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¿Qué tendrá Taylor Swift que vuelve locas a las adolescentes, que mueve tanto dinero como el PIB de un país pequeño, que genera teorías de la conspiración según las cuales es un producto para favorecer al Partido Demócrata o incluso para contrarrestar el tsunami latino? La respuesta es más sencilla de lo que parece: ha dado los pasos correctos, ha culminado las fases necesarias para convertirse en diosa del pop. O en su caso, las eras. De ahí el nombre de la gira ‘The Eras Tour’, que esta semana pasa por España para ofrecer dos recitales multitudinarios en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid. Sus fans se visten según cada una de sus ‘eras’ favoritas. Aquí desgranamos cómo paso a paso, era a era, ha ido enamorando a todos sus seguidores y metiéndose en el bolsillo a toda la industria musical.
Promesa del country
Hace ya veinte años, allá por 2004, una joven de Pensilvania viajó a Nashville, la meca del country-business, buscando cumplir su versión personal del sueño americano. Tras batirse el cobre en bares y locales de la ciudad durante varios meses, el sello Big Machine Records vio en ella una mina de oro y le ofreció su primer contrato discográfico. Así, con sólo 16 añitos, la cantautora debutó con su primer álbum homónimo -convirtiéndose en la artista más joven contratada por Sony/ATV Music Publishing House, que se encargó de la distribución del disco- y enseguida empezó a telonear a célebres artistas del género como Rascal Flatts, Tim McGraw o Faith Hill. Canciones sobre días primaverales y primeros besos en el ‘insti’, y una estética vaquera con sombreros y botas de cowboy marcaron esa fase iniciática del fenómeno.
Giro hacia el pop de masas
Aunque su country siempre fue muy ‘comercialoide’ desde el principio, el segundo disco de Swift, ‘Fearless’ (2008) fue un ‘fuera caretas’ que giró las manecillas de su brújula hacia el pop de masas. Pero eso sí, sin rendirse a tutelas en la composición: ‘Speak now’ (2010) y ‘Red’ (2012) fueron los primeros discos escritos íntegramente por ella, y apuntalaron su estrategia de presentarse como una diva adolescente y ya nada infantil, bregada en dolores de corazón y desencantada del romanticismo de los cuentos de príncipes azules.
La explosión
La metamorfosis que transformó a Taylor Swift en súperestrella pop se culminó con ‘1989’ (2014), álbum que abrió sin complejos el abanico de influencias sonoras y estéticas, presentándola ya como la principal aspirante a suceder a Madonna, excéntrica, provocadora y más bailonga que nunca. De hecho, aquel trabajo fue el que convirtió sus giras en la experiencia hiperbólica que ahora todos conocemos, con megaconciertos de estadio con efectos visuales, rayos láser, fuegos artificiales, vestuarios bombásticos y coreografías de infarto.
Reputación
El estrellato le dio mucho dinero pero también muchos quebraderos de cabeza. Las polémicas empezaron a perseguirla desde diferentes y temibles frentes (sus desencuentros con Kanye West, Kim Kardashian o Katy Perry, las críticas de la prensa que la calificaban de artista vacía de contenido…), y ella decidió ponerse seria para desaparecer un tiempo de la vida pública y concentrarse en componer para dejar a todo el mundo descolocado dándole la vuelta al pancake. Así fue como se gestó ‘Reputation’ (2017), un disco más oscuro y maduro que hizo que mucha gente empezara a ver en ella algo más que un fenómeno pasajero.
Renacimiento
Después de la oscuridad, se hizo la luz. El álbum ‘Lover’ (2019) supuso un regreso de la Swift más divertida, colorista y liberada, y también el inicio del activismo político con simpatía hacia los demócratas y el movimiento LGTBIQ+. «Estoy de mucho mejor humor», dijo por entonces la cantante. «He decidido que en esta vida quiero que me definan las cosas que amo, no las que odio, las que temo o las que me persiguen en mitad de la noche». Fue una especie de corte de mangas al qué dirán, una ruptura absoluta con su trabajo anterior, que precedió a un siguiente capítulo que de nuevo volvió a ser mucho más circunspecto y profundo.
La cantautora indie-folk
Si el disco ‘Reputation’ le valió el respeto de la crítica, los álbumes con los que abrió la presente década en término discográficos, ‘Folklore’ y ‘Evermore‘ (ambos publicados en 2020 con unos pocos meses de diferencia), fueron los de la aclamación. La inmersión en sonoridades del indie-folk más intimista y arreglado no sólo no le hizo perder ni un sólo de los millones de fans que había atesorado con el country y el pop, sino que expandió su hinchada hacia esferas más intelectualoides del público.
La rebelión
Otro movimiento que sin duda marcó una era en la vida de Taylor Swift, y que le hizo ganarse nuevas simpatías, fue el de recuperar el control de su obra regrabando todos los discos cuyos masters eran propiedad de un manager con pocos escrúpulos. Se pegó un currazo tremendo pero mereció la pena: todos volvieron a ponerse en lo alto de las listas de ventas, y ella se reafirmó como artista y mujer de negocios.
El imperio
Sin despegarse del aura de ‘songwriter’ adquirida con ‘Folklore’ y ‘Evermore’, los dos últimos discos de la artista, ‘Midnights‘ (2022) y ‘The Tortured Poets Department’ (2024) transitan entre la balada de atmósferas oníricas minimalistas y aire vintage y el hit synth-pop de radiofórmula, asentando los cimientos de un imperio que ha sabido mantener y ensanchar sin hacer ni una sola concesión a los ritmos latinos a los que han recurrido sus rivales en esto de ser la más grande.
Todas estas fases de Taylor Swift podrán disfrutarse y estudiarse a fondo la escala española de ‘The Eras Tour’, un hito en la industria del directo que promete ser la gira más exitosa de la historia del pop durante bastante tiempo.