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Ay, fontanera

by Marko Florentino
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Alsina ha estado fino al llevar al inicio de su editorial radiofónico los acordes de Campanera transformados en «ay fontanera».

No sabemos cómo le sentará a la cúpula sanchista que la canción de Lidia García, que popularizó Joselito, se la haya adjudicado el periodista a las andanzas de Leire Díez, porque a este PSOE que no es PSOE le resbala todo; pero a la mayoría de la audiencia le parece un acierto, aunque no sea más que porque es preferible reír que llorar. Y este Gobierno con sus leires, koldos, ábalos, jessicas, familiares del presidente y demás protagonistas de la trama Ferraz-Moncloa, incluido nada menos que el fiscal general del Estado, es como para llorar hasta que no queden lágrimas. 

Llorar por el bochorno que supone ser ciudadana de un país con un Gobierno que supura corrupción y falta de moral por casi todos sus poros. El «casi» viene obligado por las pocas personas que se han resistido a las prédicas sanchistas. Un respeto hacia ellas, no lo deben estar pasando bien.

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A los periodistas, a los españoles todos, nos faltan calificativos para definir la situación que vivimos. Cuesta aceptar que personas que teníamos por decentes, formadas, con criterio, se hayan dejado engañar por un hombre que, lo he escrito alguna vez, se asemeja a esos líderes de sectas que transmiten tanta convicción en sus planteamientos vitales que forman un círculo de incondicionales que, fuera de él se sienten desprotegidos, inermes. Son capaces de seguir hasta el abismo, hasta el suicidio, a quien les ha roto el cerebro con su palabrería. Ese tipo de grupos existen, como existen las muertes colectivas y voluntarias inducidas por locoides con los resortes psicológico necesarios para mover masas.

Sin ser una secta en el sentido estricto de la palabra, no solo asombra que el sanchismo haya atrapado a gente de trayectoria impecable y sensatez reconocida, sino que multitud de españoles inteligentes no quieren ver lo que tienen delante de sus ojos. No leen o escuchan lo que no coincide con lo que piensan, y prefieren no analizar hechos que escandalizan a cualquiera con dos dedos de frente.

«La irrupción de Leire Díaz en la escena ha elevado el tono de la confrontación»

La proliferación de personajes atrabiliarios que rodean al presidente, burdos y maleducados en unos casos, ridículos en otros, tramposos, mentirosos, abiertamente corruptos, cantamañanas, arribistas y oportunistas, tendrían que llevar a la reflexión a los muchos que siguen pensando que Sánchez es víctima de una operación de acoso y derribo de un puñado de jueces y periodistas. Allá ellos, algún día se caerán del guindo y comprenderán que esos jueces y periodistas solo aspiran a trabajar decentemente, como han hecho siempre.

La irrupción de Leire Díaz en la escena ha elevado el tono de la confrontación, porque es evidente que Díez más se mueve en escenarios que no estaban al alcance de personajes anteriores. La que iba a ser una rueda de prensa de «la fontanera» –con máximo respeto a los profesionales de ese oficio– se convirtió en todo un espectáculo con la irrupción de Víctor Aldama, el comisionista amigo de Koldo. Tuvo que intervenir la policía y se han cruzado amenazas de denuncias y de tirar de la manta. 

Que esa es otra, tirar de la manta. Se hacen apuestas sobre quién va a ser el primero en empezar a contar lo mucho sabe. Se percibe ya una sensación de sálvese quien pueda, porque la prisión es dura, y el pasado reciente demuestra que por muy importante que sea el condenado, acaba en la celda de una prisión.

Una red de colaboradores del sanchismo, como la ahora famosa Leire Díez están muy centrados en averiguar las malas artes de miembros de la UCO, si los hubiera.

«Lo que busca Sánchez es que las leires de turno encuentren los pruebas de corrupción en la UCO, aunque solo sea un guardia»

No hace falta ser el más inteligente de la clase para comprender por qué es tan importante para Pedro Sánchez contar con datos que demuestren que se han dado casos de corrupción en esa unidad de investigación de la Guardia Civil que recibía tanto elogio cuando aportaba a los jueces las pruebas que servían para demostrar los delitos de miembros del PP, o de la empresa, o de la banca. 

Lo que busca Sánchez, el sanchismo, es que las leires de turno encuentren los pruebas de corrupción en la UCO, aunque solo sea un guardia. Así podrían invalidar el trabajo realizado como policía judicial y se anularían los procedimientos abiertos contra familiares, amigos y colaboradores del presidente de Gobierno.

A Sánchez hay que reconocerle que sabe cómo defenderse y atacar al adversario, y ha buscado buenos asesores para proteger a los suyos. La operación de aforamiento de Gallardo no se gestó en Extremadura, sino en Madrid, era la manera de salvar a su hermano David Azagra; qué ocurrirá con Gallardo le tiene sin cuidado. Pero desacreditar a la UCO significaría echar abajo las causas abiertas a Begoña, David, Ábalos, Koldo, el fiscal general, el delegado del Gobierno de Madrid, Aldama… la lista es larga, pero a Sánchez le importan no más de medio docena de personas. Por cercanía, o porque teme que, para salvarse, cuenten lo que saben.

‘¿Y elecciones cuándo?’ es la pregunta que se hace todo el mundo. Pues cuando Sánchez quiera, cuando le venga bien. Visto lo que es capaz de hacer, esta periodista tiene incluso dudas de que lleguen a celebrarse en el 27. Este presidente es experto en retorcer la ley.



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