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Cuáles son los síntomas del mal del siglo XXI y cómo atajarlos

by Marko Florentino
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Carlota Fominaya

Según los datos del 21º Congreso AEPap 2025, entre el 10 y el 20% de los menores sufrentrastornos de ansiedad. Entre las causas principales se encuentran la presión académica y el paso de etapa entre la media infancia y la adolescencia, donde los jóvenes enfrentan grandes cambios y nuevos desafíos sociales, emocionales y educativos.

Las razones, a juicio de Tania Ruiz, terapeuta y directora del centro anda CONMiGO de Valdemoro, hay que buscarlas en que «en esta etapa, los niños empiezan a cuestionarse quiénes son y cómo encajan en el mundo y si no cuentan con las herramientas adecuadas, pueden sentirse perdidos y desarrollar problemas de ansiedad».

Los problemas de ansiedad en menores no son solo un desafío presente, pueden tener consecuencias a largo plazo si no se abordan a tiempo. Por eso, advierte esta experta, «puede ser interesante en algunos casos que los niños cuenten con apoyo profesional para mejorar sus técnicas de estudio, aprender a gestionar su tiempo y reducir el estrés asociado a las tareas escolares. A veces solo así disminuirá la presión y la ansiedad».

¿Cómo se manifiestan las primeras señales de ansiedad en niños y adolescentes?

La ansiedad es una respuesta natural ante el estrés, pero cuando se vuelve persistente e intensa, puede afectar el bienestar emocional y social de niños y adolescentes. Detectar sus primeras señales es fundamental para intervenir a tiempo y evitar consecuencias a largo plazo. Los síntomas iniciales pueden ser tanto físicos como emocionales. En los más pequeños, la ansiedad suele manifestarse a través de dolores de estómago o cabeza frecuentes sin causa médica, irritabilidad, dificultades para dormir y apego excesivo a los cuidadores.

También pueden presentar cambios en el apetito y evitación de ciertas situaciones, como ir a la escuela o socializar. En adolescentes, los signos pueden incluir preocupación excesiva por el futuro, miedo intenso a la evaluación o al fracaso, aislamiento social, problemas de concentración y comportamientos perfeccionistas. Asimismo, pueden experimentar síntomas físicos como tensión muscular, taquicardia o sudoración. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos de ansiedad afectan a aproximadamente un 7% de los niños y adolescentes en el mundo, y su prevalencia ha aumentado en los últimos años. Detectar estas señales tempranas y brindar apoyo profesional adecuado es clave para promover el bienestar emocional en esta etapa crucial del desarrollo.

¿Qué factores del entorno educativo y familiar detectan ustedes en consulta que contribuyen al estrés académico en los menores?

El estrés académico es una problemática creciente entre niños y adolescentes, con impacto en su bienestar emocional y rendimiento escolar. Diversos factores del entorno educativo y familiar pueden contribuir a su aparición y agravamiento. En el ámbito educativo, la sobrecarga de tareas, la presión por obtener altas calificaciones y un sistema de evaluación rígido pueden generar ansiedad y frustración. Además, un clima escolar competitivo, la falta de apoyo docente y el acoso escolar agravan el estrés en los estudiantes. Según la Unesco, el 60% de los niños y adolescentes en edad escolar reportan sentir presión académica en algún momento de su formación.

Por otro lado, en el entorno familiar, las expectativas excesivas de los padres, la falta de comunicación sobre las emociones y la comparación con otros niños pueden generar un sentimiento de insuficiencia y autoexigencia extrema. Asimismo, un ambiente de conflicto familiar o la ausencia de apoyo emocional dificultan la capacidad del menor para afrontar las exigencias académicas.

Desde nuestro punto de vista, promover un equilibrio entre las responsabilidades escolares y el bienestar emocional, así cómo fomentar un entorno de apoyo y comprensión tanto en la escuela como en el hogar, es clave para reducir el estrés académico y favorecer un desarrollo saludable en los menores.

¿Cómo pueden los padres y docentes ayudar a los estudiantes a gestionar la ansiedad sin bajar las expectativas académicas?

El equilibrio entre el rendimiento académico y la salud emocional es clave en la formación de niños y adolescentes. La ansiedad escolar puede afectar su motivación y bienestar, pero existen estrategias para gestionarla sin comprometer el desarrollo académico. En el hogar, los padres pueden fomentar un ambiente de confianza y comunicación abierta, donde los niños se sientan escuchados sin miedo a ser juzgados. Es importante centrarse en el esfuerzo y el aprendizaje, más que en los resultados, y promover hábitos saludables como el descanso adecuado y la organización del tiempo. Un estudio publicado en Journal of Adolescence (2023) señala que el apoyo emocional de la familia reduce en un 40% los niveles de ansiedad en estudiantes.

