La presidenta de la Comunidad de Madrid ha entrado de lleno en la lucha contra el cierre de las centrales nucleares españolas que quiere perpetrar el Gobierno de Sánchez, contra la opinión mayoritaria del Parlamento español. Razones tiene Díaz Ayuso para enarbolar la bandera nuclear en un escenario donde la pretensión de Sánchez es discriminar a Madrid en la crítica carrera por la instalación de centros de datos, tecnología que será vital en el futuro de nuestra sociedad.
Conviene tener muy presente que la Comunidad de Madrid consumió, de acuerdo con los últimos datos oficiales, el 11% de la electricidad de España, mientras la central nuclear de Almaraz produjo el 7% de toda la electricidad nacional. Buena parte de esa electricidad es consumida en Madrid, que continúa siendo la primera economía de España produciendo casi el 20% de todo el PIB nacional. Algo imposible de hacer sin una energía abundante, fiable y barata como la de origen nuclear.
Hace unos días estuvo Ayuso en la central nuclear de Almaraz, apoyando la continuidad de esta instalación industrial que produce electricidad para cuatro millones de hogares en nuestro país y genera miles de puestos de trabajo de altísima cualificación y millones de euros en ingresos, tanto para Extremadura como para el estado central. Adicionalmente, esta misma semana se va a debatir en la Asamblea de Madrid una Proposición No de Ley impulsada por el Partido Popular para la continuidad de las centrales nucleares españolas. Esta PNL se suma a la ya aprobada, por mayoría, en el Congreso de los Diputados hace unas semanas.
«Nuestros políticos se han dado cuenta, por fin, del irreparable error que estaríamos cometiendo si cerramos nuestras centrales nucleares: perderíamos empleos, la electricidad sería más cara, aumentaría la pobreza energética…»
Todo esto son síntomas inequívocos de que nuestros políticos se han dado cuenta, por fin, del irreparable error que estaríamos cometiendo si cerramos nuestras centrales nucleares. No sólo perderíamos empleos estables y de calidad, sino que la electricidad sería más cara, aumentaría la pobreza energética, disminuiría la competitividad de nuestra industria, tendríamos que importar más combustibles fósiles, aumentaría nuestra dependencia exterior, pagaríamos más impuestos, pondríamos en riesgo el suministro energético y aumentarían las emisiones de gases de efecto invernadero. Sinceramente, se me ocurren pocas maneras de equivocarse peores que esta.
El Gobierno del PSOE, sin embargo, continúa empecinado en llevarnos a todos al abismo energético con un discurso made in Teresa Ribera seguido a pies juntillas por su sucesora. Una Ribera que defiende en Europa lo contrario que defendía en España en un intento perenne por empobrecer cada vez más a los españoles. Y ciertamente lo están consiguiendo, porque la pobreza energética se ha multiplicado por tres en nuestro país desde que el PSOE está en el Gobierno, situándonos en un nivel que dobla la media de la Unión Europea.
El PSOE, como digo, insiste en el cierre nuclear argumentando que se trata de una estrategia detalladamente analizada y estudiada. El resultado de ese concienzudo análisis es el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), un auténtico brindis al Sol que más bien parece haber sido escrito tras consultar los posos del café. Permítanme darles solo algunos ejemplos de tan infalible plan. En primer lugar, planearon construir unas interconexiones eléctricas con Francia… sin haber hablado con Francia. Un plan sin fisuras. En segundo lugar, en 2025 deberíamos instalar 6.000 MW de energía eólica. El año pasado se instalaron unos 1.000 MW y este año vamos por el mismo camino («solo» se han equivocado en un factor 6). En tercer lugar, se tendrían que vender un millón de coches eléctricos en 2025. El año pasado no se vendieron ni 100.000 (“únicamente” se han equivocado en un factor diez). Este es el nivel de los planes del gobierno. Si ustedes se equivocan en sus empresas en un factor diez en un plan estratégico ya pueden ir metiendo sus cosas en una caja de cartón y actualizando su CV.
La energía nuclear es imprescindible para los intereses de España porque los planes de transición energética están fallando estrepitosamente. Ni las renovables se han desplegado al ritmo necesario, ni el almacenamiento es todavía una realidad, ni tenemos interconexiones suficientes, ni estamos electrificando la economía, ni vendemos los suficientes coches eléctricos ni nada de nada de todo aquello que nos habían prometido.
Si no rebajamos la injustificada e injusta presión fiscal sobre la energía nuclear, corremos el riesgo de perderla para siempre porque el Gobierno del PSOE ha conseguido llevar las centrales nucleares a pérdidas económicas en un pueril intento de desviar la atención sobre nuestra realidad. Cataluña, por ejemplo, recauda cientos de millones de euros en tributos propios basados en excusas supuestamente medioambientales, buena parte de los cuales son pagados por las dos centrales nucleares catalanas. Madrid, sin embargo, no tiene ningún tributo propio en materia energética, ni medioambiental, ni sobre los centros comerciales, ni sobre los establecimientos turísticos, ni sobre las viviendas vacías, ni sobre las bebidas azucaradas, ni sobre los «activos no productivos de las personas jurídicas«. Dos estilos bien diferentes de hacer política: uno se basa en saquear sin pudor al ciudadano y el otro no. Por algo Madrid lidera el ranking de PIB de España.