Anna Cejudo (34 años) y Pau García-Milá (37) forman una pareja de barceloneses que se dedica al emprendimiento empresarial. Tienen tres hijos menores de 10 años, con lo que el día a día de esta familia numerosa tiene el ajetreo más o menos habitual, ese que obliga a gestionar una logística llena de recados. Hasta aquí, todo normal. Pero Anna y Pau se enfrentan cada día a un desafío peculiar: ambos tienen diagnosticado TDAH, lo que los obliga a ser muy metódicos para no caer en el caos.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad, explica la Clínica Universidad de Navarra, es una alteración neurobiológica que provoca alteraciones en el aprendizaje y en el comportamiento de quien lo sufre y como se deduce de su nombre, acarrea problemas de atención, impulsividad y exceso de actividad y, como efectos colaterales, desigual rendimiento escolar y dificultades en su interacción social. Aunque sean unas siglas muy popularizadas últimamente, el conocimiento sobre esta neurodivergencia es todavía escaso, así que ellos divulgan en redes sociales sobre el TDAH para derribar falsas creencias y arrojar luz sobre sus pliegues más desconocidos. Su objetivo es desestigmatizar y normalizar este trastorno, que tiende a percibirse como negativo y fuente de conflictos.
Así, Pau explica en Instagram por qué un detalle pequeño para unos puede amargarle el día entero a alguien con este trastorno o por qué pueden despistarse con una mosca si lo que tienen entre manos no les interesa o, por el contrario, focalizar hasta olvidarse de comer si algo les motiva.
En esta entrevista, hablamos con Anna sobre el día a día de una familia particular, como la suya, y de la brecha de género en la sintomatología de este trastorno porque haberla, hayla.
- ¿Vosotros os entendéis mejor que nadie entre vosotros?
- Llevamos unos 15 años juntos, así que nos hemos ido conociendo y sabemos cómo gestionarnos para que funcione. A veces uno habla y en cuanto para un segundo, el otro responde a lo que ni ha dicho pero sabes que lo va a decir porque nos estamos entendiendo perfectamente. Realmente, estamos diagnosticados los dos desde hace solo un año y esta etiqueta ha servido para que sepamos por qué a uno se le olvidan las cosas o por qué si decimos algo concreto el otro explota.
- Dices que hay síntomas distintos entre hombres y mujeres. ¿Cómo es en vuestro caso?
- Pau responde más al perfil de hiperactividad física masculina. Le echaron de la universidad y su madre dice que siempre fue muy inquieto. Yo fui al psiquiatra para saber si también tengo TDAH porque veía cosas en él que yo misma también hacía, aunque efectivamente nuestros síntomas son distintos. Nosotras tendemos más a la hiperactividad mental y aprendemos a estar quietas. A diferencia de él, yo sí podía estar sentada en clase, aparentemente concentrada y sacaba buenas notas, pero me costaba muchísimo esfuerzo. Mi necesidad de movimiento la canalicé jugando al fútbol. Otra cosa que nos pasa más a nosotras es la baja autoestima, porque si de por sí las mujeres nos machacamos, si tienes TDAH los pensamientos negativos son más frecuentes y se confunden con depresión, ansiedad, etc.
- Dice que de pequeña era muy despistada…
- Soñar despiertas está más vinculado a las niñas. Yo me he chocado con farolas y árboles, he pisado todas las cacas del mundo…
- ¿Alguno de sus hijos tiene TDAH?
- Todavía son demasiado pequeños para saberlo, pero sabemos que hay un factor hereditario y estamos atentos.
- ¿Hay cosas como madre y padre a las que no llegáis?
- Tener TDAH no es incapacitante. Hay cosas que me cuestan, como el orden, por ejemplo, pero somos como somos y si para llegar puntuales hay que salir antes, nos organizamos y lo hacemos. No me gusta usarlo como excusa. Se trata de poner remedios cuando sabes que fallas en algo. Tenemos tres hijos y hay muchos requerimientos del colegio. Para acordarnos de todo lo que tiene impacto familiar, tenemos un calendario en la nevera que miramos nosotros y los niños y además otro compartido en el móvil. Además, así es más fácil repartirnos las tareas. De todos modos, un día uno de los niños tenía que llevar flores al cole y ¡se me olvidó igualmente!
- Dices que el TDAH también aporta fortalezas. ¿Cuáles?
- No te riges por lo que pone en un libro, sino que tú ves un problema y otras alternativas para su resolución. Aporta creatividad, energía, capacidad de improvisación… Cuando era pequeña estudiaba piano pero no se me da bien leer partituras. En seguida te dicen que eres mala al piano, que no puedes… Tuve que dejar las clases convencionales, pero cuando algo nos gusta, vamos a por todas, así que me las arreglé con mi propio código: me aprendía las canciones en Youtube porque yo sí funcionaba con mi memoria visual, no leyendo partituras, que era lo que se supone que debía hacer.
- ¿Está relacionado con el hiperfoco? ¿Qué es exactamente?
- Muchos creen que una persona con TDAH no puede concentrarse, pero sí podemos. Alguien como yo da muchas vueltas y se entretiene con cualquier cosa porque somos sensibles a muchos estímulos, pero cuando algo te motiva mucho, te focalizas tanto que pierdes hasta la noción del tiempo. Conozco a una chica que podía estar estudiando 12 horas seguidas y se olvidaba hasta de comer. En cambio, si algo no nos gusta… Es como si nos costase más que a otros elegir cuándo y cómo nos concentramos.
- Pon algún ejemplo en el que tu condición influya en situaciones cotidianas.
- Me pasa que a veces si los tres niños están haciendo jaleo, me saturo mucho. Antes me enfadaba, pero ahora entiendo por qué me pasa. Otras veces nos falta filtro y no sabemos qué podemos decir y qué no en un grupo de amigos y metemos la pata. Escupes cosas y te das cuenta más tarde. Y con los despistes, puedo decirle a Pau que compre leche y que él haya venido con mil cosas ¡pero sin leche!
- Como madre, ¿en qué crees que te ha afectado tener TDAH?
- Si con la maternidad ya te exiges mucho, alguien con TDAH lo hace más todavía. Yo antes me castigaba más y quería hacerlo todo perfecto, pero prioricé mi salud mental y entendí que hay que relativizar. Si un día comen chuches porque hay un cumple, no pasa nada. Y lo mismo con el gimnasio: yo sé que me viene muy bien hacerlo, pero igualmente ya no me machaco si no puedo ir todos los días. He aprendido a vivir más relajada, porque si yo estoy bien, la familia va bien. También he aprendido a hacer cosas que me gustan a mí como mujer, no solo como madre, porque me ayudan emocionalmente. Me hice un huerto y me propuse leer libros que no fuesen solo de crianza, sino que me gustasen a mí. Y no pasa nada si tardo un año en leérmelo.
- Hay cierta controversia sobre si conviene medicarse para tratar el TDAH. ¿Qué opinas?
- Cada persona con TDAH es distinta y no existe un tratamiento único ni correcto que funcione para todos. Hay quienes encuentran beneficios con una medicación, otros con otra, y algunos a quienes no les sirve ninguna pastilla. Por eso creo que hay muchas vías posibles de tratarlo (medicación, cambios organizativos, estrategias conductuales, etc.) y que cada persona debe seguir lo que mejor le funcione.