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Con la llegada de la primavera, Extremadura se transforma en un paraíso ornitológico. Las dehesas reverdecen, los campos florecen y el aire se llena de trinos, planeos y cantos.
Es en esta estación cuando la región despliega su máximo esplendor natural, convirtiéndose en uno de los destinos europeos más codiciados por los amantes del «birdwatching» o turismo ornitológico. ¿El motivo? Más de 300 especies de aves, rutas señalizadas por espacios protegidos y un paisaje tan diverso como accesible.
Un territorio natural único para observar aves en libertad
Extremadura cuenta con una biodiversidad excepcional. Sus 41.600 km² concentran sierras, bosques mediterráneos, embalses, humedales y vastas llanuras. Este mosaico de ecosistemas permite que convivan desde majestuosos buitres negros hasta delicadas currucas, pasando por cigüeñas negras, alimoches, avutardas, grullas y especies acuáticas poco frecuentes.

Muchas de ellas se reproducen aquí, otras llegan para pasar el invierno o detenerse en sus migraciones. El espectáculo está garantizado en cualquier época del año, pero es en primavera cuando el cielo se convierte en un auténtico teatro natural.
El turismo ornitológico en Extremadura no es una moda pasajera, sino el resultado de una apuesta sólida por la sostenibilidad y la conservación. Desde 2012, el Club de Producto «Birding in Extremadura» agrupa a empresas, alojamientos, guías y administraciones que comparten una misma filosofía: hacer de la observación de aves una experiencia respetuosa con la naturaleza y enriquecedora para el viajero.
Veinte rutas para perderse entre trinos y paisajes
La guía «Birding in Extremadura» recoge 20 rutas divididas entre las provincias de Cáceres y Badajoz. Desde los riscos del Parque Nacional de Monfragüe hasta las planicies de los Llanos de Cáceres y Trujillo; desde las gargantas de La Vera y el Valle del Jerte hasta los humedales de La Albuera o el embalse de Arrocampo, cada recorrido está pensado para ofrecer una experiencia completa y accesible.

Cada ruta propuesta incluye mapas, códigos QR con tracks para GPS, listados de aves estacionales, recomendaciones gastronómicas, y referencias al patrimonio cultural de la zona. Porque aquí, observar una pareja de águilas imperiales puede ser tan emocionante como descubrir un monasterio escondido, probar un queso de cabra artesano o adentrarse en una antigua judería.
Algunas rutas, como la de Sierra de Gata o el Valle del Ambroz, combinan senderos a pie con tramos en coche, permitiendo descubrir especies como el elanio común, el buitre leonado, la cigüeña negra o el ruiseñor. Otras, como la de Vegas Altas del Guadiana, permiten contemplar miles de grullas en sus dormideros al atardecer. La emoción de avistar un ave rara en su hábitat natural, sin barreras ni jaulas, es difícil de igualar.
Una invitación a mirar el cielo
Extremadura invita a mirar hacia arriba, a recuperar el asombro y a conectar con lo esencial. En un mundo cada vez más acelerado, la observación de aves ofrece una pausa, un acto de admiración y respeto por lo que nos rodea. Aquí no solo se viene a ver aves: se viene a sentir la tierra, a escuchar el aleteo de una rapaz, a seguir el curso de un río, a dejarse llevar por caminos inesperados. Y la primavera es, sin duda, el mejor momento para comenzar.