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Es de sobra sabida que existen beneficios del sol o, mejor dicho, de una correcta exposición a la luz solar. También conocemos, por desgracia, que una sobreexposición a la luz solar puede tener consecuencias funestas para nuestra salud. Por eso también es evidente concienciar y hacer cierta didáctica sobre qué podemos esperar de los beneficios del sol.
Y todo ello va a depender en gran medida de cuándo y cómo nos expongamos. Del cómo puede ser algo más evidente, pero la realidad del cuando puede ser más ambigua. Por eso, hoy vamos a intentar desgranar qué beneficios del sol podemos obtener en función de la hora a la que lo hagamos.
Además, conviene que lo tengamos en cuenta incluso en un país como España. En THE OBJECTIVE ya te contamos que somos un país deficitario en vitamina D, la cual se sintetiza mayoritariamente a través de la exposición a la luz solar. Un curioso contrasentido, pues somos un país que presume de tener numerosas horas de sol. Sin embargo, como vamos a ver a continuación, hay que conocer que no todos los rayos son iguales, como tampoco son todos los momentos idénticos.
Beneficios del sol: una cuestión de horas y de estaciones
Cuando nos referimos al concepto de horas no hacemos alusión a que, cuanto más sol tomemos, mejor nos va a venir. Nada más lejos de la realidad, sino a la necesidad de someternos a una exposición pautada, controlada y segura, independientemente de la época del año. La forma en la que la luz solar –los rayos que nos llegan a través de su exposición– puede ser beneficiosa depende de la hora del día.
Su intensidad, además, también varía en función de la época del año. A nadie se le escapa que, con un mínimo de observación, la radiación solar es mucho más potente en verano que en invierno. Aquí hemos de encontrar al movimiento terrestre como culpable, siendo el verano boreal el momento en que los rayos de sol lleguen de forma más directa a nuestro hemisferio. Todo ello depende de la inclinación y eje de nuestro planeta y, como se ha desmontado en muchas ocasiones, no es cuestión de distancia.
Por este motivo, los índices de radiación ultravioleta son mucho más elevados en verano, pero también la razón por la que en las horas centrales del día son más poderosos. Con esta idea clara, también es cuestión de comprobar que, aunque el sol siempre ilumine, las ventajas de su exposición no siempre son iguales.
Cuando y cómo exponerte al sol para obtener sus beneficios
Por desgracia, las sociedades occidentales, salvo en determinados trabajos, están cada vez más limitadas en cuanto a su exposición solar. Decimos por desgracia, pues hay beneficios del sol que nos estamos perdiendo a medida que dependemos de luces artificiales o estamos a cubierto. También, insistimos, en que se debe exponer la piel al sol con mesura y con protección. Razón por la que convendría que, independientemente de la época del año, utilizásemos fotoprotección.
A partir de ahí, es interesante comprobar cómo hay determinados momentos del día donde son diferentes los beneficios de la luz solar. En este sentido, debemos entender los beneficios del sol desde dos caminos. Uno nos ayuda a sintetizar la melatonina y a controlar los ritmos circadianos. Otro, quizás algo más conocido, nos permite sintetizar la vitamina D. El primero llega de la mano de una mayor exposición a la luz azul natural (en este artículo hablan de cómo nos repercute). El segundo, por contra, con los momentos de más radiación ultravioleta, pero cuidado con la letra pequeña.
- Luz azul natural: esta luz corresponde tanto a los momentos del amanecer –entre las siete y las diez de la mañana– y el atardecer –sobre las 18:30h hasta las 20:00h– aproximadamente, aunque dependerá de la época del año.
- Exposición ultravioleta: corresponde al período que oscila entre las 10:00h y las 13:00, pero también de 17:00h a 18:30h. De nuevo va a variar en función de la estación del año en la que nos encontramos. No obstante, esas franjas horarias marcan el momento correcto en el que, con fotoprotección, deberíamos beneficiarnos del sol para sintetizar vitamina D.
- Cuando no exponerse al sol: aunque el sol tenga beneficios, hay momentos del día donde debemos evitar –aún protegidos– la exposición y ese momento no es otro que las horas centrales del día, generalmente entre la una de la tarde y las cinco, momentos de máxima exposición solar y cuando el daño producido por el sol puede ser más intenso.
La letra pequeña de la exposición solar
Lo antes citado sobre un país deficitario en vitamina D viene dado por esa imagen errónea que podemos tener de días extraordinariamente luminosos. Esta vitamina se sintetiza mucho más en los meses en los que la radiación solar es más directa, motivo por el que un cuarto de hora de exposición controlada al sol en verano valdría para tener nuestra dosis de vitamina D si lo hacemos dos o tres veces por semana. Además, insistamos en que no necesitamos que la fotoexposición implique todo el cuerpo. Con tener destapados los brazos y la cara es más que suficiente. Algo que sostienen en este trabajo de la Boston University School of Medicine.
Algo que cambia radicalmente en invierno, de nuevo por esa presencia de los rayos –mucho menos intensos–, razón por la que sería necesario que estuviéramos expuestos alrededor de 30 minutos (al menos dos o tres veces por semana) en el período de alta exposición ultravioleta, como explica esta investigación.