El gran campeón de Jalisco frenó en el T-Mobile de Las Vegas a la potencia emergente de Tijuana. Saúl ‘el Canelo’ Álvarez ponía en lid sus cuatro cinturones de campeón de los supermedianos (168 libras) frente a un peligroso rival, el joven (27) Jaime Munguía, que llegaba con una vertiginosa marca de 43-0. El aspirante salió duro, a por todas, valiente y sin complejos, y, de hecho, de los tres primeros asaltos se llevó dos. Pero tenía frente a sí al gran monarca de la categoría, un boxeador que es leyenda viva de los cuadriláteros y que tiró de experiencia (33) para ganar por unanimidad y sin discusión posible. Lo dejó claro en el cuarto asalto. Ballesteo del pelirrojo para quitarse una mano de su compatriota y contragolpeo con un crochet de izquierda que abrió el hueco necesario para que el uppercut de derecha ascendiera limpio, sin oposición, hasta impactar en la barbilla del tijuanense, que no pudo soportar el golpe y se fue a la lona.
Munguía se levantó antes de la cuenta y siguió peleando bien valiente, incluso conectó algunas combinaciones que llevaban mucho peligro sobre la lona de la ciudad de las luces y el pecado, pero Canelo se mostró como todo un mariscal de campo. De hecho, se llevó todos los siguientes asaltos, sin concesión. La tónica del combate fue que Munguía tiraba más, pero Canelo contragolpeaba con mayor éxito. La estadística reflejó un 44 por ciento de golpes conectados (151) del de Guadalajara por sólo un 26 por cien (96) del rival emergente.
Llegados al noveno ‘round’ Jaime Munguía sabe que ya sólo le sirve el KO, que las tarjetas de los jueces no podrán darle las cuatro fajas (Consejo, Organización, Asociación y Federación) que tiene su ídolo. Va a por ellas, pero no puede. El pelirrojo aguanta los embates como un dique y responde con puntería en sus puños de cemento. El último asalto fue fiel reflejo de la categoría de Saúl Álvarez: Munguía salió a tirar el resto, pero el tapatío controló cada uno de los tres minutos con una tranquilidad pasmosa y le conectó dos combinaciones que a punto estuvieron de enviar de nuevo a la lona al de Jalisco. Si el Canelo hubiera querido ganar por KO, lo habría tenido, pero prefirió un triunfo frío, calculador, planificado, militar. Que los planes salgan bien. Hizo su pelea y la controló de principio a fin. Unos cuantos «asaltos chingones», como le había pedido Eddy Reynoso es su esquina. 61-2-2 ya reza su casillero de campeón indiscutido de los supermedianos. Un titán que se ha puesto fajas en cuatro pesos, en el Olimpo de las 16 cuerdas.
Munguía es más joven y visiblemente más grande, pero aún le falta para quitarle el campeonato indiscutido a un peleador de la talla del Canelo. «Me ganó bien», dijo resignado Jaime tras escuchar el veredicto. «Mi primera derrota», reconoció deportivo. Nada que reprocharle. Es algo alocado y no se cubre bien. Ése era su handicap, pero mejoró y le aguantó 12 asaltos a uno de los mejores boxeadores de la historia. Llegará su momento.
Justo antes Saúl había recordado que hará «lo que yo quiera» y que pedirá también «lo que yo quiera». A sólo unos metros de distancia le miraba otro mexicano, David Benavidez, aun más grandote que Munguía, que espera su oportunidad. El de Jalisco manda en el ‘pay per view’, y por eso elige con quién pelear. Lo seguirán criticando, incluso acusándolo de cobardía, pero aceptó la pelea con el peligroso Munguía, como antes lo hizo con Cotto, con Mayweather, con Golovkin o con Bivol, como él mismo recordó: «Peleé con todos». Volvió a callar bocas. Y que viva México.