofón lo asegura el conocimiento del patronista. Si no es capaz de traducir lo que quiere un gran diseñador, no saldrá bien. Pero si tienes a un diseñador inexperto con un patronista maravilloso, puedes crear algo extraordinario.
- ¿Qué ha aprendido la familia Picozzi durante estos años confeccionando moda para otros?
- Que para crear algo excepcional necesitas a muchísima gente. No existe el poder de una sola persona. En el diseñador empieza todo, pero tienes que saber que este negocio está hecho por la gente que trabaja detrás. Para mí es muy importante el acabado de cada patrón o una buena terminación en las hombreras, que es una de nuestras señas de identidad. Una prenda está hecha por quien la diseña y por quien construye su forma, su volumen. En Mantù, por ejemplo, somos 75 personas. De esas, 70 somos mujeres. Todas contribuimos con algo en cada pieza. ¡Añadimos bolsillos en los vestidos! Son necesarios y nos divierten. También marcamos la cintura para alargar la figura. Todas aportan algo en la colección. Los hombres se encargan de la administración, de informática y del almacén, pero nosotras estamos pendientes de todo lo demás. Somos multitarea.
Angela Picozzi, fundadora de MantùDR
- En Castor, su madre confeccionó las primeras colecciones de Martin Margiela. Apostó por él. ¿Cómo se conocieron?
- . Cuando él salió de Jean Paul Gaultier, su estilo era diferente a todo lo que se hacía. Nadie lo entendía. Pero mi madre pensó que era increíble y empezó a trabajar con él enseñándole cómo se podía materializar lo que diseñaba. Él llegó a Verona un día de niebla y mi madre siempre me contaba que para hacer una sola chaqueta Margiela estudiaba durante más de tres meses. Quería que fuera perfecta. Eso nos falta ahora: todo es rápido, solo se busca producir. Estamos perdiendo la belleza de crear cosas extraordinarias. Para eso se necesita tiempo e investigación. Nosotros estudiábamos sus volúmenes, que él rescataba del siglo XVII, pero dotábamos de hechuras contemporáneas, que es la misión de una patronista. Lo que pidió era carísimo, pero mi madre confió en él. Tenía pocas piezas, pero un futuro. Ahora trabajamos con Elie Saab, Giambattista Valli,Longchamp o con Gabriela Hearst. Para alcanzar el nivel exigido, cada una de nuestras patronistas pasa cuatro años aprendiendo hasta que puede producir una prenda de forma individual. Las veteranas también continúan aprendiendo cuando ya están establecidas. Eso nos encanta de nuestra empresa: trabajan con nosotros al mismo tiempo una nieta, una madre y una abuela.
- ¿Y cuántas colecciones tienen que elaborar de forma simultánea?
- En esta última semana de la moda, por ejemplo, confeccionamos de manera simultánea cuatro colecciones para la pasarela: una en Milán y tres en París. Y varias presentaciones, para Mantù y Longchamp. Todas requieren volúmenes distintos: vamos de una chaqueta superconstruida de Thom Browne a un vestido de Giambattista Valli. Ese es nuestro trabajo: expresamos volúmenes. Pero no tenemos tiempo y es como una operación a corazón abierto. Después de una semana de la moda necesitamos unas vacaciones.
Para la firma italiana, la silueta toma fuerza en los hombros..Cortesía de Mantù
- ¿Qué importancia tiene ahora la artesanía en la moda?
- En general, cada vez menos porque la gente no entiende la calidad y encuentra el atractivo en los nombres, las marcas, en el marketing. Cuando compras algo caro, debe ser algo importante: la prenda debe poder permanecer en tu armario al menos 20 años. Pero parece que no hay tiempo para pensar, solo hay que producir y el marketing es el camino más rápido para crear una marca.
- ¿Cómo se diferencia el trabajo con una casa de moda estadounidense de una europea?
- Por norma, la estadounidense es más comercial. Los europeos son más creativos. Pero depende. Gabriela Hearst es supercreativa. Pero por lo general ellos están más centrados en lo que dicta el mercado y los europeos son más extravagantes. Con los estadounidenses siempre hay más emails que trabajo.
