Carolina Marín tiene motivos de sobra para celebrar este verano. Sin irnos muy lejos, este domingo es su cumpleaños y la onubense ha cumplido 32 años. Cada 15 de junio celebra una vuelta más al sol y recuerda con cariño y orgullo todos los logros que ha alcanzado en el último curso deportivo. No faltará la anual fiesta con sus familiares y amigos más cercanos, y una publicación en sus redes compartiendo el momento de felicidad que está viviendo en todos los sentidos. Acaba de volver a las pistas de bádminton después de 9 meses de recuperación de su lesión. Todos recuerdan cómo se rompió la rodilla izquierda a tal sólo 11 puntos de ganar el oro olímpico en París en agosto. Aquel dolor ha quedado muy lejos y hoy solo tiene motivos de alegría.
En las últimas semanas ha agrandado su lista de victorias (fuera de la pista). Ha recibido un doctorado honoris causa en la Universidad de Huelva. En mayo se renombró al palacio de los deportes de su ciudad natal con el nombre de la deportista y se pintó en la fachada un mural honorífico con su rostro. Dentro del curso también se cuenta el Premio Princesa de Asturias de los Deportes que recibió en octubre. De puertas para dentro, la deportista ha pasado unas semanas más que entretenidas entre la Feria de Sevilla, un viaje con influencers a República Dominicana y la emisión de su episodio especial en Maestros de la costura en marzo. Todas estas buenas noticas acompañan su regreso a la competición y la intensidad física a la que ha estado acostumbrada.
La primera pasión de Carolina Marín fue el baile
Nuestra querida deportista nació el 15 de junio de 1993. Su nombre completo es Carolina María Marín Martín, pero se comprende que en los papeles de la federación no cabe la versión completa y es reconocida solo por su primer nombre y primer apellido. Es natural de Huelva y toda la cultura andaluza del flamenco y el baile eran de forma natural su camino a seguir. Iba para bailaora cuando a los 8 años descubrió el bádminton. Una amiga le invitó a un entrenamiento y sintió un amor a primera vista por la disciplina. A los 13 años ganó su primer campeonato nacional y consiguió una plaza en la Residencia Joaquín Blume, en Madrid, donde seguiría formándose y escalando en el plano internacional. Con 21 años se convirtió en campeona de Europa y repetiría el podio otras siete veces. Campeona mundial en 2014, 2015 y 2018, más el oro olímpico en Río 2016.
Curiosamente, Carolina Marín comparte cumpleaños con otras personalidades del deporte español. Este domingo también se celebra a la gimnasta Almudena Cid, la paralímpica Desirée Vila, y a los futbolistas Iñaki Williams del Athletic Club y Pablo Barrios Rivas del Atlético del Madrid. Parece que esta fecha es providencial, pero en ninguno de estos casos se ha ganado el podio sin esfuerzo. Carolina ha tenido que vivir lejos de casa desde su adolescencia y ahora que puede escoger regresa a Huelva siempre que puede. Allí tiene a sus principales apoyos. Su entrenador es Fernando Rivas pero la onubense tiene su pilar en su madre Toñi. Su padre Gonzalo falleció de forma inesperada en 2020, debido a un accidente laboral del que no hay más información.
Un novio atleta y medallista en Europa
Hay otras personas en la vida de Carolina Marín que le han ayudado a pasar sus momentos más bajos, desde la pérdida de su padre a las derrotas y lesiones en el bádminton. Uno de ellos es su novio. La medallista sale con el atleta Gen Esteban San Millán, un corredor de relevos inscrito en el equipo de atletismo de la Real Sociedad. Han mantenido una relación estable durante años, sin especificar las fechas exactas de cuándo se conocieron o cuándo empezaron a salir. No han pasado por el altar pero llegaron a dar un paso más en su noviazgo al adoptar un perro en común. En este último año se ha hablado de un distanciamiento y hasta una ruptura entre la pareja de deportistas, pero este mismo mayo han salido nuevas imágenes que tiran abajo cualquier especulación. Sí es cierto que ha borrado todas las publicaciones en Instagram y TikTok donde salía el atleta.
Carolina Marín ha establecido su residencia en Madrid. Entrena en el mismo centro donde ingresó a los 14 años. En el Centro de Alto Rendimiento (CAR) Joaquín Blume recibe un entrenamiento personalizado y su recuperación de las lesiones. Vivió de forma interina en el centro hasta 2016 pero ese año se mudó. Su casa es una vivienda independiente del centro de entrenamiento. Ha enseñado algunos rincones que ya se han comentado en THE OBJECTIVE. Ha conseguido decorar un espacio amplio, luminoso y de estilo minimalista con un jardín y cocina abierta. Cuando regresa a Huelva encuentra su refugio personal en las playas del Atlántico. No ha confesado si su paisaje preferido es la playa de Punta Umbría o la de La Antilla, por nombrar algunas, manteniendo así el secretismo sobre su paraíso de descanso perosnal.