En la escuela, los docentes pueden aplicar metodologías más dinámicas y participativas, evitando una enseñanza basada únicamente en la memorización y la presión por las calificaciones. También es clave ofrecer herramientas de manejo del estrés, como técnicas de respiración, pausas activas y fomentar una cultura del error como parte del aprendizaje.

El objetivo no es bajar las expectativas, sino cambiar la forma de alcanzarlas, promoviendo un entorno que motive sin generar ansiedad excesiva. Con el apoyo adecuado, los estudiantes pueden desarrollar resiliencia y disfrutar de su proceso educativo con confianza y seguridad.

¿Qué tipo de estrategias pueden aprender los niños para reducir la ansiedad escolar?

Por fortuna, existen herramientas efectivas para que los niños gestionen la ansiedad escolar y enfrenten los desafíos académicos con mayor seguridad. A través de un enfoque personalizado, los especialistas pueden trabajar en estrategias que fortalezcan su bienestar emocional y su capacidad de afrontamiento. Se suelen enseñar también distintas técnicas de relajación y respiración. Se sabe que poner en marcha métodos como la respiración diafragmática y la relajación progresiva de Jacobson ayudan a reducir la activación del sistema nervioso y mejorar la concentración. De hecho, hay estudios han demostrado que estas técnicas pueden disminuir hasta en un 30% los síntomas de ansiedad en niños en edad escolar. Asimismo, se puede realizar una reestructuración cognitiva, mediante el aprendizaje de estrategias para identificar y modificar pensamientos negativos o catastróficos sobre el desempeño académico. Se trata de reemplazar ideas como ‘voy a fracasar’; por ‘puedo intentarlo y mejorar’. Esto fortalece en gran medida la confianza y resiliencia de los menores. En este punto, es esencial el entrenamiento en habilidades sociales: Muchos niños con ansiedad escolar evitan la participación en clase por miedo a equivocarse, pero a través de juegos de roles y dinámicas grupales, es posible aprender a comunicarse de manera asertiva y manejar situaciones sociales con mayor seguridad. No podemos olvidar la gestión del tiempo y planificación: La terapia enseña a los niños a organizar sus tareas de manera efectiva, estableciendo prioridades y evitando la procrastinación, lo que reduce la sensación de estar abrumados. Con el apoyo terapéutico adecuado, los niños no solo aprenden a gestionar su ansiedad, sino que también desarrollan herramientas para enfrentar el entorno escolar con mayor confianza y bienestar.

¿Qué consecuencias a largo plazo puede tener la ansiedad académica en el desarrollo emocional y mental de los menores?

La ansiedad académica no solo afecta el rendimiento escolar en el presente, sino que también puede tener un impacto profundo en el desarrollo emocional y mental de los niños y adolescentes a largo plazo. Da lugar, por ejemplo, a mayor riesgo de trastornos psicológicos: Hay estudios indican que los menores que experimentan ansiedad académica prolongada tienen un 50% más de probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad generalizada o depresión en la adultez.

También una baja autoestima y autoconcepto negativo: La constante sensación de no ser suficiente puede generar inseguridad y miedo al fracaso, afectando la confianza en sí mismos y su capacidad para asumir retos en el futuro. Se pueden producir, asimismo, dificultades en la toma de decisiones y la resolución de problemas: La sobreexigencia y el miedo a equivocarse pueden llevar a una parálisis ante situaciones de toma de decisiones, limitando su desarrollo personal y profesional en la adultez. Surgen estrategias de afrontamiento disfuncionales: Muchos menores desarrollan mecanismos inadecuados para lidiar con el estrés, como evitación, perfeccionismo extremo o incluso síntomas psicosomáticos (dolores de cabeza, problemas digestivos). Todo esto se traduce en un grave impacto en las relaciones sociales: La ansiedad puede generar aislamiento y dificultades para establecer vínculos sanos, afectando la socialización y la construcción de relaciones interpersonales sólidas.

Por esto mismo, Identificar y tratar la ansiedad académica desde una edad temprana es clave para prevenir sus consecuencias y fomentar un desarrollo emocional saludable, asegurando que los menores crezcan con confianza y bienestar.




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