Home » cuáles son y cómo se diferencian

cuáles son y cómo se diferencian

by Marko Florentino
0 comments


En psicología, es relativamente habitual encontrar personas que confunden los pensamientos impulsivos con los pensamientos intrusivos. A simple vista, ambos tipos de ideas parecen compartir rasgos similares: aparecen de manera repentina, son difíciles de controlar y pueden generar malestar.

Sin embargo, impulsividad e intrusión no son equivalentes. La impulsividad se vincula más con acciones precipitadas que pueden desembocar en comportamientos riesgosos. Los pensamientos intrusivos, en cambio, son típicos de trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), donde la propia persona sufre precisamente porque no quiere llevar a cabo lo que su mente le presenta. Una confusión que puede generar un gran sufrimiento y por la que comprender las diferencias es más que relevante.

Comportamiento impulsivo y pensamientos intrusivos

Un comportamiento impulsivo se caracteriza por la falta de reflexión previa a la acción. La persona actúa de forma inmediata ante un estímulo interno o externo, sin valorar las consecuencias que pueden derivarse de sus actos. Este tipo de comportamiento suele estar motivado por emociones intensas como la ira, la tristeza o incluso la euforia, que nublan la capacidad de pensar de manera racional. Los ejemplos de impulsividad son variados: desde una compra compulsiva hasta una discusión acalorada o una conducta temeraria al volante. En esencia, lo que define a la impulsividad es la tendencia a priorizar la satisfacción inmediata sobre la planificación o el autocontrol, como explican en este artículo en Frontiers.

Por otro lado, los pensamientos intrusivos son imágenes, impulsos o ideas que aparecen de forma involuntaria en la mente. Se caracterizan porque irrumpen en el flujo normal del pensamiento y suelen ser perturbadores, molestos o incluso contrarios a los valores de quien los experimenta. A diferencia de la impulsividad, el pensamiento intrusivo no se traduce necesariamente en acción; más bien, genera un profundo malestar precisamente porque el individuo no desea en absoluto llevarlo a cabo. Estos pensamientos son especialmente comunes en personas que sufren trastornos de ansiedad o, de manera muy marcada, en quienes padecen trastorno obsesivo-compulsivo. También muy basado en la rumiación, de la que hemos hablado en THE OBJECTIVE.

pensamientos-intrusivos-hombre-aire-libre

La relación entre los pensamientos intrusivos y el TOC es especialmente significativa. En el TOC, la persona no solo sufre por el contenido de los pensamientos, sino también por su recurrencia y su aparente resistencia a desaparecer. Esto puede dar lugar a rituales o conductas compulsivas destinadas a neutralizar el malestar. Sin embargo, tener pensamientos intrusivos no implica necesariamente padecer un trastorno; de hecho, la mayoría de las personas los experimenta ocasionalmente. La diferencia radica en la intensidad, la frecuencia y el grado de interferencia que generan en la vida diaria.

Leyendo entre líneas: la gestión de pensamientos intrusivos

Gestionar los pensamientos intrusivos comienza por reconocer que su aparición no significa que vayamos a actuar en consecuencia. Son, en esencia, productos del cerebro, como los sueños o las fantasías, y su existencia no define nuestro carácter. Muchos pensamientos intrusivos aparecen como respuesta a situaciones de estrés, ansiedad o cambios importantes en la vida personal. Identificar que se trata de un fenómeno mental relativamente habitual ayuda a reducir su carga emocional y a verlos como lo que son: meros pensamientos, no amenazas reales.

El primer paso para lidiar con ellos es la identificación consciente. Cuando un pensamiento intrusivo aparece, es importante nombrarlo mentalmente como tal y reconocer su naturaleza involuntaria. De hecho, puede entrenarse ese método de respuesta, como explican desde la Universidad de Cambridge. Preguntarse si este pensamiento refleja verdaderamente un deseo o una intención puede ser un ejercicio revelador. En la inmensa mayoría de los casos, la respuesta será negativa, lo que ayuda a poner distancia emocional. Esta práctica favorece que no se refuerce el contenido del pensamiento mediante la lucha o la negación, que suelen intensificar su presencia. Algo que advierten desde la Universidad de Yale también en la etiología de esta realidad

Una vez identificado el pensamiento intrusivo, es fundamental no juzgarse por tenerlo. Juzgarse agrava la ansiedad y da pie a un ciclo de preocupación difícil de romper. No es necesario combatir los pensamientos intrusivos de manera activa; de hecho, lo más recomendable es dejarlos pasar como si fueran nubes que cruzan el cielo. El mindfulness, o atención plena, resulta muy eficaz en este sentido, ya que enseña a observar los pensamientos sin intentar modificarlos ni detenerlos. Aceptar que forman parte de la actividad mental normal, aunque sean desagradables, es una de las claves para reducir su impacto. También, como explican desde la propia Universidad de Cambridge, los investigadores han comprobado cómo se pueden inhibir esos pensamientos no deseados.

pensamientos-intrusivos-mujer-sentada

Impulsividad y autocontrol: estrategias para reconducir los impulsos

Mientras que los pensamientos intrusivos requieren principalmente una gestión de la interpretación mental, la impulsividad exige fortalecer el autocontrol y la reflexión previa a la acción. Para manejar la impulsividad, una de las estrategias más efectivas es desarrollar la capacidad de ‘parar y pensar’ antes de actuar. Introducir una pausa consciente entre el impulso y la respuesta puede marcar la diferencia entre una conducta de la que después uno se arrepienta y una elección más ajustada a los propios valores y objetivos.

Técnicas como la respiración profunda, el conteo mental o incluso la retirada física de la situación que genera el impulso pueden ser muy útiles. Estos pequeños gestos permiten ganar tiempo y recuperar el dominio de las propias decisiones. Además, es importante trabajar sobre las emociones de base que alimentan la impulsividad, como la frustración o la intolerancia a la demora. La impulsividad no desaparece simplemente reprimiéndola; necesita ser comprendida y abordada en su origen emocional.

Finalmente, tanto en el caso de la impulsividad como en el de los pensamientos intrusivos, resulta de gran ayuda buscar apoyo profesional si estos fenómenos afectan de manera significativa al bienestar o interfieren con la vida cotidiana. Un psicólogo puede ofrecer herramientas específicas y adaptadas a cada situación personal. Una realidad de la que advierte la Anxiety and Depression Association of America. La intervención temprana ayuda no solo a aliviar el malestar, sino también a prevenir que se cronifique o que derive en trastornos más graves. Reconocer la necesidad de ayuda y solicitarla es un acto de responsabilidad y de cuidado hacia uno mismo.





Source link

You may also like

Leave a Comment

NEWS CONEXION puts at your disposal the widest variety of global information with the main media and international information networks that publish all universal events: news, scientific, financial, technological, sports, academic, cultural, artistic, radio TV. In addition, civic citizen journalism, connections for social inclusion, international tourism, agriculture; and beyond what your imagination wants to know

RESIENT

FEATURED

                                                                                                                                                                        2024 Copyright All Right Reserved.  @markoflorentino