Por ser la Virgen de la Paloma , me pongo la zarzuela de Bretón y Ricardo de la Vega, dirigida por Ataúlfo Argenta en una grabación clásica del año de mi nacimiento. Escucho las quejas de Julián, el honrado cajista, socialista de cuando había socialistas honrados, y me topo con los versos «bigornia del herrador/ en este corazón mío:/ cuantos más golpes le das,/ más duro está el maldecío». No se busque «bigornia» en el diccionario: no aparece. Por suerte tengo a mano el delicioso libro de Mario Crespo sobre la intrahistoria santanderina titulado precisamente ‘La bigornia. Retablo de un tiempo anterior’, con epílogo de Álvaro Pombo (Tres Hermanas, 2025). El autor hace proceder «bigornia» del latín «bicornius»,o sea, «bicorne», del que también viene el bicornio del cuerpo diplomático. Mario explica que «bigornia» significa «yunque alargado, con dos puntas opuestas». Cuando la mandarria o maza del herrero golpeaba el hierro sobre la bigornia, saltaban chispas, y por eso, aclara Mario, a los herradores se les llamaba «chisperos».Pero en germanía «bigornia» designaba el hampa, la mala vida. Probablemente esta acepción tenga que ver con la dureza del yunque, pero yo le veo una relación con Alejandro Magno, también llamado Alejandro Bicorne (Dulcarnain en el Corán), por los cuernos de carnero de su yelmo, que fue espejo de matasietes y de jaques, como lo fueron el Cid y Roldán cuando la guapeza tenía su culturilla, muy lejos todavía de los chulos de puticlú y sauna.Por cierto, y ya que hablamos de ello, la bigornia del herrador o chispero, junto a la maza, fue emblema del primer PSOE, formado en su casi totalidad por honrados cajistas desertores del yunque. Sospecho que el Julián de la zarzuela se refería a ello cuando comparaba su corazón con dicho chisme. Tiempos aquellos, antes de que el partido del proletariado deviniera pura bigornia.Desde 1894, fecha de estreno de ‘La Verbena de la Paloma’, el Julián ‘que tíes madreee’, honrado cajista como Pablo Iglesias Posse (cuyo centenario de su muerte se nos echa encima para alegrarnos las navidades), fue el arquetipo de la izquierda obrera. La izquierda progre se buscó otro arquetipo, otro Julián, el Conde que, reivindicado por Juan Goytisolo Gay , ha llegado a ser el único santo de la religión ‘woke’ a la española, con méritos más que suficientes, no en vano montó en Ceuta una ONG humanitaria para facilitar el paso del Estrecho en lanchas de desembarco, y haciendo posible que, muchos siglos después, a cualquier socialista con sangre musulmana, por insignificante que parezca (pongamos que a un Bolaños), se le note a primera vista el alma de nardo del árabe español. Por mi parte, recomiendo a ustedes la lectura del citado libro de Mario Crespo López (Santander, 1975), que es además el mejor biógrafo de don Marcelino Menéndez Pelayo, mandarria de progredumbres.
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Bigornias
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