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Desinteligencia artificial, no gracias

by Marko Florentino
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Debo confesar que desde que la que fuera ministra de Educación Isabel Celáa dijo aquello de que «los niños no pertenecen a los padres» vivo sin vivir en mí… por decirlo de forma poética, ya que la prosa que me inspira raya el exabrupto. Y aunque no considere mi descendencia de mi propiedad, ni carente de derechos, sigo velando por su salud y su bienestar, como corresponde a los padres hacernos cargo de un hijo, que se enfrenta a la vida, con muchas más posibilidades de las que tuvimos nosotros, pero también con muchas más trampas que sortear.

Para colmo, si son los propios centros educativos, los que colocan las trampas, poniendo en manos de niños de diez años una tableta digital como método de estudio puntero y avanzado y convirtiendo en casi proscritos los libros ¡apaga y vámonos! 

Quizás les suene la melodía de la que les hablo y algunos de ustedes sabrán que fueron los países nórdicos los más innovadores y vanguardistas en materia educativa, quienes compusieron, en primer lugar, la partitura y colocaron una tableta en la vida de cada alumno a una edad bien temprana… ¡demasiado!

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Me van a permitir que traiga a colación el caso de Suecia, donde hace ya dos años paralizaron sus inversiones en compra de tabletas y pantallas y apostaron —y siguen apostando— por la inversión en una política educativa que haga retornar los libros a las aulas y, a ser posible, a la vida de los chavales, abducidos por sus tabletas. Golpe de timón y marcha atrás. Rectificar es de sabios…

No digo yo que la escuela no desee lo mejor para sus alumnos, pero en ocasiones, buscando la excelencia, se puede meter la pata hasta el corvejón. Y lo peor es mantenerse en el error.

«Las tabletas, introducidas antes de tiempo, fueron un fiasco y desplomaron 11 puntos en comprensión lectora a los alumnos suecos»

A nivel educativo y por lo que respecta al desarrollo de las capacidades que son innatas para los alumnos, resultó que las tabletas, introducidas antes de tiempo, fueron un fiasco y desplomaron 11 puntos en comprensión lectora a los alumnos suecos, de acuerdo con los datos de su Informe PIRLS. 

Las autoridades educativas entendieron que estaban atrofiando, en cierto modo, las capacidades innatas de los chavales, por el abuso de esas pantallas tan atractivas como inhibidoras de las cualidades propias.

Que nadie se equivoque, no defiendo que las criaturas acarreen cálamo y tintero hasta la escuela y allí escriban a la luz de las velas. Creo en la ciencia y en sus avances, por supuesto, pero espero y deseo que nuestros hijos sean capaces de dominar las nuevas tecnologías a su debido tiempo, cuando hayan desarrollado plenamente todas sus capacidades intelectuales y que no se conviertan en adictos ni dependientes de una máquina, creada por hombres, que llega a anular las potencialidades de sus vástagos.

Sirva de ejemplo la decisión de los gurús digitales, de Silicon Valley, donde proliferan los colegios en los que se prohíbe este tipo de tecnología e, incluso, las cuidadoras de los muchachos tienen prohibido por contrato usar su teléfono móvil. Algo sabrán los creadores de esas máquinas de sus efectos perniciosos, cuando crean un perímetro de seguridad en torno a sus amados hijos…

«Ayuso ha eliminado el uso individual de las tabletas en educación infantil y primaria»

Si a esto le añadimos la vertiente sanitaria, las enfermedades o dolencias vinculadas al excesivo uso de los dispositivos digitales a una edad temprana, concluiremos que a nuestra parroquia política se le está pasando por alto un asunto muy importante y que no mueven un dedo por reconducir la situación, como hacen nuestros países vecinos.  

Por ser justos, la única que se ha enterado y ha actuado en consecuencia es la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que ha emprendido una batalla legal contra las pantallas en las escuelas, prohibiendo el uso de los móviles, desde el curso 20-21, y recientemente ha eliminado la utilización individual de las tabletas en educación infantil y primaria, donde solo se podrán usar una o dos horas a la semana, en función de las edades, con fines pedagógicos y supervisados siempre por los docentes. Algo parecido ha hecho el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, con la escuela infantil pública. Y chimpún. Se me acabó la lista…

Por fortuna, la sociedad ha empezado a moverse, lentamente, pero con paso firme. Por eso, la plataforma OFF ha puesto en circulación un manifiesto que propone recuperar el control sobre la tecnología digital, para frenar el deterioro de la capacidad de atención, de la salud mental, especialmente de los jóvenes y el desaprendizaje alarmante que se está produciendo en los chavales. Lo han suscrito numerosas personalidades, como la neurocientífica Susan Greenfield, el expresidente de Caixabank, José Ignacio Goirigolzarri, los exministros Jordi Sevilla o de Cultura, el escritor César Antonio Molina, así como el presidente de la Fundación Cultura de Paz, Federico Mayor Zaragoza, que lo firmó antes de su muerte, el año pasado. 

Sin embargo, no hay noticias de que el Ejecutivo lo tenga en su agenda o en sus oraciones. Puede pensar, como otras veces, que es competencia autonómica, o esperar a que se lo pidan… pero, mientras la mayoría de nuestros representantes se pierden en otras batallas menos nobles, un buen número de padres, cargados de razones, va a plantarse el próximo 7 de junio frente el Ministerio de Sanidad (con la venia de la subdelegación del Gobierno) por ver si les escuchan de una maldita vez. 



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