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Confundido con un sicario de la Mocro Maffia, salvado por una mella en un diente | Noticias de Galicia

by Marko Florentino
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Diez de la noche del 26 de octubre de 2023. Un hombre con chándal y gorra recorre los pasillos del supermercado de la gasolinera de Briviesca, en Burgos. Las cámaras del local registran cómo sonríe. Compra unas cuantas cosas y se mete en un BMW que le espera en la puerta. El individuo que parece contento va camino del municipio gallego de Arteixo junto a otros sicarios para participar, supuestamente, en un violento homicidio. Esa sonrisa ha sido la que ha acabado implicándolo en el crimen, el primero en Galicia de esta temida mafia internacional originaria de los Países Bajos pero afincada en la Costa del Sol. La víctima, un portero de discoteca de 42 años, se desangró cerca de su casa tras encajar tres tiros y múltiples cortes con diversas armas blancas.

Los sicarios inmortalizados en la gasolinera de Briviesca fueron contratados por narcos gallegos para vengarse del robo de un alijo de coca, apunta la instrucción judicial. Los investigadores del cruento homicidio, perpetrado el 29 de octubre de 2023, hicieron estallar la Operación Pralín en mayo de 2024. Detuvieron a cinco personas en Galicia, Andalucía y País Vasco. Entre los arrestados estaban los compinches que esperaban dentro del coche al individuo que sonreía, pero no él. En su lugar, fue capturado M. Se lo llevaron esposado de un hotel de Roquetas de Mar (Almería) donde se alojaba con su familia. ¿Su desgracia? Estar fichado por la policía y parecerse a él. Después de pasar seis meses entre rejas, M. ha sido exonerado gracias, entre otras cosas, a un diente mellado.

Desde el primer momento, el detenido negó rotundamente ser el sonriente individuo de chándal que aparecía en las cámaras de la gasolinera de Briviesca, según recoge el sumario que instruye el juzgado número 1 de A Coruña. Aseguró que ese día estaba en Fuengirola (Málaga). El informe de la Guardia Civil sobre las conexiones de antena de su terminal telefónico confirmó que el dispositivo no había salido de la provincia de Málaga por esas fechas. Sus conversaciones de Whatsapp también eran “incompatibles” con haber estado fuera del territorio malagueño, esgrimió su defensa. Pero deshacer el entuerto no fue fácil.

El informe de reconocimiento facial fue positivo, aunque en su grado mínimo de fiabilidad, y dos de los detenidos lo identificaron en una rueda de reconocimiento. Habían pasado cinco meses de la detención cuando, analizando las grabaciones de la gasolinera de Burgos, su letrado cayó en la cuenta de un rasgo de la fisonomía del hombre buscado por los investigadores que hasta ahora había pasado desapercibido: mostraba “una mella significativa en su dentadura en piezas delanteras de la parte izquierda”. Su cliente, en cambio, conservaba todos los dientes intactos.

La jueza instructora, alertada del error, rechazó en un primer momento este argumento. Esgrimió que podía haberse arreglado la boca en el tiempo transcurrido entre el crimen y su detención. Las acusaciones contra él no se basaban solo en su identificación en esas imágenes. Dos de los implicados en el crimen lo habían señalado en una rueda de reconocimiento.

Para rebatir estos reparos, la defensa de M. pidió una prueba pericial odontológica que demostrara que su dentadura no presentaba ningún implante en la zona frontal izquierda. E impugnó la rueda de identificación alegando que estaba viciada. Denunció que antes de reconocerlo supuestamente ante los investigadores, ambos acusados habían tenido acceso a las capturas de las cámaras de la gasolinera y a la fotografía de M. de los archivos policiales que se había usado para vincularlo con el asesinato.

Su cliente mantenía además que tenía coartada. En las fechas en las que los investigadores lo situaban en el norte de España para participar en el homicidio de Arteixo, había ido a Málaga con un amigo a una cita con un vendedor de Wallapop. La coartada fue rechazada porque el dueño del teléfono móvil que se atribuyó al autor de aquella venta lo negó. Ahí también se produjo un error: el número utilizado por el juzgado para realizar la comprobación era incorrecto. Finalmente, el verdadero vendedor fue localizado y reconoció que dos personas se habían desplazado a la ciudad andaluza esos días para hacer un trato con él.

El pasado abril, la jueza emitió un auto de sobreseimiento libre que exonera completamente a M. de las acusaciones. La titular del juzgado de instrucción número 1 de A Coruña admite que los indicios contra él, que ya se habían ido desvirtuando, “han desaparecido completamente” tras un informe presentado días antes por los agentes de la Guardia Civil sobre el contenido de su teléfono móvil. El análisis del terminal ha confirmado lo que su abogado advirtió: que M. no estaba en el norte de España en las fechas del crimen. El juzgado ha eludido confirmar si el hombre que sonreía en la gasolinera y con el que se le confundió ha sido detenido ya, pero otras fuentes cercanas a la investigación señalan que está identificado pero no arrestado.

Contactado por este periódico, el abogado de M., Gonzalo Porras, ha confirmado que presentará ante el Ministerio de Justicia una reclamación de indemnización por prisión indebida. “Nadie está libre de equivocarse, ni la Guardia Civil, ni los jueces, ni los fiscales, ni nosotros los abogados”, señala el letrado de M. “Lo importante es que hemos sabido encontrar a tiempo pruebas inequívocas que han puesto de manifiesto el error en la identificación y finalmente mi cliente fue puesto en libertad, y posteriormente sobreseído del caso”.

Salah Eddine Dekkiche, capturado en Francia tras la orden de busca por el violento crimen en Oseira (A Coruña).

En las detenciones de mayo de 2024 no se produjo solo un error con M., sino que quedó un importante cabo suelto. Los investigadores no lograron arrestar a uno de los implicados: Salah Eddine Dekkiche, un miembro de la Mocro Maffia que se creía escondido en algún rincón de Europa. Se dictó una orden de busca y captura contra él y se pidió la colaboración ciudadana difundiendo su foto. Finalmente, los investigadores consiguieron meterlo entre rejas. Se le localizó en Francia y pasó a disposición judicial en Grenoble a mediados de octubre, señalan dos fuentes conocedoras de la operación. Fue entregado a la justicia española y hoy duerme en prisión.

Los investigadores creen que el crimen ejecutado por la Mocro Maffia en Arteixo fue un ajuste de cuentas por el robo de un alijo de droga a narcos gallegos. La víctima, de 42 años, era hermano de un conocido delincuente de la zona apodado El Nocillas, con historial policial. Dos de los acusados, originarios de las comarcas gallegas de Santiago y O Xallas, fueron interrogados al principio como testigos porque aseguraron que acompañaban a la víctima cuando fue brutalmente atacada. Acabaron en prisión solo un par de días después por las “contradicciones en sus versiones y los primeros indicios de criminalidad”. Son los mismos que identificaron a M. en la rueda de reconocimiento pese a que él nunca estuvo allí.



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