De menos a más. La Asociación de Periodistas Parlamentarios le ha dado el Premio Emilio Castelar a Mejor Orador al diputado de ERC Gabriel Rufián. Ha quedado en segundo lugar… Cayetana Álvarez de Toledo. Entiendo que el nivel parlamentario español está por los suelos, pero quizá podríamos exigir un poquito más. La semana pasada una misa funeral en la Catedral de Valencia conmemoró a las 222 víctimas de la dana. Acudieron los reyes, todo el Gobierno valenciano, pero no Pedro Sánchez, que envió a la ministra de Hacienda (?), al ministro de Política Territorial y Memoria Democrática (??) y a la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades (que al menos es valenciana).
Como ha señalado Daniel Gascón, «el presidente no asistió al funeral por las víctimas del mayor desastre natural que ha sufrido España en décadas, pero se pasó por el tanatorio para despedir a Marisa Paredes». El periodista Jesús Maraña le contestó en X diciendo que era un comentario «vomitivo» y que estaba deshumanizando… ¡A Marisa Paredes! Imaginen leer algo así desde Catarroja, donde un cementerio de coches abandonados tras la dana ardió el otro día, y donde hasta hace poco no se veían ni los pasos de cebra del lodo que todavía hay por la ciudad. Por no hablar de los negocios que siguen cerrados y los miles de alumnos que no han podido volver todavía al colegio. Imaginen leer sobre deshumanización tras haber tenido que enterrar a un familiar tras encontrarlo enterrado en el barro.
El presidente no fue a la misa porque no podría mirarle a la cara a ninguna de las víctimas. En unos meses, el Equipo de Opinión Sincronizada del Gobierno hablará de la dana como habla de ETA: hay que mirar al futuro, no reabramos heridas, basta ya de estar anclados en el pasado (el otro día en el Congreso se celebró un homenaje a las víctimas de la Guerra Civil, con performance reivindicativa de un grupo de teatro incluida).
La Guardia Civil ha registrado el móvil del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, y ha descubierto que no hay mensajes, precisamente los días en los que presuntamente filtró información fiscal de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. Quizá se le mojó el móvil y lo metió en un bol con arroz y se borraron los mensajes. O le hackearon, que es lo que dice todo el mundo tras decir alguna burrada en X.
«Es obvio que el fiscal borró esos mensajes. Porque no solo no hay chats sobre la filtración, es que no hay chats de esos días»
Es obvio que el fiscal borró esos mensajes. Porque no solo no hay chats sobre la filtración, es que no hay chats de esos días. Sin embargo, la fiscal jefe de Madrid, Pilar Rodríguez, que está investigada por este caso, sí que mostró al juez los mensajes de García Ortiz; también la fiscal superior de Madrid Almudena Lastra, que acudió como testigo. Pero lo importante es que la UCO no vio mensajes desde el móvil de García Ortiz. Llegaron, pero no se enviaron. Exonerado. El presidente Sánchez incluso exigió que la prensa le pidiera disculpas al fiscal general. ¡Que no había mensajes en su móvil, hombre! Basta ya de inquisiciones.
Poco después, la Fiscalía confirmó que sí se borraron esos mensajes, pero por protocolo de seguridad. En fin, que da igual. Se hubieran o no borrado (a veces hasta al propio Sánchez le cuesta mantenerse al día con las mentiras de su Gobierno), lo importante es que no molestemos al presidente, que últimamente está además especialmente histérico. Cada vez está más bronco, más a la defensiva, irascible y susceptible. Su hipocresía y manipulaciones le están pasando una factura física: mentir tanto te acaba afectando a la salud. Pero gobernar es huir hacia adelante. Y en eso está el Gobierno.