La lluvia de los últimos meses en Barcelona ha dado un respiro a la sequía que llevaba tres años castigando, también, la capital catalana. La gran cantidad de meses secos ha provocado la muerte de más de 2.000 árboles en la ciudad. Además, el fallecimiento de una joven, en agosto de 2023, por la caída de una palmera, obligó al Consistorio a talar 700 árboles. Hoy, todavía con el marcador de sequía en fase de alerta, el Ayuntamiento admite la existencia de más de 3.400 alcorques huérfanos en aceras y parques. El equipo de gobierno ha anunciado que entre este octubre y diciembre de 2025 plantará 7.500 nuevos árboles de diferentes variedades. Y si la sequía continúa con su tregua, la recuperación “del verde” continuará con la siembra de flores, arbustos y césped entre este octubre y abril de 2026.
Shamina Yeguas tenía solo 20 años cuando el 3 de agosto de 2023 paseaba, minutos antes de las 16.00, por la calle de Joaquim Costa del barrio del Raval. Se acercaba a la plaza Emili Vendrell cuando la copa de una palmera datilera cayó (nadie ha sabido determinar por qué) impactando directamente en ella. Murió en el acto. A principios de este verano, el Consistorio indemnizó a la familia de Yeguas con 240.000 euros.
El equipo de gobierno de Jaume Collboni acababa de llegar a la alcaldía cuando sucedió el accidente. El nuevo ejecutivo quiso curarse en salud y analizó las 2.386 datileras de la ciudad y sentenció a 708, que fueron taladas. La tala, incluso de ejemplares sanos, finalizó el pasado noviembre. Casi un año más tarde, los alcorques sin árbol proliferan en calles y aceras y la marca de las palmeras cortadas es evidente en los tocones, la parte del tronco y las raíces que quedan tras cortarlos.
El accidente que acabó con la vida de Yeguas no fue el único mortal. Tres años antes, en agosto de 2020, otra palmera cayó en el parque de la Ciutadella sobre un hombre que estaba sentado en un banco y también falleció. Semanas más tarde, los técnicos municipales presentaron un informe que apuntaba a una triple causa: una pequeña cavidad interna en el tejido del tronco de la palmera, un cambio repentino de temperatura y viento no habitual en esta época. Tres factores que no justificarían una rotura por sí mismos, pero que al producirse al mismo tiempo pudieron provocar que el árbol se partiera.
Los siniestros han obligado a modificar los protocolos del área de Parques y Jardines. En la trama urbana de Barcelona hay cerca de 250.000 árboles, entre los cuales hay 12.348 palmeras. De éstas, solo 1.678 son datileras, mientras que el resto son palmeras como la washingtonia o la canariensis, que presentan menor riesgo de caídas. Toda datilera de más de diez metros de alto plantada en “ubicaciones con probabilidad de causar daños personales”, tal como marca el protocolo, fue talada independientemente de su fortaleza, vitalidad o salud. Antes del accidente del Raval, se revisaba cada árbol de la ciudad cada dos años, pero tras el suceso se revisaron todos y se regaron.
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El pasado 16 de julio la teniente de alcalde Laia Bonet admitía en una comisión de Urbanismo que la sequía había matado a 2.000 árboles en la ciudad y se comprometía a replantar 7.500 árboles y palmeras entre otoño de 2024 y diciembre de 2025.
La complejidad de retirar árboles talados
El Ayuntamiento ha contabilizado ahora 3.402 alcorques vacíos. La tala de palmeras sumada a los riegos de supervivencia de árboles exigidos por el decreto de sequía obligaron a reformular los trabajos de los jardineros municipales. Fruto de ello, la retirada de cepas (tocones y raíces) no ha sido uno de los trabajos prioritarios todo este año. El Consistorio asegura que, en todo 2024, se han retirado 1.800 cepas de arbolado y 270 de palmeras. Y añade que la extracción de cepas es “complicada”, ya que se genera un boquete, en ocasiones se arrastra acera o carretera y es necesario la intervención de los operarios de mantenimiento. Además, una vez abierto el agujero habría que plantar otro árbol para rellenarlo, lo cual no era muy práctico en pleno decreto de sequía y con recomendaciones que obligaban a gestionar quirúrgicamente el uso de agua. La misma fuente municipal asegura que la retirada de las cepas de palmeras es todavía más costosa, por lo que se han mantenido muchos de los tocones. Si la sequía no empeora, antes de que finalice el año se retirarán las cepas de otros 832 árboles y de cerca de 500 palmeras.
El Consistorio defiende que la falta de árboles en la ciudad no es por falta de interés, sino por una sequía que se está alargando muchísimo. “Además, el grueso de las plantaciones las hacemos en otoño o primavera para mejorar la supervivencia de los árboles recién plantados”, justifica la misma fuente, que anuncia intervenciones inmediatas. Respecto a los 7.500 árboles que tienen que plantar en la ciudad, muchos provienen del vivero municipal Tres Pins, pero otros procederán de las licitaciones de compra o, incluso, de obras que ya estaban adjudicadas pero en las que se pospuso la plantación de árboles hasta que la sequía fuera más favorable.
En la ciudad, si hay una plaza característica por sus palmeras, es la plaza Reial, también famosa por sus porches. Durante la tala de verano de 2023, se taló una decena de ellas. Vecino de la plaza, el dibujante y padre del cómic underground de España, Nazario Luque, lo lamenta: “Las cortaron, pero no han plantado nada. Antes, cuando talaban una palmera luego colocaban otra. Pero ahora no, se quedan los agujeros ahí”. “Creo que talan escudándose en que los árboles son peligrosos o están enfermos, pero me da la sensación de que cuantos menos árboles hay menos trabajo tienen”, denuncia el dibujante.
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