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Este 7 de junio se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Tourette, una condición neurológica que aún sigue rodeada de desconocimiento y estigmas. Más allá de los tics motores y vocales que suelen asociarse a ella, el Tourette implica una realidad mucho más compleja: quienes lo viven a diario también enfrentan trastornos asociados como ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o déficit de atención (TDAH), que impactan profundamente en su calidad de vida. El entorno escolar, laboral y social puede convertirse en un verdadero desafío si no existe un acompañamiento adecuado.
Más allá de los tics: trastornos asociados
Aunque los tics son el síntoma más reconocible del ST, la mayoría de las personas con este síndrome también presentan otros trastornos neuropsiquiátricos. Según datos de la Revista Plural, aproximadamente el 90% de los pacientes con ST experimentan comorbilidades como ansiedad, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Estas condiciones pueden tener un impacto más significativo en la calidad de vida que los propios tics. Además, es común que los pacientes enfrenten dificultades en el aprendizaje, problemas de conducta, trastornos del sueño y del estado de ánimo, y, en algunos casos, conductas autolesivas. Estas complicaciones pueden interferir en el rendimiento académico, las relaciones sociales y la vida diaria en general.
Impacto social y emocional
Las personas con ST a menudo enfrentan desafíos sociales debido a la falta de comprensión sobre su condición. Según la Asociación Andaluza de Pacientes con Síndrome de Tourette y Trastornos Asociados (ASTTA), la sociedad no está acostumbrada a tratar con personas que presentan tics, lo que puede llevar a situaciones de burla o aislamiento. Esta falta de comprensión puede generar sentimientos de ansiedad, baja autoestima y depresión en los afectados. Además, el entorno escolar puede ser particularmente desafiante para los niños con ST. Los tics y los trastornos asociados pueden dificultar la concentración y el aprendizaje, y los niños pueden ser objeto de acoso escolar. Es fundamental que las instituciones educativas implementen estrategias de apoyo y concienciación para fomentar un ambiente inclusivo y comprensivo.

Enfrentando el síndrome: estrategias y tratamientos
Aunque no existe una cura para el ST, hay tratamientos y estrategias que pueden ayudar a manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida. La terapia cognitivo-conductual, especialmente la terapia de inversión del hábito, ha demostrado ser eficaz en la reducción de tics y en el manejo de trastornos asociados como el TOC y la ansiedad. En algunos casos, se pueden recetar medicamentos para controlar los tics o los trastornos comórbidos. Además, es esencial contar con un enfoque multidisciplinario que incluya apoyo psicológico, educativo y social. La educación y la concienciación sobre el ST son clave para reducir el estigma y promover la inclusión de las personas que viven con este síndrome.