El hogar del Príncipe Guillermo y Kate Middleton no es como el de cualquiera. No solo tienen ocupaciones diferentes a casi todo el mundo, sino que tienen a su cargo la educación de sus hijos para un futuro igualmente diferente. Y eso incluye unas rutinas particulares que incluyen todo tipo de aspectos cotidianos, con sus limitaciones y prohibiciones. Aunque alguien inesperado se les ha colado en la cama.
Es fácil adivinar que los príncipes Jorge, Charlotte y Louis, los hijos de una de las parejas reales más conocidas, están sujetos a normas familiares que van más allá de los tópicos que se manejan en cualquier hogar. El chef real Darren McGrady trabajó durante años en las cocinas de la Corona y ahora ha revelado en ‘Harper’s Bazar’ una de las normas más estrictas que se aplican en el hogar de los futuros reyes: los niños no se sientan con los adultos en la mesa si su comportamiento no es el procedente. Comen aparte al menos hasta que hayan aprendido a mantener una conversación educada y dominen las reglas sociales que se esperan de ellos.
También se ha podido saber que las rabietas están completamente prohibidas y ni Guillermo ni Kate Middleton las admiten en ningún ámbito, ya sea público o privado. Si alguno de los niños pierde los nervios, aplican la serenidad para que sus pequeños aprendan a gestionar sus emociones de forma tranquila.
Ni un solo grito en la mesa
Según una fuente cercana al ‘The Sun’, si Jorge, Charlotte o Louis se alteran durante una comida, son retirados del comedor para hablar en privado. «Los gritos están absolutamente fuera de cualquier límite para Jorge, Louis y Charlotte y cualquier conato de gritarse entre ellos se soluciona mandando a los niños a que se levanten de la mesa», ha contado para abrir un encendido debate tanto en medios como en redes. El periódico ‘Express’ ha calificado la norma como «estricta», subrayando que no son normas comunes ni siquiera en familias de clase alta.
El chef McGrady también destacó «la enorme importancia» que posee la figura de María Turrión, la niñera española que lleva años cuidando de los hijos de los príncipes. Hace tiempo que se sabe que juega un papel fundamental en la implementación de las normas diseñadas por Guillermo y Kate Middleton. Es una persona de máxima confianza para el matrimonio.
Una de las cosas que siempre ha llamado la atención es el reducido séquito que acompaña a la familia en el ámbito privado. La decisión de la pareja de reducir el personal en su hogar en Adelaide Cottage responde a la filosofía de controlar personalmente cada aspecto de la educación de sus hijos. No les gusta delegar y ellos mismos se hacen cargo personalmente de muchas de las tareas relacionadas tanto con la educación de sus hijos como de las costumbres que desean imponer en el día a día.
Una más en la cama
Otra de las revelaciones que ha señalado la prensa inglesa sobre el entorno familiar es bastante más lúdica. Porque ahora se sabe que hay un miembro del hogar que se ha saltado cualquier protocolo disciplinario con la anuencia del matrimonio. Responde al nombre de Orla y es su cocker spaniel.
Durante una visita al Duchy College en Cornwall, el príncipe Guillermo reveló casi sin querer, como muchas de las cosas que se saben de la vida personal de la familia, que su perrita no solo es parte de la familia, sino también de sus momentos más íntimos. Duerme con ellos en la misma cama. Quizá sea de las pocas cosas que compartan con el resto de familias más mundanas.
Orla llegó a la familia en 2020 y fue un regalo de James Middleton, hermano de Kate, tras el nacimiento de seis cachorros. La familia real perdió poco después a su querido Lupo, otro cocker spaniel que había estado con ellos durante nueve años. Ahora Orla es la nueva princesa en Kensington Palace.
