Con Victoria Prego desaparece una de las cronistas más lúcidas de la Transición política a la democracia. Periodista de amplia trayectoria, tan vinculada a una transición que quiso olvidar el guerracivilismo que, hoy, la izquierda, quiere resucitar. Nos contó la Transición a distintas generaciones de españoles, escribiendo casi sin saberlo las mejores páginas de nuestra historia colectiva.
En aquel entonces, nuestro futuro democrático estaba en juego, lo que ha generado en muchos de nosotros una fascinación por aquellos momentos. Fue un periodo donde la reforma prevaleció sobre la ruptura. Donde se buscaba la concordia, a partir de una desmemoria selectiva. Dando pie a una democracia consensual sobre la que se edificaba la nueva arquitectura democrática. Y cuyos usos y prácticas se nos antojan más distantes a medida que se instala en la sociedad española una polarización insoportable.
En clave valenciana también contamos con testimonios audiovisuales impagables. Como el documental que toma por título una obra de Alfons Cucó, Del Roig al Blau. Con guión de Albert Montón y Llorenç Soler, bajo la dirección de Miquel Francés. A diferencia de la serie documental política emitida en RTVE, relata en clave identitaria, la construcción política de la Comunitat. Una visión que ha tenido continuidad en los recientes trabajos de Borja Rivera y Natxo Escandell, que ahondan en los condicionantes que la violencia política o, incluso, la misma transición tuvo en el proceso autonómico valenciano.
Una mirada retrospectiva también debería centrarse en el Congreso organizado por la Fundación Broseta en el Palau de Pineda, centrado en la Transición política valenciana y sus protagonistas. Que gracias a una visión plural del equipo de profesores coordinados por Vicente Garrido, posibilitó la participación de figuras imprescindibles en la institucionalización jurídica y política del autogobierno valenciano, como Emilio Attard, Antonio Palomares o Vicente Ruíz-Monrabal.
El interés por la manera en que se abordan los principales aspectos de la Transición democrática en la etapa postobligatoria ha ido en aumento en las últimas décadas. Quizás a medida que vemos la transición y sus logros como parte una etapa ya concluida en la historia colectiva. Aunque esta deba reflejar las diversas visiones que constituyen la España democrática y constitucional, sin descuidar, por supuesto, su dimensión territorializada.
Lamentablemente, la ignorancia de algunos jóvenes respecto a su significación histórica les ha llevado a calificarla, despectivamente, como “Régimen del 78″. Tratando de endosar al pasado muchas de las insuficiencias, individuales o colectivas, de un presente insatisfactorio. Una tendencia retroalimentada por una democracia de calidad menguante.
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Con toda seguridad la vía más exitosa para revertir dicha anomalía es la promoción e impulso de una educación cívico-constitucional, valiente y decidida. Una de las grandes asignaturas pendientes de nuestro sistema de enseñanza. Que transmita, junto a otros importantes valores, la contribución de la transición a la democracia, indisociablemente unida a la consolidación del autogobierno.
En este contexto, es esencial no solo conocer a los protagonistas clave de aquel período, sino también a aquellos que lo narraron y analizaron con perspicacia. Personas como Victoria Prego, cuya labor como cronista ha dejado una marca indeleble en la conciencia colectiva de las generaciones españolas y valencianas.